"Ventana abierta"
"Una flor sobre su tumba se marchita.
Una lágrima por el difunto se evapora.
Pero una oración por su alma siempre la recoge Dios".
Cada 2 de noviembre la Iglesia recuerda con
mucho cariño a los fieles difuntos. En este día miles de personas en todo
el mundo visitan las tumbas de sus seres queridos que pasaron a la otra vida y
la Iglesia eleva oraciones y ofrece sacrificios por su eterno descanso. Es una
buena oportunidad para orar por ellos y afirmar nuestra fe en la resurrección.
Al celebrar a los fieles difuntos al día siguiente de la celebración de Todos
los Santos la Iglesia nos quiere enseñar que tanto los que ya están en el
cielo, santos todos ellos aunque no estén canonizados, como los que están en el
purgatorio, siguen siendo miembros de la Iglesia. "Seguimos unidos a Cristo por
el Espíritu Santo, seguimos siendo hermanos, hijos de un mismo Padre".
("Comunión de los santos").
"Lo mejor que podemos ofrecerles a nuestros difuntos, la mejor ofrenda, es la oración de acción de gracias, pero, sobre todo, la celebración de la Misa que actualiza la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo, para que nuestros difuntos reciban el perdón de sus pecados y gocen de la vida eterna".
Peregrinar para un cristiano, es "salir de sí mismo", caminar por "tierra extraña" con la mirada puesta en Dios mismo.
Sabemos desde dónde comenzamos a caminar, puesto que es nuestra vida, con sus luces y sombras, con las esperanzas y las luchas, también con los dolores que se presentan, la base desde la que partimos. Pero sobre todo, sabemos qué nos mueve y hacia dónde vamos.
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