"Ventana abierta"
NO A LA IDOLATRÍA DEL DINERO
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
"Nadie puede estar al servicio de dos amos. Porque despreciará a uno y
querrá al otro; o, al contrario, se dedicará al primero y no hará caso del
segundo. No podéis servir a Dios y al dinero.
Por eso os digo: No estéis
agobiados por la vida, pensando qué vais a comer o beber, ni por el cuerpo,
pensando con qué os vais a vestir. ¿No vale más la vida que el alimento, y el
cuerpo que el vestido? Mirad a los pájaros: ni siembran, ni siegan, ni
almacenan y, sin embargo, vuestro Padre celestial los alimenta. ¿No valéis
vosotros más que ellos?
¿Quién de vosotros, a fuerza de agobiarse,
podrá añadir una hora al tiempo de su vida? ¿Por qué os agobiáis por el
vestido? Fijaos cómo crecen los lirios del campo: ni trabajan ni hilan. Y os
digo que ni Salomón, en todo su fasto, estaba vestido como uno de ellos. Pues,
si a la hierba, que hoy está en el campo y mañana se quema en el horno, Dios la
viste así, ¿no hará mucho más por vosotros, gente de poca fe? No andéis
agobiados, pensando qué vais a comer, o qué vais a beber, o con qué os vais a
vestir. Los gentiles se afanan por esas cosas. Ya sabe vuestro Padre del cielo
que tenéis necesidad de todo eso. Sobre todo buscad el reino de Dios y su
justicia; lo demás se os dará por añadidura. Por tanto, no os agobiéis por el
mañana, porque el mañana traerá su propio agobio. A cada día le bastan sus
disgustos."
Comentarios: José Antonio Pagola.
EL Dinero, convertido
en ídolo absoluto, es para Jesús el mayor enemigo de ese mundo más digno, justo
y solidario que quiere Dios. Hace ya veinte siglos que el Profeta de Galilea
denunció de manera rotunda que el culto al Dinero será siempre el mayor obstáculo
que encontrará la Humanidad para progresar hacia una convivencia más humana.
La lógica de Jesús es
aplastante: “No podéis servir a Dios y al Dinero”. Dios no puede
reinar en el mundo y ser Padre de todos, sin reclamar justicia para los que son
excluidos de una vida digna. Por eso, no pueden trabajar por ese mundo más
humano querido por Dios los que, dominados por el ansia de acumular riqueza,
promueven una economía que excluye a los más débiles y los abandona en el
hambre y la miseria.
Es sorprendente lo
que está sucediendo con el Papa Francisco. Mientras los medios de comunicación
y las redes sociales que circulan por internet nos informan, con toda clase de
detalles, de los gestos más pequeños de su personalidad admirable, se oculta de
modo vergonzoso su grito más urgente a toda la Humanidad: “No a una economía de
la exclusión y la iniquidad. Esa
economía mata”.
Sin embargo,
Francisco no necesita largas argumentaciones ni profundos análisis para exponer
su pensamiento. Sabe resumir su indignación en palabras claras y expresivas que
podrían abrir el informativo de cualquier telediario, o ser titular de la
prensa en cualquier país. Solo algunos ejemplos.
“No puede ser que no
sea noticia que muera de frío un anciano en situación de la calle y que sí lo
sea la caída de dos puntos en la bolsa. Eso es exclusión. No se puede
tolerar que se tire comida cuando hay gente que pasa hambre. Eso es iniquidad”.
Vivimos “en la
dictadura de una economía sin rostro y sin un objetivo verdaderamente humano”.
Como consecuencia, “mientras las ganancias de unos pocos crecen
exponencialmente, las de la mayoría se quedan cada vez más lejos del bienestar
de esa minoría feliz”.
“La cultura del
bienestar nos anestesia, y perdemos la calma si el mercado ofrece algo que
todavía no hemos comprado, mientras todas esa vidas truncadas por falta de
posibilidades nos parecen un espectáculo que de ninguna manera nos altera”.
Como ha dicho él
mismo: “este mensaje no es marxismo sino Evangelio puro”. Un mensaje que tiene
que tener eco permanente en nuestras comunidades cristianas. Lo contrario
podría ser signo de lo que dice el Papa: “Nos estamos volviendo incapaces de
compadecernos de los clamores de los otros, ya no lloramos ante el drama de los
demás”.
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