"Ventana abierta"
Web católico de Javier Olivares
Si por un instante
Dios se olvidara de que soy una marioneta de trapo y me regalara un trozo de
vida, posiblemente no diría todo lo que pienso, pero en definitiva pensaría
todo lo que digo. Daría valor a las cosas, no por lo que valen, sino por lo que
significan. Dormiría poco, soñaría más, entiendo que por cada minuto que
cerramos los ojos, perdemos sesenta segundos de luz. Andaría cuando los demás
se detienen, despertaría cuando los demás duermen. Escucharía cuando los demás
hablan y ¡cómo disfrutaría de un buen helado de chocolate!
Si Dios me obsequiara un trozo de vida, vestiría sencillo, me
tiraría de bruces al sol, dejando descubierto, no solamente mi cuerpo, sino mi
alma. Dios mío, si yo tuviera un corazón, escribiría mi odio sobre el hielo, y
esperaría a que saliera el sol.
Pintaría con un sueño de Van Gogh sobre las estrellas un
poema de Benedetti, y una canción de Serrat sería la serenata que le ofrecería
a la luna. Regaría con mis lágrimas las rosas, para sentir el dolor de sus
espinas, y el encarnado beso de sus pétalos...
Dios mío, si yo tuviera un trozo de vida... No dejaría pasar
un solo día sin decirle a la gente que quiero, que la quiero. Convencería a
cada mujer u hombre de que son mis favoritos y viviría enamorado del amor. A
los hombres les probaría cuan equivocados están al pensar que dejan de
enamorarse cuando envejecen, sin saber que envejecen cuando dejan de
enamorarse. A un niño le daría alas, pero le dejaría que el solo aprendiese a
volar. A los viejos les enseñaría que la muerte no llega con la vejez sino con
el olvido. Tantas cosas he aprendido de vosotros, los hombres...
He aprendido que todo el mundo quiere vivir en la cima de la
montaña, sin saber que la verdadera felicidad está en la forma de subir la
escarpada.
He aprendido que cuando un recién nacido aprieta con su
pequeño puño, por vez primera, el dedo de su padre, lo tiene atrapado por
siempre.
He aprendido que un hombre sólo tiene derecho a mirar a otro
hacia abajo, cuando ha de ayudarle a levantarse.
Son tantas cosas las que he podido aprender de vosotros, pero
realmente de mucho no habrán de servir, porque cuando me guarden dentro de esa
maleta, infelizmente me estaré muriendo..."
Autor: Johnny Welch,
ventrílocuo
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