Hermanos, ¿qué puede ocurrir cuando el Señor te apremia y tu lo dejas en stad by?
Justamente, yo acabo de recorrer las tres etapas, como supongo que muchos de vosotros. Y estoy experimentando la sensación que me confirma, una vez más, lo mucho que le urge a Dios la obra que nos ha encomendado. He de deciros que desde hace mucho tiempo tomé a Dios como un verdadero Padre, el único que pase lo que pase estará ahí. Así, acudo habitualmente a El para tomar fuerzas, para poder continuar adelante, contándole todo como un hijo pequeño hace con su padre.
Ahora, como bien sabéis, los estudiantes estamos "de exámenes". Dios me tenía acostumbrado a darme grandes consuelos especialmente en este tiempo, mandándome fuerzas que eran evidentes de donde provenían. Hasta el punto de llegar a estudiar varios exámenes en la cama de un hospital, y luego sacar bastante buena nota. Son estas cosas que surgen de la confianza en Dios pues cuando te ves impedido por algún motivo Él es lo único que te queda.
Ahora, hermanos, me está ocurriendo lo contrario. Ya no es que eche en falta el consuelo de Dios (que por supuesto), es que me está quitando hasta las fuerzas físicas y mentales. Y lo curiosos es que no soy el único. Esto, hermanos, me está costando mucho. Los exámenes de este cuatrimestre me están costando hasta la salud. Bienvenida sea la enfermedad para poder alabar a Dios en ella. Siento mucha impotencia pues sé que puedo hacerlo, pero no en estas circunstancias.
Cuando impones tu voluntad a la de Dios, corres el riesgo de no saber valerte por ti mismo. Y hasta aquí puedo leer, como decían en aquel programa. Sí os puedo decir una cosa: la carrera me la tomé como algo personal, no como una necesidad de este tiempo. Fue el mayor reto de todos. Ahora, me doy cuenta que el mayor reto es seguir a Dios.
Hermanos, ¿qué puedo hacer? ¿Qué hago cuando Dios suspira por mi alma por entero? ¿cómo decirle que se espere, al menos, un año más? No sé si podré aguantar sin su ayuda, y me temo que me ha dejado bien claro qué es lo que me pide. El otro día, a unas monjitas de clausura amigas les comentaba este problema: "somos de la opinión de que siempre se debe tener algo que te avale civilmente pero la locura que te pide quizá requiera de grandes sacrificios".
Ciertamente, hermanos, las grandes cosas requieren de grandes sacrificios. Dejar que mi corazón sea su casa por toda mi vida en la tierra requiere vaciarme todo mi yo, abandonando hasta el mismo concepto, para dejarle espacio a Él.
(Sal 51, 19)
Cuando se nos rompen las costumbres tenemos dos opciones, acostumbrarnos a la voluntad de Dios o acostumbrarnos a luchar toda la vida.
Como siempre, os encomiendo a la Virgen. Preguntadle a Ella qué quiere su Hijo de vosotros, que os lo dirá tarde o temprano.
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