"Ventana abierta"
Dominicas Lerma
Comentarios a la Palabra de Dios
ASUNCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA
SOLEMNIDAD
Ap.11,19a ; 12,1-6a. 10ab
19 Y se abrió el Santuario de Dios en
el cielo, y apareció el arca de su alianza en el Santuario
1 Una gran señal apareció en el
cielo: una Mujer, vestida del sol, con la luna bajo sus pies, y una corona de
doce estrellas sobre su cabeza;
2 está encinta, y grita con los
dolores del parto y con el tormento de dar a luz.
3 Y apareció otra señal en el cielo:
un gran Dragón rojo, con siete cabezas y diez cuernos, y sobre sus cabezas
siete diademas.
4 Su cola arrastra la tercera parte de
las estrellas del cielo y las precipitó sobre la tierra. El Dragón se detuvo
delante de la Mujer que iba a dar a luz, para devorar a su Hijo en cuanto lo
diera a luz.
5 La mujer dio a luz un Hijo varón,
el que ha de regir a todas las naciones con cetro de hierro; y su hijo fue
arrebatado hasta Dios y hasta su trono.
6 Y la mujer huyó al desierto, donde
tiene un lugar preparado por Dios
10 Oí entonces una fuerte voz que
decía en el cielo: « Ahora ya ha llegado la salvación, el poder y el reinado de
nuestro Dios y la potestad de su Cristo, porque ha sido arrojado el acusador de
nuestros hermanos, el que los acusaba día y noche delante de nuestro Dios
(v.11, 19) - Después que en el
cántico de los ancianos, sólo había oído Juan de la recompensa de los justos,
al final, en una visión simbólica se le muestrasu morada
actual y la meta final bienaventurada de todo lo que existe: es el cielo representado
en la imagen del Templo de Jerusalén donde en otro tiempo
había estado la presencia de Jahvé, en medio de su pueblo. Juan penetra con su
mirada hasta el lugar Santísimo donde estaba el arca de la Alianza. El arca
contenía el documento y las prendas de la 1ª alianza pasajera, modelo de la
alianza nueva y eterna con la que se ha de concluir la historia. Esta nueva alianza,
se ha hecho ahora realidad en su consumación bienaventurada (21,1-22,5).
(v.12, 1-2)- Todo lo que sucede en el
mundo, incluso lo que no está bien, sólo puede comprenderse desde Dios; por
ello, esta visión que quiere esclarecer la disputa entre la Iglesia de
Dios y el poder del mundo comienza por el giro de la historia más
trascendental: la encarnación del Hijo de Dios. El tiempo final en
el que se restaurará todo hasta la consumación, está aquí, condensado con
brevedad magistral en este cap. 12.
- Con base en dos
grandes señales: la mujer y el dragón, se desarrolla el
misterio de la Iglesia. Conocer éste es necesario para poder soportar los
últimos tiempos que preceden al fin. La primera mirada es al Redentor
del mundo para resistir mejor el espectáculo del poder aniquilador del Anticristo.
La 1ª señal, la ve Juan en una figura de mujer, radiante de luz.
Todas las luces del cosmos la rodean: el sol de vestido, la
luna, su pedestal y 12 estrellas por diadema. En contraste
oye el vidente a la mujer, dar gritos de dolor y sufre
los dolores del parto.
(v.12, 3-4)- La
2ª señal está caracterizada por su color, su figura monstruosa
y su acción destructora, como un ser del abismo que rompe el orden y ama el
caos y la oscuridad: es el adversario de Dios que devasta el mundo y quiere
cambiar los planes de salvación (12,9). Este monstruo intenta ser el mismo Dios
(Dan7,7)(8,10); se presenta como una imitación del Cordero. De
los 7 ojos, símbolos del Espíritu de Dios (5,6) se han hecho 7
cabezas; los 7 cuernos (5,6) se han elevado a 10 y las ´´muchas diademas´´
(19,12) son 7 coronas. Esta imagen tan desequilibrada ha pasado a ser
perversión, intentando negar el poder de Dios. El diablo es efectivamente muy
fuerte (¨diez cuernos¨) y es ¨príncipe de este mundo¨, de aquí las 7
coronas (Jn.12,31; 14,30) y tiene una grande furia de destrucción: “barre
1/3 de las estrellas”. Así está ante la mujer indefensa, dispuesto
a devorar al niño que dé a luz.
(v. 12, 5) -
El recién nacido, es el Mesías prometido (Sal. 2,9) que ha de arrojar al
príncipe de este mundo (Jn.12,31) de aquí la tensión de la lucha por destruir
al niño. Un niño recién nacido y un furioso dragón,
todo hace prometer el éxito a este último, pero interviene Dios
mismo y le salva constituyéndole soberano junto a El en su trono. He
aquí toda la biografía de Jesús a lo largo de su vida con las insinuantes
apariciones de Satanás y por fin, después de la muerte en cruz, su gloriosa
exaltación a la derecha del Padre (Jn.12,31s). Se pone de relieve la convicción
misma de San Pablo de que lo débil de Dios es más fuerte que los
hombres (1ªCor.1,27s.) Las derrotas de la vida de Jesús, son sólo
aparentes.
(v.12, 6) - No ha
de ser otra la suerte de la Iglesia que como una débil mujer parece entregada a
la fuerza de Satanás. Pero Dios se interesa por ella lo mismo que por su Ungido
y frustra todos los planes del Adversario. Aunque su marcha por la tierra se
parezca mucho a la fuga del primer pueblo de Dios que huye del faraón, sin
embargo viene protegida por Dios y conducida a la meta por su peligroso
camino; los 1260 días son la época de la ocupación de
Jerusalén por los gentiles (11,2), de la aparición de los dos testigos (11,3),
y de la dominación del Anticristo(13,5).
- Este (v6), sin
lugar duda, cómo entendió Juan, la “mujer” apocalíptica: es la
Madre del Mesías, no en la persona histórica única de la Virgen
María, sino en el pueblo del A.T. de la alianza, la persona
colectiva que iba a dar al mundo el Mesías de Dios como salvador (Rm.9,5). Las
doce estrellas de la diadema nos remiten a las doce tribus de Israel.
Los dolores del parto a (Is66,7-9; Miq4,9s). Pero en esta visión, la madre del
Mesías, desborda el marco de Israel cuando huye al desierto donde Dios le
prepara un asilo durante la época del Anticristo.
El pueblo del A.T. se transforma en
el del N.T. en la Iglesia de Jesús. Ambos forman unidad.
Otra transformación en la imagen: la
mujer luminosa pasa a ser la pobre perseguida en el desierto: ser sobrenatural
y terrestre, vocación eterna y suerte pasajera de esta Iglesia. La comunidad de
salvación de la Jerusalén celestial, tiene también su realización terrestre
(Gal4,26; Hb12,22). Así la mujer, símbolo profundísimo en el Apocalipsis, es el
pueblo de Dios en toda su extensión: histórica y celeste.
I Cor. 15,
20-26a.28
20 ¡Pero no! Cristo resucitó de entre
los muertos como primicias de los que durmieron.
21 Porque, habiendo venido por un
hombre la muerte, también por un hombre viene la resurrección de los muertos.
22 Pues del mismo modo que en Adán
mueren todos, así también todos revivirán en Cristo.
23 Pero cada cual en su rango: Cristo
como primicias; luego los de Cristo en su Venida.
24 Luego, el fin, cuando entregue a
Dios Padre el Reino, depués de haber destruido todo Principado, Dominación y
Potestad.
25 Porque debe él reinar hasta que
ponga a todos sus enemigos bajo sus pies.
26 El último enemigo en ser destruido
será la Muerte.
27 Porque ha sometido todas las cosas
bajo sus pies. Mas cuando diga que « todo está sometido », es evidente que se
excluye a Aquel que ha sometido a él todas las cosas.
28 Cuando hayan sido sometidas a él
todas las cosas, entonces también el Hijo se someterá a Aquel que ha sometido a
él todas las cosas, para que Dios sea todo en todo.
(v.
20) - Con este “pero no” liberador
y triunfal, pasa Pablo de la prolongada argumentación negativa (“si no”) a la positiva
de la certeza de la redención. A la luz de la resurrección ilumina
toda la historia del mundo y de la salvación. Cristo es y sigue siendo el
Resucitado. “Primicias” procede del lenguaje cúltico del Antiguo Testamento y se
refiere a las primeras gavillas o frutos de la cosecha, que eran consagrados y
presentados a Dios como reconocimiento de su supremacía, de la que se recibe
toda bendición. Con esta ceremonia se abría la recolección y podía considerarse
como santificado todo cuanto se recolectaba (Rom. 11, 16). Así pues la
resurrección de Cristo atrae hacia sí la de todos los hombres, es un “comienzo”.
(v. 21-22)
- Y hace la comparación con la conexión de la humanidad adánica
(Nm. 5, 12-21). Ve S. Pablo aquí un paralelo universal puesto
por la libre voluntad de Dios entre la situación de condena introducida por
Adán y la situación salvífica que se apoya en Cristo (la primera sólo se conoce
desde el contexto de la salvación). ¿Se puede decir, a partir de que “todos los hijos
de Adán mueren” de igual manera que participarán de Cristo?. Su atención se centra
sólo en los creyentes de Corinto. Pero la idea de una redención universal está
dentro del pensamiento de S. Pablo (11, 32). En este planteamiento se abre una
esperanza que incluye a “todos”, aunque algunos se puedan perder. En el (v. 21), no hay
ningún verbo, en el (v. 22) hay varios “todos mueren” en presente y “todos serán vueltos a la vida” en futuro.
Los herejes de Corinto decían de la resurrección como algo espiritual, existencial
y ya ocurrido. S. Pablo acentúa frente a ellos que lo decisivo está aún por
venir.
(v.
23) - Aquí se da un “orden” cronológico
y categorial y en ambos Cristo es el primero. En el segundo
todos los de Cristo por la fe y el bautismo y después “todos”, es
decir, “el fin” = TELOS.
(v.
24) - Aquí el contenido es más
amplio, no solo el final de la historia, sino su finalidad (Dan
cap. 2 y 7): los santos desplazarán a los reinos de la tierra, principados,
potestades: no sólo son éstos los poderes demoníacos (2, 8) sino también esas
fuerzas indefinibles pero eficaces que obstaculizan la voluntad humana.
(v.
25) - Seis veces encontramos la
idea de sometimiento de los enemigos (v. 25-28). “El tiene que
reinar”, se desarrolla
en estos versículos la teología del reinado de Cristo y una
especie de teología de la historia. El tiempo tiene una meta, hay
un avance en el tiempo. Principio: resurrección de Cristo y fin: victoria sobre
la muerte, están claramente expresados. Lo intermedio se expresa con “hasta que” se alude a
los salmos mesiánicos (Sal. 8, 7; 109, 1).
(v.
28) - Hay intercambio en
el sometimiento. Según los salmos, Dios somete todas las cosas al
Hijo del Hombre, pero para S. Pablo esto no es el estado definitivo, ve más
lejos que en los salmos que aprecian un reino terrenal. El dominio del Hijo no
cesará nunca como nunca dejará de ser Hijo. Se expresa así: Todo el universo
verá que lo único que ha interesado a Jesús es la gloria del Padre, de Dios.
Sus cercanos, los que han vivido de su Espíritu lo experimentarán vivamente, lo
que les unía a Jesús, desemboca finalmente en Dios. Todos participarán de Dios,
pero habrá grados: “para que Dios lo sea todo en todos”. El hombre es
definido como una “capacidad de Dios” (Ef. 3, 19) (Col. 1, 19) (Rm. 8, 29) (Rm. 8, 17)
(Jn. 1, 16).
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