"Ventana abierta"
Web católico de Javier
Esta mañana desperté emocionado con todas las
cosas que tengo que hacer antes de que el reloj marque la medianoche. Tengo
responsabilidades que cumplir hoy.
Soy importante. Mi trabajo es escoger qué clase
de día voy a tener.
Hoy puedo quejarme porque el día sea lluvioso o
puedo dar gracias a Dios porque las plantas están siendo regadas gratis.
Hoy me puedo sentir triste porque no me queda
más dinero o puedo estar contento de que mis finanzas me empujen a planificar
mis compras con inteligencia y me guían lejos del derroche.
Hoy puedo quejarme de mi salud o puedo
regocijarme de que estoy vivo.
Hoy puedo lamentarme de todo lo que mis padres
no me dieron mientras estaba creciendo o puedo sentirme agradecido de que me
permitieran haber nacido.
Hoy puedo llorar porque las rosas tienen
espinas o puedo celebrar que las espinas tienen rosas.
Hoy puedo autocompadecerme por no tener muchos
amigos o puedo emocionarme y embarcarme en la aventura de descubrir nuevas
amistades.
Hoy puedo quejarme porque tengo que ir a
trabajar o puedo gritar de alegría porque tengo un trabajo que hacer.
Hoy puedo llorar porque no tengo un amor al
cual abrazar, o simplemente pensar que en algún sitio hay alguien que está
esperándome...
Hoy puedo quejarme porque tengo que ir a la
escuela o puedo abrir mi mente enérgicamente y llenarla con nuevos y ricos
conocimientos.
Hoy puedo murmurar amargamente porque tengo que
hacer las labores del hogar o puedo sentirme honrado porque El Señor me ha dado
un techo para mi mente, cuerpo y alma.
Hoy se presenta ante mí este día esperando a
que yo le dé forma, y aquí estoy, el escultor que tiene que darle forma.
Lo que suceda hoy depende de mí, yo debo
escoger qué tipo de día voy a tener.
Que tengas un gran día, a menos que tengas otros planes. Y recuerda: al levantarte, encomienda tu día al Espíritu Santo para que te guíe en todas tus acciones y decisiones.
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