"Ventana abierta"
Mi felicitación
P. Leonardo Molina García. S.J.
Oh, Sabiduría, que brotaste de los labios
del Altísimo,
abarcando del uno al otro confín,
y ordenándolo todo con firmeza y suavidad:
ven y muéstranos el camino de la salvación.
Oh Adonai, Pastor de la casa de Israel,
que te apareciste a Moisés en la zarza
ardiente
y en el Sinaí le diste tu ley:
ven a librarnos con el poder de tu brazo.
Oh Renuevo del tronco de Jesé,
que te alzas como un signo para los
pueblos;
ante quien los reyes enmudecen,
y cuyo auxilio imploran las naciones:
ven a librarnos, no tardes más.
Oh Llave de David y Cetro de la casa de
Israel;
que abres y nadie puede cerrar;
cierras y nadie puede abrir:
ven y libra a los cautivos
que viven en tinieblas y en sombra de muerte.
Oh Sol que naces de lo alto,
Resplandor de la luz eterna, Sol de justicia:
ven ahora a iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de
muerte.
Oh Rey de las naciones y Deseado de los pueblos,
Piedra angular de la Iglesia, que haces de dos pueblos uno solo:
ven y salva al hombre,
que formaste del barro de la tierra.
Oh Emmanuel, rey y legislador nuestro,
esperanza de las naciones y salvador de los pueblos:
ven a salvarnos, Señor Dios nuestro
Amigos: soy ya viejo y, la verdad, no me entusiasman tantos
jolgorios, cabalgatas, luces con renos y músicas ambientales. También es
verdad; que me agradan las bolsas del amor que salen de los almacenes y
las tiendas. Mucho más me agradan las comidas familiares ¡hasta las de empresa!,
la gente loca en los andenes de los trenes o los aeropuertos esperando salir de
estampida a las vacaciones o a visitar a sus familiares. Los niños vestidos de
pastorcitos me encantan, verlos rodeados por sus padres y pastoreados por sus
profesores. Yo también he visitado los belenes y los he admirado (o criticado…y
comparado) y me he puesto en cola para contemplarlos…
Pero como soy viejo, (veterano diría) me he parado y me pregunto.
Y todo este barullo, estas escenas kirchs, PARA QUÉ y POR QUÉ.
Y esa contemplación me lleva a la figura centro: Jesús. Lo
contemplo. Alucino. Agradezco y admiro. Me sorprendo de todo un Dios que ama tanto
y ahora nos ama. Y digo ¡Aleluia! ¿Cómo es posible tanto amor y tanto perdón y
tanta compañía cuando nosotros sí, nosotros, tratamos tal mal su presencia y a
nuestros hermanos…?
San Juan de la Cruz lo comprendió mejor cuando aquella noche en su
convento le pusieron en sus manos un Niño Jesús. “Mi tierno y dulce
Jesús / si amores me han de matar/ agora tenéis lugar”…
Y de mirar intensamente a este Dios entre nosotros salimos con el
corazón lleno de amor de agradecimiento…y de seguimiento.
Sí, porque Jesús vino a cambiar los corazones nuestros. Y nacía
así desde lo más débil para que lucháramos, sufriéramos si hacía falta, por un
mundo mucho mejor. Él, desde la debilidad de un pesebre, comenzó a caminar con
nosotros, a llorar con nosotros, a reír con nosotros, a denunciar con nosotros,
a proponer con nosotros, a amar con nosotros hasta la última gota de sangre.
Predicó y nos guió hacia un mundo de paz, amor, justicia, libertad, verdad. Y
lo cumplió…
Cuando oigo y veo (afortunadamente oigo y veo, no sufro) la guerra
de Ucrania, la maldad sobre mujeres obligadas a abortar para que no criaran
futuros enemigos de sus intereses o asesinaban a los niños futuros enemigos en
un país africano, cuando veo el racismo, el colonialismo, la ceguera de
nuestros países ricos, sus parálisis de corazón…me digo: ¿adónde y para qué
tanta alegría? Si tenemos en ese Niño el camino certero de la felicidad
auténtica y lo escondemos en figuras de barro adornadas de muchas luces…
¡Oh Sabiduría salida de la boca de Dios! Saber y sabor.
¡Ven a enseñarnos el camino de la salvación!
Y entonces sí: saltaremos de alegría, regalaremos, viviremos la
fraternidad…y habrá futuro.
En fin; son las reflexiones de un viejo anticuado…Pero que espera
quizás lo que de joven no esperó y me divertía…
Y, con todo, Felices fiestas, feliz Navidad. Ojalá, en buen
sentido. Ojalá seamos más conscientes, más competentes, más compasivos y más
comprometidos al salir de estas fiestas de Navidad. Y Dios por encima de todo.
Leonardo Molina S.J.
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