"Ventana abierta"
Confidencias de pasión
P. Leonardo Molina García. S.J.
Confidencias de Pasión y Resurrección
Pero cuando pienso en todo el sufrimiento
tan desgarrador que tuvo que pasar nuestro Señor me pregunto el por qué tuvo
que ser tan cruel su manera de morir? ¿Por qué tuvo que ser tan cruel su pasión
y muerte? ¿No pudo morir de otra manera que no fuera tan trágica, tan horrible?
¿Cómo todo un Dios pudo permitir eso en su propio Hijo? Ya sé que murió
por nuestra salvación pero ¿no podía salvarnos de otra manera que no fuera tan
gran tragedia? ¿Cómo pudo Dios, siendo su Padre, permitirlo y permitir a su vez
tan gran sufrimiento y dolor en la Virgen María, Madre?
Es la confidencia de una madre cristiana
que me comunica sus sentimientos ante la pasión de Jesús. La imagino ante un
crucifijo.
Trato de contestarle, pobre de mí. No
llego yo tampoco a saber…
Y además de amor, contemplamos que
Jesús recoge muchas de las maldades eternas de la humanidad (la
nuestra) y devuelve perdón, consuelo, pero
también arrepentimiento e impulso de
lucha con esperanza de buen camino. Me impresiona (y me meto
dentro) aquella multitud que gritaba: ¡crucifícale, crucifícale (Mateo 27,
21-23); cargamos convencidos, lo sabemos y nos comprometemos en seguir
matando!; y luego, cuando fueron conscientes de lo que habían hecho (hemos) se
golpeaban el pecho arrepentidos (Marcos 23,48). Muchos de ellos, me
imagino, creyeron luego, además de arrepentidos y conscientes de lo que habían
hecho, y siguieron a Jesús.
Ahí debemos estar nosotros. ¡Salvator
mundi, salva nos! Pienso en Ucrania, en Gaza, en Israel...A ese nivel baja el
ciudadano Jesús....pero hay en el mundo muchísimos Palestinas, Gazas
o Ucranias. Gente insignificante, somos los sufridores. O los poderosos.
Hay que escoger, tomar partido, ilusiones, proyectos, educación.... Esa
VISIÓN NOS ANIMA A LUCHAR, MEJORAR, COLABORAR... Y... ARREPENTIRNOS.
Invita la figura emblemática de Jesús a tomar conciencia de los daños que
hacemos, de las colaboraciones de pensamiento, palabra, obra y omisión. Y nos
invita la cruz de Jesús a tomar parte por el lado en las víctimas (cuando
lo somos) y por otro, a luchar contra los verdugos sean quienes sean (cuando lo
somos).
¿A dónde van nuestras solidaridades?
Partamos de tu persona, de tu familia, tu hijo, de los maestros, de los
políticos... de las parroquias, las diócesis, obispos... simples fieles.
¿Solidaridades? ¿Víctimas? ¿Verdugos? Quizás, a ratos uno y otro.
Sí, pedimos y gritamos, “Salvador del
mundo, sálvanos...” pero hay que arremangarse y actuar, salir de la pereza, el
miedo, las parálisis del corazón y de la acción. Entonces, mirando la
cruz, podremos decir que NOS HA SALVADO. Hoy le pedimos que nos salve. La
resurrección es de Jesús como ejemplo. Ojalá resucitemos en Él. Porque la
contemplación de Jesús nos invita a dos preguntas. La primera es ¿por qué
tanto sufrimiento? La segunda es, creo, más importante para
nosotros: ¿para qué?
En Él está nuestra salvación, nuestra vida para siempre.
Si con Él morimos, viviremos con Él.
Si con Él sufrimos, reinaremos con Él”.
Aleluya.
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