"Ventana abierta"
P. Leonardo Molina García S.J.
VIGILANCIA
«¿Hay algo que yo pueda hacer para llegar
a la Iluminación?»
«Tan poco como lo que puedes hacer para
que amanezca por las mañanas».
«Entonces, ¿para qué valen los ejercicios
espirituales que tú mismo recomiendas?»
«Para estar seguro de que no estáis dormidos cuando el sol comienza a salir».
PRESENCIA
«¿Dónde debo buscar la Iluminación?»
«Aquí».
«¿Y cuándo tendrá lugar?»
«Está teniendo lugar ahora mismo».
«Entonces, ¿por qué no la siento?»
«Porque no miras».
«¿Y en qué debo fijarme?»
«En nada. Simplemente, mira».
«Mirar ¿qué?»
«Cualquier cosa en la que se posen tus
ojos».
«¿Y debo mirar de alguna manera especial?»
«No. Bastará con que mires normalmente».
«Pero ¿es que no miro siempre
normalmente?»
«No».
«¿Por qué demonios...?»
«Porque para mirar tienes que estar aquí,
y casi siempre estás en alguna otra parte».
La iluminación es un concepto
filosófico y espiritual que puede ser abordado desde múltiples perspectivas. En
su acepción más habitual significa «adquisición de entendimiento», de sensatez,
de ver las cosas con nitidez, claras, distintas. Plena visión de la realidad.
¿Podemos llamarlo gracia, inspiración?
Iluminación significa darse cuenta de la
verdadera naturaleza de uno mismo, es decir, ahondar en el yo y disolverlo en
la verdad del ser, llegando así a la conclusión de que no se es, ni el cuerpo
(forma), ni la mente (condicionamientos y narrador interno).
Conviene diferenciar, sin embargo, los dos
conceptos distintos que cubre esta definición:
· La iluminación intelectual. En este
sentido, es esclarecimiento interior, es poner en claro, llegar al fondo y
dilucidar un asunto o una doctrina.
· La iluminación espiritual es la
experiencia de lo divino. Esta experiencia se manifiesta en paz, amor,
felicidad o sentido de unidad con el universo. Es un esclarecimiento
interior. Cristo es luz del mundo (contra las tinieblas)
En algunos contextos se utiliza el término
autorrealización.
Comentario:
En muchas ocasiones estamos distraídos,
poco concentrados. O dispersos. No estamos en lo que estamos, miramos hacia
otra parte.
Es muy frecuente entre los adolescentes.
Los educadores nos empeñamos en aplicarles los mejores consejos, les
reprochamos “lo distraídos” que son, no se dan cuenta, pierden el tiempo,
no están trabajando su porvenir… Nos angustiamos.
Pero somos nosotros los des-pistados en
muchas situaciones que nos vienen a las manos… El trabajo, los sueldos, el
miedo al futuro, los remordimientos por el pasado, la inquietud ante el futuro,
nos hacen evadirnos del presente.
Y ahí está la iluminación. Es una
experiencia mística. Mística, sí. ¿He dicho algo? ¿Extravagante? ¿Anticuado?
¿Sólo al alcance de los grandes místicos?
Está la iluminación al alcance de
cualquiera. Solo tienes que mirar, mirar y mirar. A fondo, concentrado. Ahora
mismo. Abre los ojos y mira
Una vez que hayas vaciado tu mente y tu
corazón de hojarasca (o de ramas gordas) y te pones a profundizar, allí
encontrarás la verdad, el amor, Dios.
Y no temerás. Y disfrutarás de la
creación, de la presencia del bien en el mundo. De tu capacidad para luchar. De
la armonía de la creación. De la necesidad ineludible de referencias arriba
Paz, serenidad y esperanza. Entonces, te sentirás iluminado.
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