"Ventana abierta"
HOY EL RETO DEL AMOR ES
ENTRAR EN UNA IGLESIA Y DEJAR LA MOCHILA EN CRISTO
Hola, buenos días, hoy Lety nos lleva al Señor. Que
pases un feliz día.
JABÓN DE ACERO
Me encanta cocinar y la verdad es que disfruto mucho
haciendo platos, sobre todo nuevos, y sorprendiendo a las hermanas.
Sin embargo, hay una cosa en la cocina que me cuesta
mucho, y es pelar ajos. No por pelarles, sino por el olor que queda impregnado
en las manos.
He intentado de todo para que no me pase o para que,
lavándome, se me quite, pero nada. Total que, si después de la cocina tenemos
una visita, me da una vergüenza que me muero ir al locutorio con olor a ajo.
Un día, una persona nos regaló un jabón de acero para la
cocina. Nos dijo que era para quitar el olor a ajo, a cebolla... ¡Me encantó la
idea!
Como era de acero, primero lo pasamos por la máquina
láser y le pusimos una frase: “Qué bueno es el Señor para los limpios de
corazón” (salmo 73), para que, cada vez que le usemos, nos lleve al Señor.
En el locutorio nos habían explicado que ese jabón, si
funciona, no te lava; te quita el olor. Este detalle me dejó sorprendía. Al
hablar de “jabón”, mi cabeza piensa en lavar, no en quitar... Lo cierto es que
no me acababa de creer mucho que un trozo de acero arreglase el olor a ajo.
Ayer lo llevamos a las monjas, y ellas pusieron una
cara... como la mía: de incredulidad. Pedimos una voluntaria que se frotó las
manos con un diente de ajo, nos dio a oler y nos demostró que el ajo se había
impregnado (¡pero que muy bien!) en sus palmas. Se fue a lavar con agua fría y
volvió. Efectivamente, el jabón le había quitado el olor a ajo.
En la oración, daba gracias al Señor por ser Él mi
jabón. Cada vez que vengo aquí, a Sus pies, y descargo mi mochila, Él se queda
el olor a ajo, su muerte en cruz y su Resurrección me limpian de mi pobreza y
mi pecado, y me deja sin malos olores para seguir caminando. ¡Gracias a su
Encarnación ya podemos ser felices!
Pero tenemos que coger el jabón en nuestras manos y, con
agua fría, lavarnos. Tenemos que acercarnos a Jesús y tratarle, dejar que entre
en nuestra vida y dé sentido a lo que estamos viviendo. Porque Él muere para
que tú tengas vida. Él quiere tomar todo tu mal olor, pero necesita tu
libertad, necesita que tú se lo entregues.
Él está a tu lado esperándote, esperando a que le
entregues ese sufrimiento que te está matando, esa persona que no puedes
perdonar, esa desconfianza que no te deja vivir... Jesús quiere que se lo
entregues todo para quitarte ese mal olor y que puedas volver a tener vida. El
aguijón de muerte está clavado en la cruz. Nosotros vivimos en la Resurrección.
Hoy el reto del amor es entrar en una iglesia y
descargar la mochila en Cristo, dejarle que entre en tu vida y entregarle el
olor a ajo. “Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios”; así
pues, pídele que te lave y te haga una criatura nueva, porque así verás al
Señor. Tú por ti mismo no puedes limpiarte, ¡es Cristo quien te limpia!
VIVE DE CRISTO
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¡Feliz día!
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