"Ventana abierta"
Web católico de Javier
Un día, cuando era estudiante de secundaria, vi
a un compañero de mi clase caminando de regreso a su casa. Se llamaba Mike.
Iba cargando todos sus libros y pensé:
"¿Por qué se estará llevando a su casa todos los libros el viernes? Debe
ser un aburrido. Yo ya tenía planes para todo el fin de semana: fiestas y un
partido de fútbol con mis amigos el sábado por la tarde, así que me encogí de
hombros y seguí mi camino.
Mientras caminaba, vi a un montón de chicos
corriendo hacia él.
Cuando lo alcanzaron le tiraron todos sus
libros y le hicieron una zancadilla que lo tiró al suelo.
Vi que sus gafas volaron y cayeron al suelo
como a tres metros de él.
Miró hacia arriba y
pude ver una tremenda tristeza en sus ojos. Mi corazón se estremeció, así que
corrí hacia él mientras gateaba buscando sus gafas. Vi lágrimas en sus ojos.
Le acerqué a sus manos sus gafas y le dije, "esos chicos
son unos tarados, no deberían hacer esto".
Me miró y me dijo: "¡gracias!".
Había una gran sonrisa en su cara; una de esas sonrisas que
mostraban verdadera gratitud.
Lo ayudé a llevar sus libros. Vi que vivía cerca de mi casa.
Le pregunté por qué no lo había visto antes y me contó que se acababa de
cambiar de una escuela privada. Yo nunca había conocido a alguien que fuera a
una escuela privada.
Caminamos hasta su casa, parecía un buen chico.
Le pregunté si quería jugar al fútbol el sábado conmigo y con
mis amigos, y aceptó.
Estuvimos juntos todo el fin de semana.
Mientras más conocíamos a Mike, mejor nos caía, tanto a mí
como a mis amigos.
Llegó el lunes por la mañana y ahí estaba Mike con aquella
enorme pila de libros de nuevo.
Me paré y le dije: "Hola, vas a sacar buenos músculos si
cargas todos esos libros todos los días".
Se rió y me dio la mitad para que le ayudara.
Durante los siguientes cuatro años nos convertimos en los
mejores amigos.
Cuando ya estábamos por terminar la secundaria, Mike decidió
ir a la Universidad de Georgetown y yo a la de Duke.
Sabía que siempre seríamos amigos, que la distancia no sería
un problema.
El estudiaría medicina y yo administración, con una beca de
fútbol.
Llegó el gran día de la Graduación. Él preparó el discurso.
Yo estaba feliz de no ser el que tenía que hablar. Mike se veía realmente bien.
Era uno de esas personas que se había encontrado a sí mismo
durante la secundaria, había mejorado en todos los aspectos. Tenía más citas
con chicas que yo y todas lo adoraban. ¡Caramba! Algunas veces hasta me sentía
celoso... Hoy era uno de esos días.
Pude ver que él estaba nervioso por el discurso, así que le
di una palmadita en la espalda y le dije: "Vas a estar genial, amigo".
(Me miró con una de esas miradas de agradecimiento) y me
sonrió: "Gracias", me dijo.
Carraspeó y comenzó su discurso: "La Graduación es un
buen momento para dar gracias a todos aquellos que nos han ayudado a través de
estos años difíciles: tus padres, tus maestros, tus hermanos, quizá algún
entrenador... pero principalmente a tus amigos.
Yo estoy aquí para decirles que ser amigo de alguien es el
mejor regalo que podemos dar y recibir y, a este propósito, les voy a contar
una historia".
Yo miraba a mi amigo incrédulo cuando comenzó a contar la
historia del primer día que nos conocimos.
Aquel fin de semana él tenía planeado suicidarse. Habló de
cómo limpió su armario y por qué llevaba todos sus libros con él para que su
madre no tuviera que ir después a recogerlos a la escuela.
Me miraba fijamente y me sonreía. "Afortunadamente fui
salvado."Mi amigo me salvó de hacer algo irremediable".
Yo escuchaba con asombro cómo este apuesto y popular chico
contaba a todos ese momento de debilidad.
Sus padres también me miraban y me sonreían con esa misma
sonrisa de gratitud.
En ese momento me di cuenta de lo profundo de sus palabras:
Nunca subestimes el poder de tus acciones: con un pequeño gesto, puedes cambiar la vida de otra persona, para bien o para mal. Dios nos pone a cada uno frente a la vida de otros para impactarlos de alguna manera. Los amigos son ángeles que nos llevan en sus brazos cuando nuestras alas tienen problemas para volar.
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