"Ventana abierta"
Papa Francisco
Asunción de la Virgen María
15 – Agosto - 2019
Este jueves 15 de agosto se celebra la Asunción
de la Virgen María y el Papa ha rezado el Ángelus en la Plaza de San Pedro
junto a miles de peregrinos allí presentes. Y en su intervención ha recordado
que esta festividad mariana “es una llamada para todos, especialmente
para cuantos están afligidos por dudas y tristezas, y viven con la mirada
dirigida hacia abajo”.
De este modo, Francisco pidió: “Miremos hacia
arriba, el cielo está abierto; no despierta temor, ya no está distante,
porque en el umbral del cielo hay una madre que nos espera”.
Levantar la mirada a las
"grandes cosas"
Ante los afligidos que viven con la mirada
dirigida hacia abajo, “persiguiendo cosas de poca importancia: prejuicios,
rencores, rivalidades, envidias, bienes materiales superfluos....” y ante
tantas mezquindades en la vida, el Papa recordó que María invita a
levantar la mirada a las "grandes cosas" que el Señor ha realizado en
ella.
“Cada vez que tomamos el Rosario en nuestras
manos y le rezamos, damos un paso adelante hacia la gran meta de la vida. Dejémonos
atraer por la verdadera belleza, no nos dejemos absorber por las pequeñas cosas
de la vida, sino escojamos la grandeza del cielo. Que la Santa Virgen, Puerta
al cielo, nos ayude a mirar cada día con confianza y alegría allá, donde está
nuestra verdadera casa”, recordó el Papa a los presentes, tal y como
recoge Vatican News.
María exulta a causa de Dios
Al reflexionar el Evangelio del día en el que
se lee que la Santa Virgen reza diciendo: "Mi alma magnifica al Señor y mi
espíritu se regocija en Dios, mi Salvador", Francisco menciona los verbos
de esta oración: magnifica y exulta, y al respecto recuerda que se exulta
cuando sucede algo tan bello que no basta con regocijarse dentro, en el alma,
sino que se quiere expresar la felicidad con todo el cuerpo: entonces se
regocija. “María exulta a causa de Dios. Quién sabe si a nosotros también
nos ha sucedido de exultar por el Señor: exultamos por un resultado
obtenido, por una bella noticia recibida, pero hoy María nos enseña a exultar
en Dios, porque Él hace "grandes cosas”.
A las grandes cosas se alude con el otro verbo:
magnificar. En efecto, magnificar significa exaltar una realidad por su
grandeza, por su belleza... “María exalta la grandeza del Señor, lo alaba
diciendo que Él es verdaderamente grande”. Al respecto, el Santo
Padre, dijo que en la vida es importante buscar cosas grandes, de lo contrario
uno se pierde detrás de tantas cosas pequeñas. María nos demuestra que, si
queremos que nuestra vida sea feliz, en primer lugar, hay que poner a Dios,
porque sólo Él es grande. Dios es alegría no aburrimiento, afirmó.
“María es asunta al cielo: pequeña y humilde,
es la primera en recibir la más alta gloria. Ella, que es una criatura
humana, una de nosotros, alcanza la eternidad en alma y cuerpo”. Y allí nos
espera, dijo por último Francisco, allí nos espera como una madre espera que
sus hijos vuelvan a casa. En efecto el pueblo de Dios la invoca como la
"puerta al cielo".
"Hoy miramos a María y vemos la meta"
Para acabar, añadió que “nosotros estamos en
camino, peregrinos a la casa de allá arriba. Hoy miramos a María y
vemos la meta. Vemos que una criatura ha sido asumida a la gloria de
Jesucristo resucitado, y esa criatura sólo podía ser ella, la Madre del
Redentor”.
En el paraíso, junto a Cristo, el nuevo Adán,
está también ella, María, la nueva Eva, y esto, dijo el Papa, nos da consuelo y
esperanza en nuestra peregrinación acá abajo. La Virgen María, es la
Reina del cielo, y es nuestra madre. Nos ama, nos sonríe y nos socorre con
cuidado. Como toda madre, quiere lo mejor para sus hijos y nos dice:
"Ustedes son preciosos a los ojos de Dios; no están hechos para las
pequeñas satisfacciones del mundo, sino para las grandes alegrías del
cielo".
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