"Ventana abierta"
MIRANDO COMO
MARÍA
Un día señalado para un encuentro especial con
María. Llegar a ella a través de su mirada. Mirar como María nos ayuda a
descubrir la dimensión esencial del hombre: nuestra capacidad para abrirnos a
la Palabra de Dios y a su verdad. María nos presenta a Jesucristo en tres
momentos fundamentales de su vida.
El primero de todos en la encarnación y en la natividad, en Nazaret y en Belén.
Es en este entorno donde Dios deviene hombre en la humildad de nuestra carne,
en la debilidad de nuestra condición humana. Con María y a través de María
descubrimos la figura humana del niño que nos habla de humildad, de pequeñez, de
sencillez, de cercanía, de ternura, de pobreza. ¡Señor, que sepa yo también
hacerme pequeño, sencillo, despojarme de mi soberbia y mi vanidad, de mis
máscaras y de mi orgullo, que aprenda a descender de mi trono de prepotencia!
¡Que me aleje de mis seguridades humanas y mis valores mundanos para llegar al
corazón de la verdad! ¡Gracias, María porque nos muestras en tu Hijo el camino
de la humildad, el único y verdadero camino de la victoria del amor!
Un segundo paso es en Caná de Galilea, cuando el Señor comienza su ministerio
público. Allí María nos exhorta a “Hacer lo que Él os diga”. ¿Y qué me pides
tu, Padre? ¡Qué siga tu Palabra! ¡Que te encuentre en el Evangelio, en la
Sagrada Escritura, en la Palabra de Dios! ¡Que sea obediente y humilde!
¡Servidor de todos sin esperar halagos y palmadas sino por amor a Cristo y a
los demás!
Finalmente, María en Jerusalén, postrada en el monte Calvario, con su mirada dolorida a los pies de la Cruz, con los brazos extendidos entre el cielo y la tierra, uniendo, abrazando para siempre a Dios y al hombre. “Si viéramos el rostro de María contemplando a su Hijo crucificado nunca más ofenderíamos a Dios”. ¡María’ ¿cómo no soy capaz de vislumbrar en tu rostro esa mirada dolorida?! ¿Cómo mi vida no está en permanente plegaria, en entrega y en atención hacia los demás? ¡María, tú me enseñas cómo en la Cruz está la apoteosis del amor de Dios! ¡Ayúdame a ser fiel en mi vocación de cristiano, confiando siempre en la voluntad de tu hijo! ¡María, necesito de tu gracia para mirar apremiantemente a Jesús y aprender de Él!
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