"Ventana abierta"
Fe Adulta
Este domingo se lee el relato de la Pasión de
Jesús en el evangelio de Marcos, precedido de dos lecturas: una del libro de
Isaías y otra de la carta a los Filipenses. Dada su extensión, la Conferencia
Episcopal permite que, atendiendo a la índole de la asamblea, se lea una sola
de las dos lecturas, o incluso que solo se lea el evangelio. Pero ambas ayudan
grandemente a comprender la pasión de Jesús.
El Siervo (Jesús) acepta el plan
de Dios (Isaías 50,4-7)
«Jesús murió porque hizo la cosa más inadecuada
(entrada triunfal) en el momento más inadecuado (semana de Pascua) y en el
sitio más inadecuado (Jerusalén)». ¿Una imprudencia? ¿Un suicidio? La lectura
de Isaías indica que Jesús sabe perfectamente que le esperan golpes, insultos y
salivazos. Ha sido el Padre quien se lo ha comunicado. Y él no se echó atrás.
Lo aceptó, convencido de que el Padre lo ayuda y no quedará defraudado. Al
mismo tiempo, el Padre le ha encomendado «decir al abatido una palabra de
aliento». Y quien sufre hasta la muerte es la persona más capacitada para
animar a los que sufren.
Por la cruz a la victoria
(Filipenses 2,6-11)
El Siervo estaba convencido de que no quedaría
defraudado. Y eso mismo ocurre con Jesús. La lectura de la pasión no es la
historia de un fracaso, sino de un triunfo. A la muerte más cruel e infamante,
la de cruz, sigue el nombre sobre todo nombre y la adoración de todas las
creaturas.
Pasión de Jesucristo según san
Marcos (14,1-15,47)
Este domingo se lee el relato de la Pasión de
Jesús en el evangelio de Marcos. Dada su extensión me limito a sugerir dos
puntos de atención (Jesús y sus discípulos) y a ofrecer cuatro posibles
lecturas de la pasión.
¿Quién es Jesús?
El relato del capítulo 15 supone un gran
contraste con el de los dos capítulos anteriores, 13-14. En estos, Jesús se
enfrenta a toda clase de adversarios en diversas disputas y los vence con
facilidad. Ahora, los adversarios, derrotados a nivel intelectual, deciden
vencerlo a nivel físico, matándolo (14,1). Lo que más se destaca en Jesús es su
conocimiento y conciencia plena de lo que va a ocurrir: sabe que está cercana
su sepultura (14,8), que será traicionado por uno de los suyos (14,18), que
morirá sin remedio (14,21), que los discípulos se dispersarán (14,27), que está
cerca quien lo entrega (14,42). Las palabras que pronuncia en esta sección
están marcadas por esta conciencia del final y tienen una carga de tristeza.
Como cualquiera que se acerca a la muerte, Jesús sabe que hay cosas que se
pierden definitivamente: la cercanía de los amigos (“a mí no siempre me
tendréis con vosotros”: 14,7), la copa de vino compartida (14,25). No falta un
tono de esperanza: del vino volverá a gozar en el Reino de Dios (14,25), con
los discípulos se reencontrará en Galilea (14,28). Pero predomina en sus
palabras un tono de tristeza, incluso de amargura (14,37.48-49), con el que
Marcos subraya ―una vez más― la humanidad profunda de Jesús.
Cuatro veces se debate en estos capítulos la
identidad de Jesús: el sumo sacerdote le pregunta si es el Mesías (14,61),
Pilato le pregunta si es el Rey de los judíos (15,2), los sumos sacerdotes y
escribas ponen como condición para creer que es el Mesías que baje de la cruz
(15,31-32), el centurión confiesa que es hijo de Dios (15,39). A la pregunta
del sumo sacerdote responde Jesús en sentido afirmativo, pero centrando su
respuesta no en el Mesías, sino en el Hijo del Hombre triunfante (14,62). A la
pregunta de Pilato responde con una evasiva: “tú lo dices” (15,2). A la
condición de los sumos sacerdotes y escribas no responde. Cuando el centurión
lo confiesa hijo de Dios, Jesús ya ha muerto.
Los discípulos
Los datos son conocidos. Se entristecen al
enterarse de que uno de ellos lo traicionará; pero, llegado el momento, todos
huyen. Una vez más, Pedro desempeña un papel preponderante. Se considera
superior a los otros, más fiel y firme (14,29), pero comenzará por quedarse
dormido en el huerto (14,37) y terminará negando a Jesús (14,66-72). En este
contexto de abandono total por parte de los discípulos adquiere gran fuerza la
escena final del Calvario, cuando se habla de las mujeres que no sólo están al
pie de la cruz, sino que acompañaron a Jesús durante su vida (15,40-41).
Cuatro lecturas posibles de los
relatos de la pasión de Jesús.
La lectura de identificación
personal y afectiva
El testimonio escrito más antiguo que poseemos
en este sentido es el de san Pablo. A veces, cuando habla de la muerte de
Jesús, lo hace con frialdad dogmática, recordando que murió por nuestros
pecados. Pero en otra ocasión lo enfoca de manera muy personal y afectiva: “He
quedado crucificado con Cristo, y ya no vivo yo, sino que vive Cristo en mí. Y
mientras vivo en la carne vivo en la fe en el Hijo de Dios, que me amó y se
entregó por mí” (Gal 2,19-20). En línea parecida, san Ignacio de Loyola, en la
tercera semana de los Ejercicios espirituales, cuando se contempla la pasión,
el ejercitante debe pedir “dolor con Cristo doloroso, quebranto con Cristo
quebrantado, llanto, pena interna de tanta pena como el Señor pasó por mí”.
La lectura indignada
Es la que practicamos todas las mañanas al leer
el periódico, cuando acompañamos la lectura de los titulares y de las noticias
con toda suerte de imprecaciones, insultos y maldiciones. Los relatos de la
pasión cuentan tal cantidad de atropellos, injusticias, traiciones, que se
prestan a una lectura indignada. Sin embargo, los evangelios nunca invitan al
lector a indignarse con la traición de Judas, a maldecir a las autoridades
judías o romanas que condenan a Jesús, a insultar a quienes se burlan de él, a
sentir como en el propio cuerpo los azotes, la corona de espina o los clavos, a
llorar la muerte de Jesús. En ningún momento pretenden los evangelios excitar
los sentimientos y, mucho menos, fomentar el sentimentalismo.
La lectura detallada
https://www.drobox.com/s/1fmoubby7kr5mue/La%20Pasi%C3%B3n%20de%20Jes%C3%BAs%20en%20el%20evangelio%20de%20Mc.docx?dl=0
Ofrezco un extenso comentario, que puede
bajarse de la dirección indicada. En el ángulo superior derecho aparecerán dos
ventanitas: COMPARTIR y ABRIR. Se pulsa ABRIR y se elige la opción que
prefiera.
Presto gran atención a cuatro
aspectos:
1) La división minuciosa de cada episodio, que
a veces quizá parezca exagerada, como cuando distingo siete momentos en el
relato de la oración del huerto; pero es la única forma de no pasar por alto
detalles importantes.
2) Los protagonistas, advirtiendo qué hacen o
no hacen, qué dicen o no dicen, cómo reaccionan, por qué motivos se mueven, qué
sienten.
3) La acción que se cuenta y sus presupuestos;
a veces predominará lo informativo, ya que ciertos detalles a veces no se
conocen bien, como la celebración de la Pascua en el mundo judío y en Qumrán o
el proceso ante el Sanedrín.
4) El arte narrativo de Mc, que a menudo no se
tiene en cuenta, pero que sirve también para captar su teología.
Este tipo de lectura, aunque aplique el mismo
método a todas las escenas, pone de relieve lo típico de cada una de ellas y
deja claro que el relato de la pasión está formado por episodios aparentemente
cotidianos y por otros terriblemente dramáticos, como la oración del huerto. Lo
importante es captar el espíritu y mensaje de cada episodio y el mensaje global
de cada evangelio.
La lectura interactiva y
orante
Sería la respuesta personal al comentario
anterior, reflexionando cada cual sobre lo que el texto le sugiere y lo que le
invita a pedir.
P. Leonardo
1. Ver. Sin mirar a otra parte. Profunda tu
mirada. Sin prisa, sin perder detalle
2. Oír lo que dicen, lo que sienten, lo que
sale de sus entrañas
3. Caminar con Jesús, seguirle viendo y
oyendo. Seguro que encontrarás la clave de tu vida y de la salvación del mundo
en que vivimos
Aprendemos, nos emocionamos, aplicamos a la
realidad global del mundo.
Amigo: apliquémos el cuento. VIVIREMOS,
ESPERAREMOS, AGUANTAREMOS Y TENDREMOS UNA GUÍA. Es el mismo Dios el que se nos
presenta.
Canción de Taizé: salvator mundi, sálvanos (2) salva nos ( 2) Salvator mundi, sálvanos.
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