"Ventana abierta"
Rincón para orar
Sor Matilde
SOLICITUD DE LAS COSAS TEMPORALES
19 « No os amontonéis tesoros en la tierra,
donde hay polilla y herrumbre que corroen, y ladrones que socavan y
roban.
20 Amontonaos más bien
tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni herrumbre que corroan, ni ladrones
que socaven y roben.
21 Porque donde esté tu
tesoro, allí estará también tu corazón.
22 « La lámpara del cuerpo
es el ojo. Si tu ojo está sano, todo tu cuerpo estará luminoso;
23 pero si tu ojo está
malo, todo tu cuerpo estará a oscuras. Y, si la luz que hay en ti es oscuridad,
¡qué oscuridad habrá! (Mt. 6, 19-23)
Los bienes de este mundo son efímeros.
Cuando ponemos en ellos nuestro corazón, hacen en él el efecto de la polilla y
la carcoma, que lo corroen. La avaricia de los bienes, ya sea poder o riquezas,
es el origen de todos los conflictos y guerras: “Yo y nada más que yo con mis
ambiciones y deseo desordenado de las cosas”. Y nos puede decir el Señor
aquello que dijo al necio: “Esta noche te van a pedir cuentas de la vida, y lo
que has acumulado ¿para quién será?”.
Vivir apoyados en los tesoros de la tierra
nos hace ciegos ante los verdaderos tesoros, que son las obras buenas y una
vida confiada en la Providencia del Padre Celestial, que se complace en
embellecer las cosas más pequeñas, como es la hierba del campo. ¿Cómo no va a
embellecer el alma de sus criaturas, los hombres, con la semejanza a su Hijo
Único y a nuestro Maestro y hermano?. Dios nos quiere dar “todo” y nosotros nos
empeñamos en acumular “pocos”. Y estos “pocos” son los bienes que Él nos
regaló, como de pasada, para que los gozáramos y, sobre todo, los
compartiéramos.
Jesús es el más poderoso, el Poderoso, y “no
reputó un codiciado botín” al decirnos que era igual a Dios, sino que “se abajó
hasta la condición de esclavo”. Y nos dijo con su Palabra de Verdad que “el que
quiera ambicionar ser el primero de todos, ha de ser el servidor de todos”,
porque Él “no ha venido a que le sirvan, sino a servir y dar su vida”. ¿Cómo
Dios no nos dará todo con Él?. ¿Por qué ambicionar y acumular “migajas que caen
de la mesa de Dios”?...
Miremos de continuo a Jesús y se nos
quitarán las ganas de acumular: nació en un mísero pesebre. Es verdad, de una
Madre Virgen, pero muy humilde y pobre, así como su padre adoptivo, José, lo
fue también. Este, no pudo darle a Jesús una herencia en bienes materiales,
pero sí le enseñó un oficio y siempre le protegió, en su pobreza. Y ya hombre
maduro, aseguró que “el Hijo del Hombre no tenía donde reclinar su cabeza”.
Vivía de la generosidad de sus discípulos y mujeres que lo seguían… ¿Y qué
decir en su muerte?: fue muerto como un malhechor y se repartieron sus
vestidos…, con nada material entró en el Reino de su Padre, para decirnos que
en el cielo no hay tesoros de dinero o de poder…
¡Jesús, enséñanos a despojarnos, para que
nuestro ojo interior alumbre nuestro corazón con tu Luz, que no conoce el
ocaso!…
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