"Ventana abierta"
RINCÓN PARA ORAR
SOR MATILDE
CUANDO MENOS PENSÉIS, VIENE EL HIJO DEL HOMBRE
32 « No temas, pequeño rebaño,
porque a vuestro Padre le ha parecido bien daros a vosotros el Reino.
33 «
Vended vuestros bienes y dad limosna. Haceos bolsas que no se deterioran,
un tesoro inagotable en los cielos, donde no llega el ladrón,
ni la polilla;
34
porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.
35 «
Estén ceñidos vuestros lomos y las lámparas encendidas,
36
y sed como hombres que esperan a que su señor vuelva de la boda, para que, en
cuanto llegue y llame, al instante le abran.
37 Dichosos los
siervos, que el señor al venir encuentre despiertos: yo os aseguro que se
ceñirá, los hará ponerse a la mesa y, yendo de uno a otro, les servirá.
38 Que venga
en la segunda vigilia o en la tercera, si los encuentra así, ¡dichosos de
ellos!
39 Entendedlo bien:
si el dueño de casa supiese a qué hora iba a venir el ladrón, no dejaría que le
horadasen su casa.
40 También vosotros
estad preparados, porque en el momento que no penséis, vendrá el Hijo del
hombre.»
41 Dijo Pedro:
«Señor, ¿dices esta parábola para nosotros o para todos?»
42 Respondió el
Señor: «¿Quién es, pues, el administrador fiel y prudente a quien el señor
pondrá al frente de su servidumbre para darles a su tiempo su ración
conveniente?
43 Dichoso aquel
siervo a quien su señor, al llegar, encuentre haciéndolo así.
44 De verdad
os digo que le pondrá al frente de toda su hacienda.
45
Pero si aquel siervo se dice en su corazón: "Mi señor tarda en
venir", y se pone a golpear a los criados y a las criadas, a
comer y a beber y a emborracharse,
46
vendrá el señor de aquel siervo el día que no espera y en el momento que no
sabe, le separará y le señalará su suerte entre los infieles.
47 «
Aquel siervo que, conociendo la voluntad de su señor, no ha preparado nada
ni ha obrado conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes;
48
el que no la conoce y hace cosas dignas de azotes, recibirá pocos; a quien se
le dio mucho, se le reclamará mucho; y a quien se confió mucho, se le pedirá
más. (Lc.
12, 32-48)
Hoy, el
Evangelio nos exhorta a la vigilancia, a “estar siempre
despiertos”. Pero, ¿es posible estar alerta las veinticuatro horas del día, sin dormir y descansar, ni una
hora?: ¡No, Jesús nos está hablando de
otra vigilancia!. Cuando nuestro corazón vibra y vive del amor de
Dios y de la caridad a nuestros hermanos, allí donde ellos
se encuentran necesitados, esto, es tener el corazón despierto para
el Amor. A este hombre, no le sorprende el ladrón de
los vicios haciendo asiento en la casa de su corazón. El pecador y por tanto el
enviciado, siempre tiene la puerta de su vida, entornada, de forma que el mal
ni siquiera le pide permiso para entrar en ella, sino que sólo tiene
que empujar un poco y la posesión de ese hombre es sencilla y segura para
el Maligno.
La
gracia de Dios, es nuestro escudo protector insinuándose en nuestro ir y venir
de cada día con palabras suaves del bien y de la virtud. Ora ayudando, ora
sirviendo, ora fortaleciendo nuestra fe en esa presencia de Dios que,
siempre está nuestro lado, mientras no le echemos de nuestra vida
o le ignoremos, no atendiendo sus Palabras que, son luz y
amor para mis pasos.
Porque, la
llegada del Hijo del Hombre, será una sorpresa inesperada
para todos. Y unos le dirán: ¿Cuándo Señor, te vimos con
hambre y te dimos de comer? o ¿con sed, o desnudo y
te asistimos? Y Jesús, a los
justos, les desvelará el secreto de su presencia viva en ese
hermano que, estaba en apuro y necesitado. Y de igual manera, otros
le dirán: ¿Cuándo, te vi enfermo o en la cárcel y no
te asistí? Y es que, también éstos, verán con claridad
diáfana que, pasaron de largo y no estuvieron despiertos ante el
hermano pobre que, me tendía una mano, pidiendo auxilio. El juicio de
Dios, me lo haré yo mismo, en vida, sobre mis actos buenos o
malos. Porque el Hijo del Hombre, en su primera venida, vino a salvar
y no a condenar. De aquí que, en toda su vida, con su Palabra, nos
enseñó a estar vigilantes, aprendiendo a amar y a
vivir para Dios y para el prójimo pobre y menos pobre.
Nosotros,
estábamos como “ese hombre que cayó en manos de unos ladrones
y le molieron a palos y dejaron medio
muerto”. “Pero Dios, rico en misericordia, por el gran amor con
que nos amó, estando nosotros muertos por los pecados, nos ha hecho vivir
con Cristo”. Jesús, nos ha enseñado el amor del Padre en su
misma Persona y en su vida entregada, hasta el extremo.
Porque, estábamos heridos de muerte y Él nos regeneró, pero es
para poder un día llevarnos a su Reino, donde
la vigilancia, se transformará en posesión de Dios y en ver
su Rostro, descansando en su divinidad que, es eterna.
¡Señor, despiértanos ahora que, es nuestro tiempo de lucha, para un día entrar en tu regazo que, al ser todo Amor, quedaremos saciados en tu posesión y en dejarnos tomar y amar por Ti! ¡Amén!...
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