"Ventana abierta"
12 de septiembre: Dulce nombre de maría
Cuatro días después
de celebrar la Natividad de la Virgen, se celebra el Dulce Nombre de María.
Fue en la ciudad española de Cuenca donde, por primera vez,
se autorizó la celebración de esta fiesta en el año 1513. Poco después se
extendió por toda España. 170 años después, en 1683, el Papa Inocencio XI
admitió la fiesta en la iglesia de occidente como acción de gracias por el
levantamiento del sitio a Viena y por la victoria de Juan Sobieski, rey de
Polonia contra los turcos. El Santo Padre introdujo en el santoral esta fiesta
para que se celebrase en toda la Iglesia Universal.
San Bernardino de Siena, muy devoto de la Virgen, fue uno de
los grandes propagadores de esta fiesta.
Alfa y Omega
******************
María, Virgen y Madre de Jesús
Aciprensa
Fiesta del Santo Nombre de María
El hecho de que la
Santísima Virgen lleve el nombre de María es el motivo de esta festividad,
instituida con el objeto de que los fieles encomienden a Dios, a través de la
intercesión de la Santa Madre, las necesidades de la iglesia, le den gracias
por su omnipotente protección y sus innumerables beneficios, en especial los
que reciben por las gracias y la mediación de la Virgen María. Por primera vez,
se autorizó la celebración de esta fiesta en 1513, en la ciudad española de
Cuenca; desde ahí se extendió por toda España y en 1683, el Papa Inocencio XI
la admitió en la iglesia de occidente como una acción de gracias por el
levantamiento del sitio a Viena y la derrota de los turcos por las fuerzas de
Juan Sobieski, rey de Polonia.
Esta conmemoración es probablemente algo más antigua que el año 1513,
aunque no se tienen pruebas concretas sobre ello. Todo lo que podemos decir es
que la gran devoción al Santo Nombre de Jesús, que se debe en parte a las
predicaciones de San Bernardino de Siena, abrió naturalmente el camino para una
conmemoración similar del Santo Nombre de María.
El augusto nombre de María, dado a la Madre de Dios, no fue cosa terrenal,
ni inventado por la mente humana o elegido por decisión humana, como sucede con
todos los demás nombres que se imponen. Este nombre fue elegido por el cielo y
se le impuso por divina disposición, como lo atestiguan san Jerónimo, san
Epifanio, san Antonino y otros. “Del Tesoro de la divinidad –dice Ricardo de
San Lorenzo– salió el nombre de María”. De él salió tu excelso nombre; porque
las tres divinas personas, prosigue diciendo, te dieron ese nombre, superior a cualquier
nombre, fuera del nombre de tu Hijo, y lo enriquecieron con tan grande poder y
majestad, que al ser pronunciado tu nombre, quieren que, por reverenciarlo,
todos doblen la rodilla, en el cielo, en la tierra y en el infierno. Pero entre
otras prerrogativas que el Señor concedió al nombre de María, veamos cuán dulce
lo ha hecho para los siervos de esta santísima Señora, tanto durante la vida
como en la hora de la muerte.
2.
María, nombre lleno de dulzura
En cuanto a lo primero, durante la vida, “el santo nombre de María –dice
el monje Honorio– está lleno de divina dulzura”. De modo que el glorioso san
Antonio de Papua, reconocía en el nombre de María la misma dulzura que san
Bernardo en el nombre de Jesús. “El nombre de Jesús”, decía éste; “el nombre de
María”, decía aquél, “es alegría para el corazón, miel en los labios y melodía
para el oído de sus devotos”. Se cuenta del V. Juvenal Ancina, obispo de
Saluzzo, que al pronunciar el nombre de María experimentaba una dulzura
sensible tan grande, que se relamía los labios. También se refiere que una
señora en la ciudad de colonia le dijo al obispo Marsilio que cuando
pronunciaba el nombre de María, sentía un sabor más dulce que el de la miel. Y,
tomando el obispo la misma costumbre, también experimentó la misma dulzura. Se
lee en el Cantar de los Cantares que, en la Asunción de María, los ángeles
preguntaron por tres veces: “¿Quién es ésta que sube del desierto como
columnita de humo? ¿Quién es ésta que va subiendo cual aurora naciente? ¿Quién
es ésta que sube del desierto rebosando en delicias?” (Ct 3, 6; 6, 9; 8, 5).
Pregunta Ricardo de San Lorenzo: “¿Por qué los ángeles preguntan tantas veces
el nombre de esta Reina?” Y él mismo responde: “Era tan dulce para los ángeles
oír pronunciar el nombre de María, que por eso hacen tantas preguntas”.
Pero no quiero hablar de esta dulzura sensible, porque no se concede a
todos de manera ordinaria; quiero hablar de la dulzura saludable, consuelo,
amor, alegría, confianza y fortaleza que da este nombre de María a los que lo
pronuncian con fervor.
3.
María, nombre que alegra e inspira amor
Dice el abad Francón que, después del sagrado nombre de Jesús, el nombre
de María es tan rico de bienes, que ni en la tierra ni en el cielo resuena
ningún nombre del que las almas devotas reciban tanta gracia de esperanza y de
dulzura. El nombre de María –prosigue diciendo– contiene en sí un no sé qué de
admirable, de dulce y de divino, que cuando es conveniente para los corazones
que lo aman, produce en ellos un aroma de santa suavidad. Y la maravilla de
este nombre –concluye el mismo autor– consiste en que aunque lo oigan mil veces
los que aman a María, siempre les suena como nuevo, experimentando siempre la
misma dulzura al oírlo pronunciar.
Hablando también de esta dulzura el B. Enrique Susón, decía que nombrando
a María, sentía elevarse su confianza e inflamarse en amor con tanta dicha, que
entre el gozo y las lágrimas, mientras pronunciaba el nombre amado, sentía como
si se le fuera a salir del pecho el corazón; y decía que este nombre se le
derretía en el alma como panal de miel. Por eso exclamaba: “¡Oh nombre
suavísimo! Oh María ¿cómo serás tú misma si tu solo nombre es amable y
gracioso!”.Contemplando a su buena Madre el enamorado san Bernardo le dice con
ternura: “¡Oh excelsa, oh piadosa, oh digna de toda alabanza Santísima Virgen
María, tu nombre es tan dulce y amable, que no se puede nombrar sin que el que
lo nombra no se inflame de amor a ti y a Dios; y sólo con pensar en él, los que
te aman se sienten más consolados y más inflamados en ansias de amarte”. Dice
Ricardo de San Lorenzo: “Si las riquezas consuelan a los pobres porque les
sacan de la miseria, cuánto más tu nombre, oh María, mucho mejor que las
riquezas de la tierra, nos alivia de las tristezas de la vida presente”.
Tu nombre, oh Madre de Dios –como dice san Metodio– está lleno de gracias
y de bendiciones divinas. De modo que –como dice san Buenaventura– no se puede
pronunciar tu nombre sin que aporte alguna gracia al que devotamente lo invoca.
Búsquese un corazón empedernido lo más que se pueda imaginar y del todo
desesperado; si éste te nombra, oh benignísima Virgen, es tal el poder de tu
nombre –dice el Idiota– que él ablandará su dureza, porque eres la que conforta
a los pecadores con la esperanza del perdón y de la gracia. Tu dulcísimo nombre
–le dice san Ambrosio– es ungüento perfumado con aroma de gracia divina. Y el
santo le ruega a la Madre de Dios diciéndole: “Descienda a lo íntimo de
nuestras almas este ungüento de salvación”. Que es como decir: Haz Señora, que
nos acordemos de nombrarte con frecuencia, llenos de amor y confianza, ya que
nombrarte así es señal o de que ya se posee la gracia de Dios, o de que pronto
se ha de recobrar.
Sí, porque recordar tu nombre, María, consuela al afligido, pone en camino
de salvación al que de él se había apartado, y conforta a los pecadores para
que no se entreguen a la desesperación; así piensa Landolfo de Sajonia. Y dice
el P. Pelbarto que como Jesucristo con sus cinco llagas ha aportado al mundo el
remedio de sus males, así, de modo parecido, María, con su nombre santísimo
compuesto de cinco letras, confiere todos los días el perdón a los pecadores.
4.
María, nombre que da fortaleza
Por eso, en los Sagrados cantares, el santo nombre de María es comparado
al óleo: “Como aceite derramado es tu nombre” (Ct 1, 2). Comenta así este
pasaje el B. Alano: “Su nombre glorioso es comparado al aceite derramado
porque, así como el aceite sana a los enfermos, esparce fragancia, y alimenta
la lámpara, así también el nombre de María, sana a los pecadores, recrea el
corazón y lo inflama en el divino amor”. Por lo cual Ricardo de San Lorenzo
anima a los pecadores a recurrir a este sublime nombre, porque eso sólo bastará
para curarlos de todos sus males, pues no hay enfermedad tan maligna que no
ceda al instante ante el poder del nombre de María”.
Por el contrario los demonios, afirma Tomás de Kempis, temen de tal manera
a la Reina del cielo, que al oír su nombre, huyen de aquel que lo nombra como
de fuego que los abrasara. La misma Virgen reveló a santa Brígida, que no hay
pecador tan frío en el divino amor, que invocando su santo nombre con propósito
de convertirse, no consiga que el demonio se aleje de él al instante. Y otra
vez le declaró que todos los demonios sienten tal respeto y pavor a su nombre
que en cuanto lo oyen pronunciar al punto sueltan al alma que tenían
aprisionada entre sus garras.
Y así como se alejan de los pecadores los ángeles rebeldes al oír invocar
el nombre de María, lo mismo –dijo la Señora a santa Brígida– acuden numerosos
los ángeles buenos a las almas justas que devotamente la invocan.
Atestigua san Germán que como el respirar es señal de vida, así invocar
con frecuencia el nombre de María es señal o de que se vive en gracia de Dios o
de que pronto se conseguirá; porque este nombre poderoso tiene fuerza para
conseguir la vida de la gracia a quien devotamente lo invoca. En suma, este
admirable nombre, añade Ricardo de San Lorenzo es, como torre fortísima en que
se verán libres de la muerte eterna, los pecadores que en él se refugien; por
muy perdidos que hubieran sido, con ese nombre se verán defendidos y salvados.
Torre defensiva que no sólo libra a los pecadores del castigo, sino que
defiende también a los justos de los asaltos del infierno. Así lo asegura el
mismo Ricardo, que después del nombre de Jesús, no hay nombre que tanto ayude y
que tanto sirva para la salvación de los hombres, como este incomparable nombre
de María. Es cosa sabida y lo experimentan a diario los devotos de María, que
este nombre formidable da fuerza para vencer todas las tentaciones contra la
castidad. Reflexiona el mismo autor considerando las palabras del Evangelio: “Y
el nombre de la Virgen era María” (Lc 1, 27), y dice que estos dos nombres de
María y de Virgen los pone el Evangelista juntos, para que entendamos que el
nombre de esta Virgen purísima no está nunca disociado de la castidad. Y añade
san Pedro Crisólogo, que el nombre de María es indicio de castidad; queriendo
decir que quien duda si habrá pecado en las tentaciones impuras, si recuerda
haber invocado el nombre de María, tiene una señal cierta de no haber
quebrantado la castidad.
5.
María, nombre de bendición
Así que, aprovechemos siempre el hermoso consejo de san Bernardo: “En los
peligros, en las angustias, en las dudas, invoca a María. Que no se te caiga de
los labios, que no se te quite del corazón”. En todos los peligros de perder la
gracia divina, pensemos en María, invoquemos a María junto con el nombre de
Jesús, que siempre han de ir estos nombres inseparablemente unidos. No se
aparten jamás de nuestro corazón y de nuestros labios estos nombres tan dulces
y poderosos, porque estos nombres nos darán la fuerza para no ceder nunca jamás
ante las tentaciones y para vencerlas todas. Son maravillosas las gracias
prometidas por Jesucristo a los devotos del nombre de María, como lo dio a
entender a santa Brígida hablando con su Madre santísima, revelándole que quien
invoque el nombre de María con confianza y propósito de la enmienda, recibirá
estas gracias especiales: un perfecto dolor de sus pecados, expiarlos cual
conviene, la fortaleza para alcanzar la perfección y al fin la gloria del
paraíso. Porque, añadió el divino Salvador, son para mí tan dulces y queridas
tus palabras, oh María, que no puedo negarte lo que me pides.
En suma, llega a decir san Efrén, que el nombre de María es la llave que
abre la puerta del cielo a quien lo invoca con devoción. Por eso tiene razón
san Buenaventura al llamar a María “salvación de todos los que la invocan”,
como si fuera lo mismo invocar el nombre de María que obtener la salvación
eterna. También dice Ricardo de San Lorenzo que invocar este santo y dulce
nombre lleva a conseguir gracias sobreabundantes en esta vida y una gloria
sublime en la otra. Por tanto, concluye Tomás de Kempis: “Si buscáis, hermanos
míos, ser consolados en todos vuestros trabajos, recurrid a María, invocad a
María, obsequiad a María, encomendaos a María. Disfrutad con María, llorad con
María, caminad con María, y con María buscad a Jesús. Finalmente desead vivir y
morir con Jesús y María. Haciéndolo así siempre iréis adelante en los caminos
del Señor, ya que María, gustosa rezará por vosotros, y el Hijo ciertamente
atenderá a la Madre”.
6.
María, nombre consolador
Muy dulce es para sus devotos, durante la vida, el santísimo nombre de
María, por las gracias supremas que les obtiene, como hemos vitos. Pero más
consolador les resultará en la hora de la muerte, por la suave y santa muerte
que les otorgará. El P. Sergio Caputo, jesuita, exhortaba a todos los que
asistieran a un moribundo, que pronunciasen con frecuencia el nombre de María,
dando como razón que este nombre de vida y esperanza, sólo con pronunciarlo en
la hora de la muerte, basta para dispersar a los enemigos y para confortar al
enfermo en todas sus angustias. De modo parecido, san Camilo de Lelis,
recomendaba muy encarecidamente a sus religiosos que ayudasen a los moribundos
con frecuencia a invocar los nombres de Jesús y de María como él mismo siempre
lo había practicado; y mucho mejor lo practicó consigo mismo en la hora de la
muerte, como se refiere en su biografía; repetía con tanta dulzura los nombres,
tan amados por él, de Jesús y de María, que inflamaba en amor a todos los que
le escuchaban. Y finalmente, con los ojos fijos en aquellas adoradas imágenes,
con los brazos en cruz, pronunciando por última vez los dulcísimos nombres de
Jesús y de María, expiró el santo con una paz celestial. Y es que esta breve
oración, la de invocar los nombres de Jesús y de María, dice Tomás de Kempis,
cuanto es fácil retenerla en la memoria, es agradable para meditar y fuerte
para proteger al que la utiliza, contra todos los enemigos de su salvación.
7.
María, nombre de buenaventura
¡Dichoso –decía san Buenaventura– el que ama tu dulce nombre, oh Madre de
Dios! Es tan glorioso y admirable tu nombre, que todos los que se acuerdan de
invocarlo en la hora de la muerte, no temen los asaltos de todo el infierno.
Quién tuviera la dicha de morir como murió fray Fulgencio de Ascoli,
capuchino, que expiró cantando: “Oh María, oh María, la criatura más hermosa;
quiero ir al cielo en tu compañía”. O como murió el B. Enrique, cisterciense,
del que cuentan los anales de su Orden que murió pronunciando el dulcísimo
nombre de María.
Roguemos pues, mi devoto lector, roguemos a Dios nos conceda esta gracia,
que en la hora de la muerte, la última palabra que pronunciemos sea el nombre
de María, como lo deseaba y pedía san Germán. ¡Oh muerte dulce, muerte segura,
si está protegida y acompañada con este nombre salvador que Dios concede que lo
pronuncien los que se salvan! ¡Oh mi dulce Madre y Señora, te amo con todo mi
El dulce nombre de María
Celebración: 12 de setiembre
El evangelista San Lucas revela el nombre de la doncella que va a ser la
Madre de Dios: "Y su nombre era María". El nombre de María, traducido
del hebreo "Miriam", significa Doncella, Señora, Princesa.
Estrella del Mar, feliz Puerta del cielo, como canta el himno Ave maris
stella. El nombre de María está relacionado con el mar pues las tres letras de
mar guardan semejanza fonética con María. También tiene relación con
"mirra", que proviene de un idioma semita. La mirra es una hierba de
África que produce incienso y perfume (Jesús Marí Ballester).
En el libro "Mes de María" del Padre Eliecer Salesman, se
explica que María en el idioma popular significa: "La Iluminadora". (S.
Jeronimo M 1.23.780). En el idioma arameo significa: "Señora" o
"Princesa" (Bover). El significado científico de María en el idioma
hebreo es: "Hermosa" (Banderhewer).
En el idioma egipcio que fue donde primero se utilizó este nombre
significa: "La preferida de Yahvé Dios". (Exodo 15, 20). Mar o Myr,
en Egipcio significaba la más preferida de las hijas. Y "Ya" o
"Yam", significaba: El Dios verdadero -Yahvé-. Así que MAR-YA o
MYR-YAM en egipcio significaría: "La Hija preferida de Dios"
(Zorell).
Celebración
Su belleza, amada de Dios, estrella del mar, señora y también el de
iluminada. Todo depende de las múltiples interpretaciones que se hagan de las
palabras que forman el nombre, tanto en griego como en hebreo.
Incluso hay quien cree que puede significar "mar amargo", por la
situación de amargura en que vivía el pueblo de Israel. Recuerda que muchos
israelitas ponían a sus hijos los nombres que más expresaran las situaciones
sociales y económicas en que vivían.
También es importante destacar que en 1683, el Papa Inocencio XI declaró
oficial una fiesta que se realizaba en el centro de España durante muchos años
y que es la del "Dulce nombre de María".
Se cuenta que la primera diócesis que celebró oficialmente la fiesta fue
la de Cuenca. Pero, la onomástica del "Dulce nombre de María" tiene
fecha propia, y es la del 12 de septiembre. Es bueno que sepas que hay muchas
"Marías" que celebran su fiesta durante este día y no el 15 de
agosto.
Oración para invocar el nombre de María
¡Madre de Dios y madre mía María!
Yo no soy digno de pronunciar tu nombre;
pero tú que deseas y quieres mi salvación,
me has de otorgar, aunque mi lengua no es pura,
que pueda llamar en mi socorro
tu santo y poderoso nombre,
que es ayuda en la vida y salvación al morir.
¡Dulce Madre, María!
has que tu nombre, de hoy en adelante,
sea la respiración de mi vida.
No tardes, Señora, en auxiliarme
cada vez que te llame.
Pues en cada tentación que me combata,
y en cualquier necesidad que experimente,
quiero llamarte sin cesar; ¡María!
Así espero hacerlo en la vida,
y así, sobre todo, en la última hora,
para alabar, siempre en el cielo tu nombre amado:
“¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María!”
¡Que aliento, dulzura y confianza,
qué ternura siento
con sólo nombrarte y pensar en ti!
Doy gracias a nuestro Señor y Dios,
que nos ha dado para nuestro bien,
este nombre tan dulce, tan amable y poderoso.
Señora, no me contento
con sólo pronunciar tu nombre;
quiero que tu amor me recuerde
que debo llamarte a cada instante;
y que pueda exclamar con san Anselmo:
“¡Oh nombre de la Madre de Dios,
tú eres el amor mio!”
Amada María y amado Jesús mío,
que vivan siempre en mi corazón y en el de todos,
vuestros nombres salvadores.
Que se olvide mi mente de cualquier otro nombre,
para acordarme sólo y siempre,
de invocar vuestros nombres adorados.
Jesús, Redentor mío, y Madre mía María,
cuando llegue la hora de dejar esta vida,
concédeme entonces la gracia de deciros:
“Os amo, Jesús y María;
Jesús y maría,
os doy el corazón y el alma mía”.
Novena al Santísimo
Nombre de María
Primer día de la novena al Santísimo Nombre de María
Por la
señal de la santa cruz. De nuestros enemigos líbranos, Señor, Dios nuestro. En
el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Acto de
contricción
¡Señor mío, Jesucristo!
Dios y Hombre verdadero,
Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita,
y porque os amo sobre todas las cosas,
me pesa de todo corazón de haberos ofendido;
también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno.
Ayudado de vuestra divina gracia
propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me
fuere impuesta.
Amén.
Oración para
invocar el nombre de María
¡Madre de Dios y Madre mía María! Yo no soy digno de pronunciar tu nombre;
pero tú que deseas y quieres mi salvación, me has de otorgar, aunque mi lengua
no es pura, que pueda llamar en mi socorro tu santo y poderoso nombre, que es
ayuda en la vida y salvación al morir.
¡Dulce Madre, María! haz que tu nombre, de hoy en adelante, sea la
respiración de mi vida. No tardes, Señora, en auxiliarme cada vez que te llame.
Pues en cada tentación que me combata, y en cualquier necesidad que
experimente, quiero llamarte sin cesar; ¡María!
Así espero hacerlo en la vida, y así, sobre todo, en la última hora, para
alabar, siempre en el cielo tu nombre amado: “¡Oh clementísima, oh piadosa, oh
dulce Virgen María!” ¡Qué aliento, dulzura y confianza, qué ternura siento con
sólo nombrarte y pensar en ti!
Doy gracias a nuestro Señor y Dios, que nos ha dado para nuestro bien,
este nombre tan dulce, tan amable y poderoso. Señora, no me contento con sólo
pronunciar tu nombre; quiero que tu amor me recuerde que debo llamarte a cada
instante; y que pueda exclamar con san Anselmo: “¡Oh nombre de la Madre de
Dios, tú eres el amor mío!”
Amada María y amado Jesús mío, que vivan siempre en mi corazón y en el de
todos, vuestros nombres salvadores. Que se olvide mi mente de cualquier otro
nombre, para acordarme sólo y siempre, de invocar vuestros nombres adorados.
Jesús, Redentor mío, y Madre mía María, cuando llegue la hora de dejar
esta vida, concédeme entonces la gracia de deciros: “Os amo, Jesús y María;
Jesús y María, os doy el corazón y el alma mía”.
Oración
para el primer día
Oh Virgen Madre María, cuyo santísimo y augusto Nombre , que significa Mar
de gracia nos descubre, que el Altísimo se complació en Vos desde toda
eternidad , y por lo mismo os preservó de la culpa original, en atención a los
méritos previstos del Redentor del mundo, que había de nacer de Vos: recibid el
sincero parabién que os damos no solo por esta primera y especialísima gracia,
con que fuisteis enriquecida en vuestra Concepción inmaculada, sino también por
todos los demás dones, privilegios, prorrogativas y distinciones, que la
Beatísima Trinidad se dignó reunir en vuestra alma, para que fueseis
verdaderamente un mar inmenso de gracias celestiales.
Refluya, Madre nuestra, en nosotros ese piélago soberano y alcáncenos
vuestra poderosa intercesión auxilios eficaces, con que solicitemos, obtengamos
y conservemos la divina gracia, para que asemejándonos en la santidad a Vos, no
desmerezcamos el título de hijos vuestros, y después de celebrar en la tierra
las glorías de vuestro Nombre, bendigamos en el cielo con Vos al que vive y
reina Dios por los siglos de los siglos. Amén.
Oración
para pedir la gracia que se necesita
Oh piadosísima virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra, dignaos
admitir estos obsequios que humildemente consagramos a gloria de vuestro Nombre
Sacrosanto. Indignos somos que nos escuchéis, mas vuestra piedad no sufrirá el
alejarnos de Vos.
Vuestro amor nos trae, vuestra piedad nos convida, y la multitud de
gracias que nos habéis dispensado en medio de nuestras iniquidades, nos obliga
y empeña a bendecir con todas las ansias de nuestro corazón, las grandezas
admirables de vuestra alma y de vuestras perfecciones y prerrogativas
inestimables comprometidas en el Nombre Augusto y venerable que recibisteis del
Cielo.
Sea bendito por toda la eternidad, Alábenles las criaturas, todas del
Cielo, de la Tierra y del abismo. Nosotros por todas, le bendecimos y loamos,
esperando poder hacerlo eternamente en la Gloria. Amén.
(Se reza
cinco Ave María con un Gloria en veneración de las cinco letras que
componen el sagrado nombre de MARÍA, y se hará en silencio la súplica de la
gracia especial que se solicita)
Bajo tu
amparo
Bajo tu amparo nos acogemos,
Santa Madre de Dios;
no deseches las oraciones
que te dirigimos
en nuestras necesidades,
antes bien
líbranos de todo peligro,
¡oh Virgen gloriosa y bendita!
Amén.
Oración
de San Alfonso María de Ligorio
Virgen Santísima Inmaculada y Madre mía María, a Vos, que sois la Madre de
mi Señor, la Reina del mundo, la abogada, la esperanza, el refugio de los
pecadores, acudo en este día yo, que soy el más miserable de todos.
Os venero, ¡oh gran Reina!, y os doy las gracias por todos los favores que
hasta ahora me habéis hecho, especialmente por haberme librado del infierno,
que tantas veces he merecido.
Os amo, Señora amabilísima, y por el amor que os tengo prometo serviros
siempre y hacer cuanto pueda para que también seáis amada de los demás.
Pongo en vuestras manos toda mi esperanza, toda mi salvación; admitidme
por siervo vuestro, y acogedme bajo vuestro manto, Vos, ¡oh Madre de
misericordia!
Y ya que sois tan poderosa ante Dios, libradme de todas las tentaciones o
bien alcanzadme fuerzas para vencerlas hasta la muerte. Os pido un verdadero
amor a Jesucristo.
Espero de vos tener una buena muerte; Madre mía, por el amor que tenéis a
Dios os ruego que siempre me ayudéis, pero más en el último instante de mi
vida. No me dejéis hasta que me veáis salvo en el cielo para bendeciros y
cantar vuestras misericordias por toda la eternidad. Así lo espero. Amén.
En el
nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Segundo día de novena al Santísimo Nombre de María
Por la
señal de la santa cruz. De nuestros enemigos líbranos, Señor, Dios nuestro. En
el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Acto de
contricción
¡Señor mío, Jesucristo!
Dios y Hombre verdadero,
Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita,
y porque os amo sobre todas las cosas,
me pesa de todo corazón de haberos ofendido;
también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno.
Ayudado de vuestra divina gracia
propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me
fuere impuesta.
Amén.
Oración
para invocar el nombre de María
¡Madre de Dios y Madre mía María! Yo no soy digno de pronunciar tu nombre;
pero tú que deseas y quieres mi salvación, me has de otorgar, aunque mi lengua
no es pura, que pueda llamar en mi socorro tu santo y poderoso nombre, que es
ayuda en la vida y salvación al morir.
¡Dulce Madre, María! haz que tu nombre, de hoy en adelante, sea la
respiración de mi vida. No tardes, Señora, en auxiliarme cada vez que te llame.
Pues en cada tentación que me combata, y en cualquier necesidad que
experimente, quiero llamarte sin cesar; ¡María!
Así espero hacerlo en la vida, y así, sobre todo, en la última hora, para
alabar, siempre en el cielo tu nombre amado: “¡Oh clementísima, oh piadosa, oh
dulce Virgen María!” ¡Qué aliento, dulzura y confianza, qué ternura siento con
sólo nombrarte y pensar en ti!
Doy gracias a nuestro Señor y Dios, que nos ha dado para nuestro bien,
este nombre tan dulce, tan amable y poderoso. Señora, no me contento con sólo
pronunciar tu nombre; quiero que tu amor me recuerde que debo llamarte a cada
instante; y que pueda exclamar con san Anselmo: “¡Oh nombre de la Madre de
Dios, tú eres el amor mío!”
Amada María y amado Jesús mío, que vivan siempre en mi corazón y en el de
todos, vuestros nombres salvadores. Que se olvide mi mente de cualquier otro
nombre, para acordarme sólo y siempre, de invocar vuestros nombres adorados.
Jesús, Redentor mío, y Madre mía María, cuando llegue la hora de dejar
esta vida, concédeme entonces la gracia de deciros: “Os amo, Jesús y María;
Jesús y María, os doy el corazón y el alma mía”.
Oración
para el segundo día
0h Virgen Madre María, cuyo Augusto Nombre de Iluminadora en su
significación nos declara haber sido Vos en vuestro nacimiento la brillante
Aurora, que anunció al mundo la próxima llegada del Eterno Sol de Justicia
Cristo JESÚS. Seáis bendita, Oh Madre nuestra, por aquella luminosa claridad,
con que comenzasteis desde luego a disipar las tinieblas del mundo,
iluminándole con los ejemplos de vuestra vida inocentísima y con los beneficios
de vuestra ilimitada misericordia. Dignaos, Señora, iluminar nuestras almas con
la memoria de vuestras admirables y puras costumbres, y con los celestiales
auxilios, que nos alcance vuestra solícita piedad.
Vuestros ejemplos sean antorcha que guíe nuestros pasos, e ilumine
nuestras sendas: vuestra misericordia alumbre los ojos de nuestro corazón, para
que no durmamos en la muerte del pecado. Aparezca vuestro Nombre sacrosanto en
medio de nuestras últimas agonías, y devotamente pronunciado disipe los temores
de nuestras almas, ahuyente de nosotros y nuestras habitaciones a los espíritus
infernales y selle los últimos alientos de nuestra vida opaca que, terminada
así felizmente, prosigamos cantando vuestras alabanzas por toda la eternidad.
Amén.
Oración
para pedir la gracia que se necesita
Oh piadosísima virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra, dignaos
admitir estos obsequios que humildemente consagramos a gloria de vuestro Nombre
Sacrosanto. Indignos somos que nos escuchéis, mas vuestra piedad no sufrirá el
alejarnos de Vos.
Vuestro amor nos trae, vuestra piedad nos convida, y la multitud de
gracias que nos habéis dispensado en medio de nuestras iniquidades, nos obliga
y empeña a bendecir con todas las ansias de nuestro corazón, las grandezas
admirables de vuestra alma y de vuestras perfecciones y prerrogativas
inestimables comprometidas en el Nombre Augusto y venerable que recibisteis del
Cielo.
Sea bendito por toda la eternidad, Alábenles las criaturas, todas del
Cielo, de la Tierra y del abismo. Nosotros por todas, le bendecimos y loamos,
esperando poder hacerlo eternamente en la Gloria. Amén.
(Se reza
cinco Ave María con un Gloria en veneración de las cinco letras que
componen el sagrado nombre de MARÍA, y se hará en silencio la súplica de la
gracia especial que se solicita)
Bajo tu
amparo
Bajo tu amparo nos acogemos,
Santa Madre de Dios;
no deseches las oraciones
que te dirigimos
en nuestras necesidades,
antes bien
líbranos de todo peligro,
¡oh Virgen gloriosa y bendita!
Amén.
Oración
de San Alfonso María de Ligorio
Virgen Santísima Inmaculada y Madre mía María, a Vos, que sois la Madre de
mi Señor, la Reina del mundo, la abogada, la esperanza, el refugio de los
pecadores, acudo en este día yo, que soy el más miserable de todos.
Os venero, ¡oh gran Reina!, y os doy las gracias por todos los favores que
hasta ahora me habéis hecho, especialmente por haberme librado del infierno,
que tantas veces he merecido.
Os amo, Señora amabilísima, y por el amor que os tengo prometo serviros
siempre y hacer cuanto pueda para que también seáis amada de los demás.
Pongo en vuestras manos toda mi esperanza, toda mi salvación; admitidme
por siervo vuestro, y acogedme bajo vuestro manto, Vos, ¡oh Madre de
misericordia!
Y ya que sois tan poderosa ante Dios, libradme de todas las tentaciones o
bien alcanzadme fuerzas para vencerlas hasta la muerte. Os pido un verdadero
amor a Jesucristo.
Espero de vos tener una buena muerte; Madre mía, por el amor que tenéis a
Dios os ruego que siempre me ayudéis, pero más en el último instante de mi
vida. No me dejéis hasta que me veáis salvo en el cielo para bendeciros y
cantar vuestras misericordias por toda la eternidad. Así lo espero. Amén.
En el
nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Tercer día de la
novena al Santísimo Nombre de María
Por la
señal de la santa cruz. De nuestros enemigos líbranos, Señor, Dios nuestro. En
el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Acto de
contricción
¡Señor mío, Jesucristo!
Dios y Hombre verdadero,
Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita,
y porque os amo sobre todas las cosas,
me pesa de todo corazón de haberos ofendido;
también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno.
Ayudado de vuestra divina gracia
propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me
fuere impuesta.
Amén.
Oración
para invocar el nombre de María
¡Madre de Dios y Madre mía María! Yo no soy digno de pronunciar tu nombre;
pero tú que deseas y quieres mi salvación, me has de otorgar, aunque mi lengua
no es pura, que pueda llamar en mi socorro tu santo y poderoso nombre, que es
ayuda en la vida y salvación al morir.
¡Dulce Madre, María! haz que tu nombre, de hoy en adelante, sea la
respiración de mi vida. No tardes, Señora, en auxiliarme cada vez que te llame.
Pues en cada tentación que me combata, y en cualquier necesidad que
experimente, quiero llamarte sin cesar; ¡María!
Así espero hacerlo en la vida, y así, sobre todo, en la última hora, para
alabar, siempre en el cielo tu nombre amado: “¡Oh clementísima, oh piadosa, oh
dulce Virgen María!” ¡Qué aliento, dulzura y confianza, qué ternura siento con
sólo nombrarte y pensar en ti!
Doy gracias a nuestro Señor y Dios, que nos ha dado para nuestro bien,
este nombre tan dulce, tan amable y poderoso. Señora, no me contento con sólo
pronunciar tu nombre; quiero que tu amor me recuerde que debo llamarte a cada
instante; y que pueda exclamar con san Anselmo: “¡Oh nombre de la Madre de
Dios, tú eres el amor mío!”
Amada María y amado Jesús mío, que vivan siempre en mi corazón y en el de
todos, vuestros nombres salvadores. Que se olvide mi mente de cualquier otro
nombre, para acordarme sólo y siempre, de invocar vuestros nombres adorados.
Jesús, Redentor mío, y Madre mía María, cuando llegue la hora de dejar
esta vida, concédeme entonces la gracia de deciros: “Os amo, Jesús y María;
Jesús y María, os doy el corazón y el alma mía”.
Oración
para el tercer día
Oh Virgen Madre María, cuyo Nombre Augusto interpretado Estrella del Mar
nos demuestra que fuisteis por Dios destinada para guía y consuelo de los
mortales, mientras fluctuamos por el turbulento mar de este mundo. Ved, Señora,
y ved con ojos compasivos cuan terribles son las olas de molestas tentaciones
que nos combaten, cuan formidables los escollos de los malos ejemplos, que
continuamente se presentan a nuestra vista. Y nosotros débiles zozobramos a
cada paso y perdemos el rumbo de nuestra patria.
El oculto cielo se nos oculta, y el abismo se abre bajo nuestros pies,
porque pecamos, y después que pecamos, somos acometidos de la desconfianza y de
la desesperación. Oh cuantas veces, Virgen santa, si no hubiera sido por Vos,
habríamos desconfiado de la divina misericordia! Bendita seáis, Madre
piadosísima, que cual Estrella del mar habéis aparecido en nuestros corazones
turbados con la memoria de nuestras culpas, y habéis restituido a nuestras
almas la calma y la serenidad. No os ocultéis jamás a nuestra vista, no
permitáis que nuestro corazón os olvide, o deje de invocaros con fervorosa
confianza. Porque ciertos estamos, oh MARIA, que siguiendo vuestra dirección no
nos extraviamos , y pensando en Vos no erramos: que con vuestra ayuda no
caemos, y que con vuestra protección, nada tenemos que temer; que si Vos nos
guiais no nos fatigamos, y si nos sois propicia arribaremos con felicidad al
puerto de la bienaventuranza, donde por siempre cantaremos las glorias de
vuestro Nombre. Amén.
Oración
para pedir la gracia que se necesita
Oh piadosísima virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra, dignaos
admitir estos obsequios que humildemente consagramos a gloria de vuestro Nombre
Sacrosanto. Indignos somos que nos escuchéis, mas vuestra piedad no sufrirá el
alejarnos de Vos.
Vuestro amor nos trae, vuestra piedad nos convida, y la multitud de
gracias que nos habéis dispensado en medio de nuestras iniquidades, nos obliga
y empeña a bendecir con todas las ansias de nuestro corazón, las grandezas
admirables de vuestra alma y de vuestras perfecciones y prerrogativas
inestimables comprometidas en el Nombre Augusto y venerable que recibisteis del
Cielo.
Sea bendito por toda la eternidad, Alábenles las criaturas, todas del
Cielo, de la Tierra y del abismo. Nosotros por todas, le bendecimos y loamos,
esperando poder hacerlo eternamente en la Gloria. Amén.
(Se reza
cinco Ave María con un Gloria en veneración de las cinco letras que
componen el sagrado nombre de MARÍA, y se hará en silencio la súplica de la
gracia especial que se solicita)
Bajo tu
amparo
Bajo tu amparo nos acogemos,
Santa Madre de Dios;
no deseches las oraciones
que te dirigimos
en nuestras necesidades,
antes bien
líbranos de todo peligro,
¡oh Virgen gloriosa y bendita!
Amén.
Oración
de San Alfonso María de Ligorio
Virgen Santísima Inmaculada y Madre mía María, a Vos, que sois la Madre de
mi Señor, la Reina del mundo, la abogada, la esperanza, el refugio de los
pecadores, acudo en este día yo, que soy el más miserable de todos.
Os venero, ¡oh gran Reina!, y os doy las gracias por todos los favores que
hasta ahora me habéis hecho, especialmente por haberme librado del infierno, que
tantas veces he merecido.
Os amo, Señora amabilísima, y por el amor que os tengo prometo serviros
siempre y hacer cuanto pueda para que también seáis amada de los demás.
Pongo en vuestras manos toda mi esperanza, toda mi salvación; admitidme
por siervo vuestro, y acogedme bajo vuestro manto, Vos, ¡oh Madre de
misericordia!
Y ya que sois tan poderosa ante Dios, libradme de todas las tentaciones o
bien alcanzadme fuerzas para vencerlas hasta la muerte. Os pido un verdadero
amor a Jesucristo.
Espero de vos tener una buena muerte; Madre mía, por el amor que tenéis a
Dios os ruego que siempre me ayudéis, pero más en el último instante de mi
vida. No me dejéis hasta que me veáis salvo en el cielo para bendeciros y
cantar vuestras misericordias por toda la eternidad. Así lo espero. Amén.
En el
nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cuarto día de la novena al Santísimo Nombre de María
Por la
señal de la santa cruz. De nuestros enemigos líbranos, Señor, Dios nuestro. En
el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Acto de
contricción
¡Señor mío, Jesucristo!
Dios y Hombre verdadero,
Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita,
y porque os amo sobre todas las cosas,
me pesa de todo corazón de haberos ofendido;
también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno.
Ayudado de vuestra divina gracia
propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me
fuere impuesta.
Amén.
Oración
para invocar el nombre de María
¡Madre de Dios y Madre mía María! Yo no soy digno de pronunciar tu nombre;
pero tú que deseas y quieres mi salvación, me has de otorgar, aunque mi lengua
no es pura, que pueda llamar en mi socorro tu santo y poderoso nombre, que es
ayuda en la vida y salvación al morir.
¡Dulce Madre, María! haz que tu nombre, de hoy en adelante, sea la
respiración de mi vida. No tardes, Señora, en auxiliarme cada vez que te llame.
Pues en cada tentación que me combata, y en cualquier necesidad que experimente,
quiero llamarte sin cesar; ¡María!
Así espero hacerlo en la vida, y así, sobre todo, en la última hora, para
alabar, siempre en el cielo tu nombre amado: “¡Oh clementísima, oh piadosa, oh
dulce Virgen María!” ¡Qué aliento, dulzura y confianza, qué ternura siento con
sólo nombrarte y pensar en ti!
Doy gracias a nuestro Señor y Dios, que nos ha dado para nuestro bien,
este nombre tan dulce, tan amable y poderoso. Señora, no me contento con sólo
pronunciar tu nombre; quiero que tu amor me recuerde que debo llamarte a cada
instante; y que pueda exclamar con san Anselmo: “¡Oh nombre de la Madre de
Dios, tú eres el amor mío!”
Amada María y amado Jesús mío, que vivan siempre en mi corazón y en el de
todos, vuestros nombres salvadores. Que se olvide mi mente de cualquier otro
nombre, para acordarme sólo y siempre, de invocar vuestros nombres adorados.
Jesús, Redentor mío, y Madre mía María, cuando llegue la hora de dejar
esta vida, concédeme entonces la gracia de deciros: “Os amo, Jesús y María;
Jesús y María, os doy el corazón y el alma mía”.
Oración
para el cuarto día
0h Virgen Madre María, cayo venerable Nombre significando Señora nos
recuerda el dominio que ejercéis sobre las celestiales, terrenas e infernales
criaturas. Grande admiración, oh Madre, consuelo y alegría nos causa el
contemplaros Señora universal. Sois Señora de los Ángeles, y ante Vos, humana
criatura, se postran reverentes los soberanos espíritus, que muchos siglos
antes de que Vos nacieseis, solo se postraron ante el supremo Creador. Pero vuestra
santidad casi infinita, y vuestra dignidad de Madre de Dios os ha colocado
sobre las celestiales jerarquías.
Oh ¡que grandeza la vuestra, Virgen poderosa! Si os obedecen los Ángeles
bienaventurados ¿cuánto de Vos temblarán los espíritus malignos? Y que felicidad
para nosotros, que Vos tengáis tal dominio! He aquí, Señora, nuestros ojos se
dirigen siempre a vuestras manos. De ellas nos ha venido cuanto bueno poseemos,
de ellas esperamos recibir cuanto necesitamos, por ellas queremos ofrecer al
Señor cuanto de bueno practiquemos con su gracia. Nuestro corazón suspira por
amaros, ansían nuestros labios bendeciros, desea veneraros nuestro espíritu y
nuestra alma se complace en suplicaros. Admitid, Señora, nuestros obsequios y
ejerciendo vuestro dominio contra los enemigos de nuestras almas , alejadlos de
nosotros en la hora de nuestra muerte , para que libres de su tiranía nos
gocemos eternamente en vuestra amable servidumbre. Amén.
Oración
para pedir la gracia que se necesita
Oh piadosísima virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra, dignaos
admitir estos obsequios que humildemente consagramos a gloria de vuestro Nombre
Sacrosanto. Indignos somos que nos escuchéis, mas vuestra piedad no sufrirá el
alejarnos de Vos.
Vuestro amor nos trae, vuestra piedad nos convida, y la multitud de
gracias que nos habéis dispensado en medio de nuestras iniquidades, nos obliga
y empeña a bendecir con todas las ansias de nuestro corazón, las grandezas
admirables de vuestra alma y de vuestras perfecciones y prerrogativas inestimables
comprometidas en el Nombre Augusto y venerable que recibisteis del Cielo.
Sea bendito por toda la eternidad, Alábenles las criaturas, todas del
Cielo, de la Tierra y del abismo. Nosotros por todas, le bendecimos y loamos,
esperando poder hacerlo eternamente en la Gloria. Amén.
(Se reza
cinco Ave María con un Gloria en veneración de las cinco letras que
componen el sagrado nombre de MARÍA, y se hará en silencio la súplica de la
gracia especial que se solicita)
Bajo tu
amparo
Bajo tu amparo nos acogemos,
Santa Madre de Dios;
no deseches las oraciones
que te dirigimos
en nuestras necesidades,
antes bien
líbranos de todo peligro,
¡oh Virgen gloriosa y bendita!
Amén.
Oración
de San Alfonso María de Ligorio
Virgen Santísima Inmaculada y Madre mía María, a Vos, que sois la Madre de
mi Señor, la Reina del mundo, la abogada, la esperanza, el refugio de los
pecadores, acudo en este día yo, que soy el más miserable de todos.
Os venero, ¡oh gran Reina!, y os doy las gracias por todos los favores que
hasta ahora me habéis hecho, especialmente por haberme librado del infierno,
que tantas veces he merecido.
Os amo, Señora amabilísima, y por el amor que os tengo prometo serviros
siempre y hacer cuanto pueda para que también seáis amada de los demás.
Pongo en vuestras manos toda mi esperanza, toda mi salvación; admitidme
por siervo vuestro, y acogedme bajo vuestro manto, Vos, ¡oh Madre de
misericordia!
Y ya que sois tan poderosa ante Dios, libradme de todas las tentaciones o
bien alcanzadme fuerzas para vencerlas hasta la muerte. Os pido un verdadero
amor a Jesucristo.
Espero de vos tener una buena muerte; Madre mía, por el amor que tenéis a
Dios os ruego que siempre me ayudéis, pero más en el último instante de mi
vida. No me dejéis hasta que me veáis salvo en el cielo para bendeciros y
cantar vuestras misericordias por toda la eternidad. Así lo espero. Amén.
En el
nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Quinto día de la novena al Santísimo Nombre de María
Por la
señal de la santa cruz. De nuestros enemigos líbranos, Señor, Dios nuestro. En
el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Acto de
contricción
¡Señor mío, Jesucristo!
Dios y Hombre verdadero,
Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita,
y porque os amo sobre todas las cosas,
me pesa de todo corazón de haberos ofendido;
también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno.
Ayudado de vuestra divina gracia
propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me
fuere impuesta.
Amén.
Oración
para invocar el nombre de María
¡Madre de Dios y Madre mía María! Yo no soy digno de pronunciar tu nombre;
pero tú que deseas y quieres mi salvación, me has de otorgar, aunque mi lengua
no es pura, que pueda llamar en mi socorro tu santo y poderoso nombre, que es
ayuda en la vida y salvación al morir.
¡Dulce Madre, María! haz que tu nombre, de hoy en adelante, sea la
respiración de mi vida. No tardes, Señora, en auxiliarme cada vez que te llame.
Pues en cada tentación que me combata, y en cualquier necesidad que
experimente, quiero llamarte sin cesar; ¡María!
Así espero hacerlo en la vida, y así, sobre todo, en la última hora, para
alabar, siempre en el cielo tu nombre amado: “¡Oh clementísima, oh piadosa, oh
dulce Virgen María!” ¡Qué aliento, dulzura y confianza, qué ternura siento con
sólo nombrarte y pensar en ti!
Doy gracias a nuestro Señor y Dios, que nos ha dado para nuestro bien,
este nombre tan dulce, tan amable y poderoso. Señora, no me contento con sólo
pronunciar tu nombre; quiero que tu amor me recuerde que debo llamarte a cada
instante; y que pueda exclamar con san Anselmo: “¡Oh nombre de la Madre de
Dios, tú eres el amor mío!”
Amada María y amado Jesús mío, que vivan siempre en mi corazón y en el de
todos, vuestros nombres salvadores. Que se olvide mi mente de cualquier otro
nombre, para acordarme sólo y siempre, de invocar vuestros nombres adorados.
Jesús, Redentor mío, y Madre mía María, cuando llegue la hora de dejar
esta vida, concédeme entonces la gracia de deciros: “Os amo, Jesús y María;
Jesús y María, os doy el corazón y el alma mía”.
Oración
para el quinto día
Oh Virgen Madre María, cuyo santo Nombre interpretado Mirra del mar, nos
descubre los frutos admirables de vuestras virtudes perfectísimas. Fuisteis de
cierto, Madre nuestra, mirra suavísima y escogida en la presencia del altísimo.
Atraído por su olor el Rey de la Gloria descendió del seno del eterno Padre a
morar en vuestro vientre y engendrasteis así Vos en el mundo la perla de la
inmortalidad. Llena después de amargura en la pasión de vuestro querido JESÚS y
abrasada en el fuego de la caridad más sublime, exhalasteis una suavidad tan
fragante, que embalsamó los cielos y la tierra recreando maravillosamente a sus
moradores. La Iglesia se goza aun percibiendo el aroma exquisito de vuestro
corazón sacrificado por los pecadores al pié de la cruz en la cima del
Calvario.
Oh Madre querida, seamos semejantes a ti los que nos gloriamos de ser
hijos vuestros. La memoria de vuestras penas toleradas por nuestro amor,
amargue nuestros corazones con la mirra de la compunción y encendidos nuestros
pechos en el amor de Jesús ofendido, destilen esta mirra nuestros ojos en
abundantes lagrimas, y destílenla nuestras manos en obras de virtud y
penitencia. Seremos entonces buen olor de Jesucristo, y el Señor no rehusará
habitar en nuestras almas por su gracia, hasta que logremos con la misma ser
coronados de gloria en la feliz eternidad. Amén.
Oración
para pedir la gracia que se necesita
Oh piadosísima virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra, dignaos
admitir estos obsequios que humildemente consagramos a gloria de vuestro Nombre
Sacrosanto. Indignos somos que nos escuchéis, mas vuestra piedad no sufrirá el
alejarnos de Vos.
Vuestro amor nos trae, vuestra piedad nos convida, y la multitud de
gracias que nos habéis dispensado en medio de nuestras iniquidades, nos obliga
y empeña a bendecir con todas las ansias de nuestro corazón, las grandezas
admirables de vuestra alma y de vuestras perfecciones y prerrogativas
inestimables comprometidas en el Nombre Augusto y venerable que recibisteis del
Cielo.
Sea bendito por toda la eternidad, Alábenles las criaturas, todas del
Cielo, de la Tierra y del abismo. Nosotros por todas, le bendecimos y loamos,
esperando poder hacerlo eternamente en la Gloria. Amén.
(Se reza
cinco Ave María con un Gloria en veneración de las cinco letras que
componen el sagrado nombre de MARÍA, y se hará en silencio la súplica de la
gracia especial que se solicita)
Bajo tu amparo
Bajo tu amparo nos acogemos,
Santa Madre de Dios;
no deseches las oraciones
que te dirigimos
en nuestras necesidades,
antes bien
líbranos de todo peligro,
¡oh Virgen gloriosa y bendita!
Amén.
Oración
de San Alfonso María de Ligorio
Virgen Santísima Inmaculada y Madre mía María, a Vos, que sois la Madre de
mi Señor, la Reina del mundo, la abogada, la esperanza, el refugio de los
pecadores, acudo en este día yo, que soy el más miserable de todos.
Os venero, ¡oh gran Reina!, y os doy las gracias por todos los favores que
hasta ahora me habéis hecho, especialmente por haberme librado del infierno,
que tantas veces he merecido.
Os amo, Señora amabilísima, y por el amor que os tengo prometo serviros
siempre y hacer cuanto pueda para que también seáis amada de los demás.
Pongo en vuestras manos toda mi esperanza, toda mi salvación; admitidme
por siervo vuestro, y acogedme bajo vuestro manto, Vos, ¡oh Madre de
misericordia!
Y ya que sois tan poderosa ante Dios, libradme de todas las tentaciones o
bien alcanzadme fuerzas para vencerlas hasta la muerte. Os pido un verdadero
amor a Jesucristo.
Espero de vos tener una buena muerte; Madre mía, por el amor que tenéis a
Dios os ruego que siempre me ayudéis, pero más en el último instante de mi
vida. No me dejéis hasta que me veáis salvo en el cielo para bendeciros y
cantar vuestras misericordias por toda la eternidad. Así lo espero. Amén.
En el
nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Sexto día de la novena al Santísimo Nombre de María
Por la
señal de la santa cruz. De nuestros enemigos líbranos, Señor, Dios nuestro. En
el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Acto de
contricción
¡Señor mío, Jesucristo!
Dios y Hombre verdadero,
Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita,
y porque os amo sobre todas las cosas,
me pesa de todo corazón de haberos ofendido;
también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno.
Ayudado de vuestra divina gracia
propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me
fuere impuesta.
Amén.
Oración
para invocar el nombre de María
¡Madre de Dios y Madre mía María! Yo no soy digno de pronunciar tu nombre;
pero tú que deseas y quieres mi salvación, me has de otorgar, aunque mi lengua
no es pura, que pueda llamar en mi socorro tu santo y poderoso nombre, que es
ayuda en la vida y salvación al morir.
¡Dulce Madre, María! haz que tu nombre, de hoy en adelante, sea la
respiración de mi vida. No tardes, Señora, en auxiliarme cada vez que te llame.
Pues en cada tentación que me combata, y en cualquier necesidad que
experimente, quiero llamarte sin cesar; ¡María!
Así espero hacerlo en la vida, y así, sobre todo, en la última hora, para
alabar, siempre en el cielo tu nombre amado: “¡Oh clementísima, oh piadosa, oh
dulce Virgen María!” ¡Qué aliento, dulzura y confianza, qué ternura siento con
sólo nombrarte y pensar en ti!
Doy gracias a nuestro Señor y Dios, que nos ha dado para nuestro bien,
este nombre tan dulce, tan amable y poderoso. Señora, no me contento con sólo
pronunciar tu nombre; quiero que tu amor me recuerde que debo llamarte a cada
instante; y que pueda exclamar con san Anselmo: “¡Oh nombre de la Madre de
Dios, tú eres el amor mío!”
Amada María y amado Jesús mío, que vivan siempre en mi corazón y en el de
todos, vuestros nombres salvadores. Que se olvide mi mente de cualquier otro
nombre, para acordarme sólo y siempre, de invocar vuestros nombres adorados.
Jesús, Redentor mío, y Madre mía María, cuando llegue la hora de dejar
esta vida, concédeme entonces la gracia de deciros: “Os amo, Jesús y María;
Jesús y María, os doy el corazón y el alma mía”.
Oración
para el sexto día
Oh Virgen Madre María, que os dignasteis interpretar vuestro sagrado
Nombre Madre de misericordia a fin de consolar a un siervo vuestro en la hora
de su muerte. ¿A quién mejor que a Vos clamaremos nosotros miserables y
desolados implorando el alivio de nuestros males y miserias? ¿A quien mejor que
a Vos, verdadera Madre de misericordia? Oh Madre santa, Madre única, Madre
inmaculada, Madre incorrupta, Madre de misericordia, Madre de piedad y de
indulgencia, abrid vuestro seno piadoso y recibid en él a los que estamos
muertos por la culpa. Hijos pródigos pero ya arrepentidos clamamos a Vos, y con
todas las veras de nuestro corazón llenos de confianza os apellidamos Madre nuestra.
Y recordamos oh con cuanto agradecimiento, las veces innumerables, que nos
habéis protegido, defendido y excusado con el divino Padre. Qué fuera ya de
nosotros sin vuestra mediación, Madre amantísima! Continuad, Virgen pía,
vuestros oficios de maternal misericordia para con nosotros desdichados
pecadores. Vos sois nuestro refugio. Vos nuestro consuelo; en Vos está nuestra
esperanza durante la vida, y en Vos confiaremos, cuando acercándose el momento
de comparecer ante el tribunal de Jesucristo, pida justicia contra nosotros
nuestro común enemigo. Haced, oh Madre, que en aquel instante os invoquemos
fervorosos y responded piadosa a nuestra invocación; tomad a vuestro cargo
nuestra defensa, y aplacado el divino Juez por vuestra intercesión logremos con
Vos bendecirle por los siglos de los siglos; Amén.
Oración
para pedir la gracia que se necesita
Oh piadosísima virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra, dignaos
admitir estos obsequios que humildemente consagramos a gloria de vuestro Nombre
Sacrosanto. Indignos somos que nos escuchéis, mas vuestra piedad no sufrirá el
alejarnos de Vos.
Vuestro amor nos trae, vuestra piedad nos convida, y la multitud de
gracias que nos habéis dispensado en medio de nuestras iniquidades, nos obliga
y empeña a bendecir con todas las ansias de nuestro corazón, las grandezas
admirables de vuestra alma y de vuestras perfecciones y prerrogativas
inestimables comprometidas en el Nombre Augusto y venerable que recibisteis del
Cielo.
Sea bendito por toda la eternidad, Alábenles las criaturas, todas del
Cielo, de la Tierra y del abismo. Nosotros por todas, le bendecimos y loamos,
esperando poder hacerlo eternamente en la Gloria. Amén.
(Se reza
cinco Ave María con un Gloria en veneración de las cinco letras que
componen el sagrado nombre de MARÍA, y se hará en silencio la súplica de la
gracia especial que se solicita)
Bajo tu
amparo
Bajo tu amparo nos acogemos,
Santa Madre de Dios;
no deseches las oraciones
que te dirigimos
en nuestras necesidades,
antes bien
líbranos de todo peligro,
¡oh Virgen gloriosa y bendita!
Amén.
Oración
de San Alfonso María de Ligorio
Virgen Santísima Inmaculada y Madre mía María, a Vos, que sois la Madre de
mi Señor, la Reina del mundo, la abogada, la esperanza, el refugio de los pecadores,
acudo en este día yo, que soy el más miserable de todos.
Os venero, ¡oh gran Reina!, y os doy las gracias por todos los favores que
hasta ahora me habéis hecho, especialmente por haberme librado del infierno,
que tantas veces he merecido.
Os amo, Señora amabilísima, y por el amor que os tengo prometo serviros
siempre y hacer cuanto pueda para que también seáis amada de los demás.
Pongo en vuestras manos toda mi esperanza, toda mi salvación; admitidme
por siervo vuestro, y acogedme bajo vuestro manto, Vos, ¡oh Madre de
misericordia!
Y ya que sois tan poderosa ante Dios, libradme de todas las tentaciones o
bien alcanzadme fuerzas para vencerlas hasta la muerte. Os pido un verdadero
amor a Jesucristo.
Espero de vos tener una buena muerte; Madre mía, por el amor que tenéis a
Dios os ruego que siempre me ayudéis, pero más en el último instante de mi
vida. No me dejéis hasta que me veáis salvo en el cielo para bendeciros y
cantar vuestras misericordias por toda la eternidad. Así lo espero. Amén.
En el
nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Séptimo día de la novena al Santísimo Nombre de María
Por la
señal de la santa cruz. De nuestros enemigos líbranos, Señor, Dios nuestro. En
el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Acto de
contricción
¡Señor mío, Jesucristo!
Dios y Hombre verdadero,
Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita,
y porque os amo sobre todas las cosas,
me pesa de todo corazón de haberos ofendido;
también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno.
Ayudado de vuestra divina gracia
propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me
fuere impuesta.
Amén.
Oración
para invocar el nombre de María
¡Madre de Dios y Madre mía María! Yo no soy digno de pronunciar tu nombre;
pero tú que deseas y quieres mi salvación, me has de otorgar, aunque mi lengua
no es pura, que pueda llamar en mi socorro tu santo y poderoso nombre, que es
ayuda en la vida y salvación al morir.
¡Dulce Madre, María! haz que tu nombre, de hoy en adelante, sea la
respiración de mi vida. No tardes, Señora, en auxiliarme cada vez que te llame.
Pues en cada tentación que me combata, y en cualquier necesidad que
experimente, quiero llamarte sin cesar; ¡María!
Así espero hacerlo en la vida, y así, sobre todo, en la última hora, para
alabar, siempre en el cielo tu nombre amado: “¡Oh clementísima, oh piadosa, oh
dulce Virgen María!” ¡Qué aliento, dulzura y confianza, qué ternura siento con
sólo nombrarte y pensar en ti!
Doy gracias a nuestro Señor y Dios, que nos ha dado para nuestro bien,
este nombre tan dulce, tan amable y poderoso. Señora, no me contento con sólo
pronunciar tu nombre; quiero que tu amor me recuerde que debo llamarte a cada
instante; y que pueda exclamar con san Anselmo: “¡Oh nombre de la Madre de
Dios, tú eres el amor mío!”
Amada María y amado Jesús mío, que vivan siempre en mi corazón y en el de
todos, vuestros nombres salvadores. Que se olvide mi mente de cualquier otro
nombre, para acordarme sólo y siempre, de invocar vuestros nombres adorados.
Jesús, Redentor mío, y Madre mía María, cuando llegue la hora de dejar
esta vida, concédeme entonces la gracia de deciros: “Os amo, Jesús y María;
Jesús y María, os doy el corazón y el alma mía”.
Oración
para el séptimo día
Oh Virgen Madre María, toda dulzura, y toda suavidad como lo declara
vuestro Nombre sacrosanto. ¿Quién podrá dignamente celebrar la dulzura de
vuestro trato y la benignidad de vuestra condición? Una sola palabra vuestra
llenó de alegría al mundo y regalando dulcemente los oídos del divino Esposo,
os hizo al mismo tiempo Esposa suya, Madre de Dios. Saludasteis a vuestra
prima Isabel, y apenas vuestra dulce voz resonó en sus oídos, el hijo que
llevaba en sus entrañas, dio saltos de gozo y ella misma fue llena del Espíritu
Santo. Oigamos, Madre nuestra, también vuestra voz; habladnos, Madre dulcísima,
eficazmente al corazón.
Ya sabemos, que nos diréis como a los sirvientes de las bodas de Cana;
Haced lo que mi Hijo os diga: Dadnos pues que llegue a los oídos de nuestra
alma esta vuestra voz, y dadnos voluntad de cumplirla con prontitud y
perfección. Habladnos así mismo, Madre querida, en la hora de nuestra muerte,
allí entre los clamores y remordimientos de nuestra conciencia suene vuestra
voz en nuestros oídos: cuando en medio de nuestras agonías os digamos: Madre,
oigamos de vuestros labios el dulce nombre de hijos, y consolados y reanimados
con tal palabra volemos en vuestros brazos a bendecir para siempre vuestro
Nombre en las moradas eternas de la gloria. Amén.
Oración
para pedir la gracia que se necesita
Oh piadosísima virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra, dignaos
admitir estos obsequios que humildemente consagramos a gloria de vuestro Nombre
Sacrosanto. Indignos somos que nos escuchéis, mas vuestra piedad no sufrirá el
alejarnos de Vos.
Vuestro amor nos trae, vuestra piedad nos convida, y la multitud de
gracias que nos habéis dispensado en medio de nuestras iniquidades, nos obliga
y empeña a bendecir con todas las ansias de nuestro corazón, las grandezas
admirables de vuestra alma y de vuestras perfecciones y prerrogativas
inestimables comprometidas en el Nombre Augusto y venerable que recibisteis del
Cielo.
Sea bendito por toda la eternidad, Alábenles las criaturas, todas del
Cielo, de la Tierra y del abismo. Nosotros por todas, le bendecimos y loamos,
esperando poder hacerlo eternamente en la Gloria. Amén.
(Se reza
cinco Ave María con un Gloria en veneración de las cinco letras que
componen el sagrado nombre de MARÍA, y se hará en silencio la súplica de la
gracia especial que se solicita)
Bajo tu
amparo
Bajo tu amparo nos acogemos,
Santa Madre de Dios;
no deseches las oraciones
que te dirigimos
en nuestras necesidades,
antes bien
líbranos de todo peligro,
¡oh Virgen gloriosa y bendita!
Amén.
Oración
de San Alfonso María de Ligorio
Virgen Santísima Inmaculada y Madre mía María, a Vos, que sois la Madre de
mi Señor, la Reina del mundo, la abogada, la esperanza, el refugio de los
pecadores, acudo en este día yo, que soy el más miserable de todos.
Os venero, ¡oh gran Reina!, y os doy las gracias por todos los favores que
hasta ahora me habéis hecho, especialmente por haberme librado del infierno,
que tantas veces he merecido.
Os amo, Señora amabilísima, y por el amor que os tengo prometo serviros
siempre y hacer cuanto pueda para que también seáis amada de los demás.
Pongo en vuestras manos toda mi esperanza, toda mi salvación; admitidme
por siervo vuestro, y acogedme bajo vuestro manto, Vos, ¡oh Madre de
misericordia!
Y ya que sois tan poderosa ante Dios, libradme de todas las tentaciones o
bien alcanzadme fuerzas para vencerlas hasta la muerte. Os pido un verdadero
amor a Jesucristo.
Espero de vos tener una buena muerte; Madre mía, por el amor que tenéis a
Dios os ruego que siempre me ayudéis, pero más en el último instante de mi
vida. No me dejéis hasta que me veáis salvo en el cielo para bendeciros y
cantar vuestras misericordias por toda la eternidad. Así lo espero. Amén.
En el
nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Octavo día de la novena al Santísimo Nombre de María
Por la
señal de la santa cruz. De nuestros enemigos líbranos, Señor, Dios nuestro. En
el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Acto de
contricción
¡Señor mío, Jesucristo!
Dios y Hombre verdadero,
Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita,
y porque os amo sobre todas las cosas,
me pesa de todo corazón de haberos ofendido;
también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno.
Ayudado de vuestra divina gracia
propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me
fuere impuesta.
Amén.
Oración
para invocar el nombre de María
¡Madre de Dios y Madre mía María! Yo no soy digno de pronunciar tu nombre;
pero tú que deseas y quieres mi salvación, me has de otorgar, aunque mi lengua
no es pura, que pueda llamar en mi socorro tu santo y poderoso nombre, que es
ayuda en la vida y salvación al morir.
¡Dulce Madre, María! haz que tu nombre, de hoy en adelante, sea la
respiración de mi vida. No tardes, Señora, en auxiliarme cada vez que te llame.
Pues en cada tentación que me combata, y en cualquier necesidad que
experimente, quiero llamarte sin cesar; ¡María!
Así espero hacerlo en la vida, y así, sobre todo, en la última hora, para
alabar, siempre en el cielo tu nombre amado: “¡Oh clementísima, oh piadosa, oh
dulce Virgen María!” ¡Qué aliento, dulzura y confianza, qué ternura siento con
sólo nombrarte y pensar en ti!
Doy gracias a nuestro Señor y Dios, que nos ha dado para nuestro bien,
este nombre tan dulce, tan amable y poderoso. Señora, no me contento con sólo pronunciar
tu nombre; quiero que tu amor me recuerde que debo llamarte a cada instante; y
que pueda exclamar con san Anselmo: “¡Oh nombre de la Madre de Dios, tú eres el
amor mío!”
Amada María y amado Jesús mío, que vivan siempre en mi corazón y en el de
todos, vuestros nombres salvadores. Que se olvide mi mente de cualquier otro
nombre, para acordarme sólo y siempre, de invocar vuestros nombres adorados.
Jesús, Redentor mío, y Madre mía María, cuando llegue la hora de dejar
esta vida, concédeme entonces la gracia de deciros: “Os amo, Jesús y María;
Jesús y María, os doy el corazón y el alma mía”.
Oración
para el octavo día
Oh Virgen Madre María, cuyo sagrado Nombre nos revela vuestra celestial
hermosura. Nosotros, Madre bella, nos complacemos singularmente en contemplaros
superior en belleza a todas las criaturas sensibles e insensibles producidas
por la sabia mano del Omnipotente. Con indecible gozo de nuestra alma os
predicamos hermosa cual la luna en su plenitud y escogida como el sol. Os
miramos y admiramos toda linda, toda bella, sin mancha alguna ni sombra de
pecado o de ignorancia. Nos congratulamos de tener una Madre, que fue siempre
objeto de las complacencias del Altísimo; alábenla los astros de la mañana, y
cuya hermosura celebran el sol y la luna admirados, con júbilo universal de los
hijos de Dios.
Oh felicísima, oh bellísima, oh hermosísima sobre todas las hermosuras
inferiores al Creador. Cautive, Madre querida, vuestra casta belleza nuestros
corazones, y enamorados estos de vuestras gracias singulares, jamás sean presa
del amor profano, ni se dejen seducir de la pasajera hermosura de los cuerpos
corruptibles. Agrádenos solamente la belleza de la virtud, la hermosura de la
gracia, el resplandor de la inocencia, estas bellezas que no pasan con los años
, que no se marchitan con la enfermedad , estas bellezas que la muerte
perfecciona y eterniza. Amemos, oh María, tu belleza celestial, y para poder
gozarla conservemos por tu intercesión limpias de toda culpa nuestras almas , a
fin de que terminada nuestra carrera mortal, logremos ser eternos admiradores
de vuestra belleza en la mansión de los justos. Amén.
Oración
para pedir la gracia que se necesita
Oh piadosísima virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra, dignaos
admitir estos obsequios que humildemente consagramos a gloria de vuestro Nombre
Sacrosanto. Indignos somos que nos escuchéis, mas vuestra piedad no sufrirá el
alejarnos de Vos.
Vuestro amor nos trae, vuestra piedad nos convida, y la multitud de
gracias que nos habéis dispensado en medio de nuestras iniquidades, nos obliga
y empeña a bendecir con todas las ansias de nuestro corazón, las grandezas
admirables de vuestra alma y de vuestras perfecciones y prerrogativas
inestimables comprometidas en el Nombre Augusto y venerable que recibisteis del
Cielo.
Sea bendito por toda la eternidad, Alábenles las criaturas, todas del
Cielo, de la Tierra y del abismo. Nosotros por todas, le bendecimos y loamos,
esperando poder hacerlo eternamente en la Gloria. Amén.
(Se reza
cinco Ave María con un Gloria en veneración de las cinco letras que
componen el sagrado nombre de MARÍA, y se hará en silencio la súplica de la
gracia especial que se solicita)
Bajo tu
amparo
Bajo tu amparo nos acogemos,
Santa Madre de Dios;
no deseches las oraciones
que te dirigimos
en nuestras necesidades,
antes bien
líbranos de todo peligro,
¡oh Virgen gloriosa y bendita!
Amén.
Oración
de San Alfonso María de Ligorio
Virgen Santísima Inmaculada y Madre mía María, a Vos, que sois la Madre de
mi Señor, la Reina del mundo, la abogada, la esperanza, el refugio de los
pecadores, acudo en este día yo, que soy el más miserable de todos.
Os venero, ¡oh gran Reina!, y os doy las gracias por todos los favores que
hasta ahora me habéis hecho, especialmente por haberme librado del infierno,
que tantas veces he merecido.
Os amo, Señora amabilísima, y por el amor que os tengo prometo serviros
siempre y hacer cuanto pueda para que también seáis amada de los demás.
Pongo en vuestras manos toda mi esperanza, toda mi salvación; admitidme
por siervo vuestro, y acogedme bajo vuestro manto, Vos, ¡oh Madre de
misericordia!
Y ya que sois tan poderosa ante Dios, libradme de todas las tentaciones o
bien alcanzadme fuerzas para vencerlas hasta la muerte. Os pido un verdadero
amor a Jesucristo.
Espero de vos tener una buena muerte; Madre mía, por el amor que tenéis a
Dios os ruego que siempre me ayudéis, pero más en el último instante de mi
vida. No me dejéis hasta que me veáis salvo en el cielo para bendeciros y
cantar vuestras misericordias por toda la eternidad. Así lo espero. Amén.
En el
nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Noveno día de la novena al Santísimo Nombre de María
Por la
señal de la santa cruz. De nuestros enemigos líbranos, Señor, Dios nuestro. En
el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Acto de
contricción
¡Señor mío, Jesucristo!
Dios y Hombre verdadero,
Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita,
y porque os amo sobre todas las cosas,
me pesa de todo corazón de haberos ofendido;
también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno.
Ayudado de vuestra divina gracia
propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me
fuere impuesta.
Amén.
Oración
para invocar el nombre de María
¡Madre de Dios y Madre mía María! Yo no soy digno de pronunciar tu nombre;
pero tú que deseas y quieres mi salvación, me has de otorgar, aunque mi lengua
no es pura, que pueda llamar en mi socorro tu santo y poderoso nombre, que es
ayuda en la vida y salvación al morir.
¡Dulce Madre, María! haz que tu nombre, de hoy en adelante, sea la
respiración de mi vida. No tardes, Señora, en auxiliarme cada vez que te llame.
Pues en cada tentación que me combata, y en cualquier necesidad que
experimente, quiero llamarte sin cesar; ¡María!
Así espero hacerlo en la vida, y así, sobre todo, en la última hora, para
alabar, siempre en el cielo tu nombre amado: “¡Oh clementísima, oh piadosa, oh
dulce Virgen María!” ¡Qué aliento, dulzura y confianza, qué ternura siento con
sólo nombrarte y pensar en ti!
Doy gracias a nuestro Señor y Dios, que nos ha dado para nuestro bien,
este nombre tan dulce, tan amable y poderoso. Señora, no me contento con sólo
pronunciar tu nombre; quiero que tu amor me recuerde que debo llamarte a cada
instante; y que pueda exclamar con san Anselmo: “¡Oh nombre de la Madre de
Dios, tú eres el amor mío!”
Amada María y amado Jesús mío, que vivan siempre en mi corazón y en el de
todos, vuestros nombres salvadores. Que se olvide mi mente de cualquier otro
nombre, para acordarme sólo y siempre, de invocar vuestros nombres adorados.
Jesús, Redentor mío, y Madre mía María, cuando llegue la hora de dejar
esta vida, concédeme entonces la gracia de deciros: “Os amo, Jesús y María;
Jesús y María, os doy el corazón y el alma mía”.
Oración
para el noveno día
Oh Virgen Madre María, cuyo sagrado Nombre interpretado por el Crisóstomo:
Gran Milagro, nos revela vuestra suma perfección, y nos enseña a miraros como
la criatura predilecta del Altísimo. Así es en verdad, Madre nuestra, con
placer indecible lo reconocemos y confesamos. Milagro sois de la gracia que se
anticipó a la muerte de Jesucristo para redimiros en virtud suya y librarnos de
la culpa original.
Milagro sois del divino Espíritu, por cuya soberana
operación brillan en Vos juntamente la flor de la Virginidad, y los frutos de
la Maternidad, siendo Virgen fecunda y Madre intacta.
Milagro sois que al cielo asombra, contemplándoos criatura y Madre del
Creador. Haced, oh Madre, que la consideración de tanta grandeza vuestra excite
en nuestras almas vivos deseos de contemplaros eternamente, y que para
conseguir tanta dicha nos resolvamos de una vez a renunciar al pecado y
practicar las máximas del Evangelio, cuya fiel y constante observancia nos haga
merecedores de gozar de vuestra presencia y bendecir con Vos en el cielo al que
vive y reina Dios por los siglos de los siglos. Amén.
Oración
para pedir la gracia que se necesita
Oh piadosísima virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra, dignaos
admitir estos obsequios que humildemente consagramos a gloria de vuestro Nombre
Sacrosanto. Indignos somos que nos escuchéis, mas vuestra piedad no sufrirá el
alejarnos de Vos.
Vuestro amor nos trae, vuestra piedad nos convida, y la multitud de
gracias que nos habéis dispensado en medio de nuestras iniquidades, nos obliga
y empeña a bendecir con todas las ansias de nuestro corazón, las grandezas admirables
de vuestra alma y de vuestras perfecciones y prerrogativas inestimables
comprometidas en el Nombre Augusto y venerable que recibisteis del Cielo.
Sea bendito por toda la eternidad, Alábenles las criaturas, todas del
Cielo, de la Tierra y del abismo. Nosotros por todas, le bendecimos y loamos,
esperando poder hacerlo eternamente en la Gloria. Amén.
(Se reza
cinco Ave María con un Gloria en veneración de las cinco letras que
componen el sagrado nombre de MARÍA, y se hará en silencio la súplica de la gracia
especial que se solicita)
Bajo tu
amparo
Bajo tu amparo nos acogemos,
Santa Madre de Dios;
no deseches las oraciones
que te dirigimos
en nuestras necesidades,
antes bien
líbranos de todo peligro,
¡oh Virgen gloriosa y bendita!
Amén.
Oración
de San Alfonso María de Ligorio
Virgen Santísima Inmaculada y Madre mía María, a Vos, que sois la Madre de
mi Señor, la Reina del mundo, la abogada, la esperanza, el refugio de los
pecadores, acudo en este día yo, que soy el más miserable de todos.
Os venero, ¡oh gran Reina!, y os doy las gracias por todos los favores que
hasta ahora me habéis hecho, especialmente por haberme librado del infierno,
que tantas veces he merecido.
Os amo, Señora amabilísima, y por el amor que os tengo prometo serviros
siempre y hacer cuanto pueda para que también seáis amada de los demás.
Pongo en vuestras manos toda mi esperanza, toda mi salvación; admitidme
por siervo vuestro, y acogedme bajo vuestro manto, Vos, ¡oh Madre de
misericordia!
Y ya que sois tan poderosa ante Dios, libradme de todas las tentaciones o
bien alcanzadme fuerzas para vencerlas hasta la muerte. Os pido un verdadero
amor a Jesucristo.
Espero de vos tener una buena muerte; Madre mía, por el amor que tenéis a
Dios os ruego que siempre me ayudéis, pero más en el último instante de mi
vida. No me dejéis hasta que me veáis salvo en el cielo para bendeciros y
cantar vuestras misericordias por toda la eternidad. Así lo espero. Amén.
En el
nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Fiesta del Santo Nombre de María
Enciclopedia
Católica
Veneramos el nombre de María porque pertenece a ella que es la madre de Dios, la más santa de las criaturas, la Reina de cielos y tierra, la Madre de Misericordia. El objeto de la celebración es la Santísima Virgen con el nombre de Mirjam (María); la fiesta conmemora todos los privilegios concedidos a maría por Dios y todas las gracias que hemos recibido por su intercesión y mediación. Fue instituida en 1513 en Cuenca, España, y asignada con propio Oficio al 15 de Septiembre, la octava de la Natividad de María. Después de la reforma del Breviario por San Pío V, por decreto de Sixto V (16 de enero de 1587), fue transferida al 17 de Sept. En 1622 fue extendida a la Arquidiócesis de Toledo por GregorioXV. Después de 1625 la Congregación de los Ritos titubeó por un rato antes de autorizar que se extendiera más (comparar con los siete decretos "Analecta Juris Pontificci", LVIII, decr 716 sqq). Pero era celebrada por los Trinitarios españoles en 1640 (Ordo Hispan., 1640). En Nov. 15 de 1658, fue concedida la fiesta al Oratorio del cardenal Berulle bajo el título: Solemnitas Gloriosae Virginis,dupl. cum. oct., 17 Sept. Con el título original, SS. Nominis B.M.V., fue concedida a toda España y el reino de Nápoles el 26 de Enero de 1671. Después del sito de Viena y la gloriosa victoria de Sobieskl sobre los turcos (12 de Sept., 1683), la fiesta fue extendida a la Iglesia universal por Inocente XI, y asignada al domingo después de la Natividad de María por decreto del 25 de Nov. de 1683 (duplex majus); fue concedida a Austria como d. 2. classis el primero de Agosto de 1654. De acuerdo al decreto del 8 de Julio de 1908, cuando la fiesta no puede ser celebrada en su propio domingo porque lo ocupe una fiesta de mayor jerarquía, deberá dejarse, deberá dejarse en el 12 de Septiembre, el día en que se celebra la victoria de Sobieski en la Martirología Romana. El calendario de las monjas de la Adoración Perpetua, O.S.B. del año 1827 en Francia, tiene la fiesta con un oficio especial el 25 de Sept. La fiesta del Santo Nombre de maría, es la fiesta patronal de los Clérigos Regulares de las Pías Escuelas (Piaristas) y de la Sociedad de María )Marianistas), en ambos casos con un oficio propio. En 1666 los Carmelitas Descalzos recibieron la facultad de recitar el Oficio del Nombre de María cuatro veces al año (duplex). En Roma, una de las iglesias gemelas en el Foro Trajano está dedicada al Nombre de maría. En el Calendario Ambrosiano de Milán la fiesta del Santo Nombre de María está asignado al 11 de Septiembre.
FREDERICK G. HOLWECK Transcrito por Joseph P.
Thomas Dedicado a Mary Thomas Traducido por Javier L. Ochoa Medina
Selección de imágenes: José Gálvez Krüger
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