En el árbol había un nido con pajarillos.
Estaban solos, pues los padres habían ido a buscar unos gusanillos para alimentarlos.
El cabrero cogió los pajarillos y los metió en una fría jaula de metal.
Cuando llegaron los padres, viendo que no estaban sus hijuelos, afligidos los buscaron.
Encontraron la jaula donde la había puesto el cabrero y allí estaban los pajarillos revoloteando en su interior.
Al verlos el cabrero se dijo:
"Si los padres vienen a cuidar a sus hijos con tanto esmero, quiero ver cómo los hijos agradecidos de tanto amor, a sus padres los cuidan ellos".
Cogió una red y la echó sobre la pareja aprisionándolos.
Inmediatamente abrió la puerta de la jaula y, dejando libres a los hijos, metió en ella a los padres.
Los hijuelos salieron volando y en vano los padres esperaron su regreso.
Al cabo de un tiempo, murió la pareja de hambre y de dolor.
Hay un refrán que dice:
"Una madre es para cien hijos y cien hijos no son para una madre".
¡Amigos/as, aprendamos la lección!
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