Fuego para purificar las conciencias, calentar las entrañas frías, iluminar las zonas oscuras, los caminos y sendas que nos llevan a tu presencia.
Fuego para incendiar todas las barreras y murallas, poner en ascuas los corazones.
Fuego para calcinar las cuerdas que nos atan.
Fuego para avivar las mechas humeantes, los rescoldos de toda obra buena.
Fuego que dé calor al mundo, que abrase la maldad y la mentira, que haga llamear la justicia.
Tu Fuego, Señor, es llama y hoguera, horno y brasero, lámpara y faro, cirio pascual que ilumina el camino a la Vida.
Fuego que da brillo a tu Iglesia.
Tu Fuego que arde sin consumirse, que levanta los ánimos caídos, que infunde calor de vida en el hielo.
Fuego que prende y enamora. Luz interior, llamarada incontenible, volcán, rayo, rescoldo mañanero.
Prende el Fuego de tu Amor en el mundo, Señor, ¡ojalá estuviera ya ardiendo! Amén".
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