"Ventana abierta"
Rincón para orar
Sor Matilde
EL DISCÍPULO AMADO
20 Pedro se vuelve y ve siguiéndoles detrás,
al discípulo a quién Jesús amaba, que además durante la cena se había recostado
en su pecho y le había dicho: « Señor, ¿quién es el que te va a entregar? »
21 Viéndole Pedro, dice a
Jesús: « Señor, y éste, ¿qué? »
22 Jesús le respondió: « Si
quiero que se quede hasta que yo venga, ¿qué te importa? Tú, sígueme. »
23 Corrió, pues, entre los
hermanos la voz de que este discípulo no moriría. Pero Jesús no había dicho a
Pedro: « No morirá », sino: « Si quiero que se quede hasta que yo venga. »
24 Este es el discípulo que
da testimonio de estas cosas y que las ha escrito, y nosotros sabemos que su
testimonio es verdadero.
25 Hay además otras muchas
cosas que hizo Jesús. Si se escribieran una por una, pienso que ni todo el
mundo bastaría para contener los libros que se escribieran (Jn.
21, 20-25)
Jesús, después de la triple confesión de
amor de Pedro a Jesús, éste le dice: “Sígueme”. Y en este momento parece que
Jesús se aleja y Pedro le sigue, pero también Juan lo hace… Entonces Pedro, a
quien hemos visto en muchos pasajes de los Evangelios unido a su amigo Juan, se
interesa por él y le pregunta a Jesús: “Señor, ¿y éste qué?”. Y Jesús le
responde con unas palabras enigmáticas: “¿Si yo quisiera que este permaneciese
hasta que yo venga, a ti qué?... Tú sígueme”… Es como si dijera a Pedro: “Tú
atiende a lo tuyo y deja que yo haga con Juan lo que desee”… Entonces entre los
hermanos, se divulgó la voz de que Juan no moriría… Pero esto no lo dijo Jesús.
De hecho, Juan murió como los otros Apóstoles, aunque era ya muy anciano y
ninguno le sobrevivió y llegó a vivir hasta finales del S.I.
Juan, fue testigo del juicio de Jesús sobre
el pueblo judío. A esto hace alusión Mateo y los otros evangelistas: “En verdad
os digo, que hay algunos entre los aquí presentes, que no gustarán la muerte
antes de haber visto al Hijo del Hombre venir en su Reino” (Mateo 16, 28)
Pero, en el momento en que Jesús dijo estas
palabras, estaba muy viva la idea de la Venida de Jesús, al fin de los tiempos…
Aunque este deseo, no se ha cumplido todavía… Mas sí el Juicio sobre las doce
tribus de Israel, al que Juan estuvo presente: Los gentiles, en este caso, los
romanos, con el emperador Tito a la cabeza asoló Jerusalén, destruyó el Templo,
no dejando piedra sobre piedra y paso a filo de espada a toda la población, el
año 70 dc: “Porque no habían reconocido el momento de la venida del Mesías”,
según había dicho Jesús.
Juan, sobrevivió a esta desolación, porque
obedeció a Jesús que avisó a los suyos para que escaparan, yendo al otro lado
del Jordán… Allí, se salvaron los discípulos y los cristianos que vivían en
Jerusalén y alrededores…
Juan, como María, de la que aprendió a
“guardar todas estas cosas en su corazón”, retuvo las Palabras de Jesús y
también profundizó en la Divinidad de su persona humana: la Encarnación del
Verbo…
Juan, se sabía “el discípulo amado del
Señor”. No que los otros no lo fueran, pero Juan se le parecía mucho a Jesús en
su virginidad, en su fidelidad en el momento de la prueba, estando con María,
al pie de la cruz y obedeciendo, con Jesús, el designio amoroso del Padre de
salvar a los hombres a través del sufrimiento y de la muerte en cruz…
Juan, escuchaba mucho a Jesús y hablaba
poco, al igual que María. Amaba al Señor, más que a sí mismo, de aquí su
fidelidad y absoluto ensimismamiento en Jesús, el Hijo Amado del Padre… Juan
era todo un discípulo para Jesús y Jesús lo era todo para él... ¿Quién puede
escudriñar esta borrachera de Amor entre Jesús y su discípulo amado?...
¡Haznos Jesús, fieles a Ti por la fe y el
Amor!… “ Mi Amado es mío y yo soy todo suyo”…
No hay comentarios:
Publicar un comentario