"Ventana abierta"
De la mano de María
Héctor L. Márquez (Conferencista católico)
REFLEXIÓN
PARA LA FIESTA DE SAN BARTOLOMÉ, APÓSTOL
Hoy celebramos la
Fiesta de san Bartolomé, apóstol. A Bartolomé se le menciona, y aparece en las
llamadas “listas apostólicas” de los sinópticos y Hechos de los apóstoles, como
uno de los doce apóstoles (Mt 10,3; Mc 3,18; Lc 6,14; Hch 1,13). No así en el
evangelio según san Juan. En la lectura evangélica que nos brinda la liturgia
de hoy (Jn 1,45-51) para la Fiesta de san Bartolomé, se habla de un tal
Natanael, a quien la tradición le identifica con éste, en parte, por el hecho
de que su nombre aparece inmediatamente después de Felipe en tres de esas
“listas apostólicas”.
En este pasaje, lleno de simbolismos y alusiones al Antiguo Testamento,
típicas de los escritos de san Juan, que por la brevedad de estas líneas no
podemos elaborar, nos narra la vocación de Natanael (Bartolomé), inmediatamente
después de la de Felipe, a quien Jesús utiliza como instrumento para
“reclutarlo”. Como hemos señalado en ocasiones anteriores la palabra vocación
viene del verbo latino vocare que quiere decir
llamar.
Al igual que hizo con Felipe y Natanael en el relato de hoy, y con los
demás apóstoles, Jesús nos llama a todos a seguirle. A unos nos llama
directamente, como lo hizo con Felipe (“sígueme”), a otros nos llama por medio
de aquellos que ya le siguen, como en el caso de Bartolomé, a quien Felipe le
dijo: “Aquel de quien escribieron Moisés en la Ley y los profetas, lo hemos
encontrado: Jesús, hijo de José, de Nazaret.” Y ante el escepticismo de
Bartolomé (“¿De Nazaret puede salir algo bueno?”), Felipe insistió: “Ven y
verás”. Bartolomé le siguió, vio, y creyó: “Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú
eres el Rey de Israel”.
Felipe había tenido un encuentro personal con Jesús, y como todo el que
pasa por esa experiencia, sintió una urgencia inexplicable en comunicar a otros
“eso” que había encontrado; como aquellos a quienes Jesús curaba y les pedía
que no dijeran a nadie lo ocurrido, que no bien había Jesús terminado de decirlo,
ellos salían corriendo a contarle a todos ese encuentro maravilloso que había
cambiado sus vidas para siempre. Es lo que Jesús más adelante verbalizaría en
su mandato: “Vayan y hagan discípulos” (Mt 28,19).
Bartolomé no solo aceptó la invitación, sino que se convirtió en
discípulo. Más tarde, Jesús lo escogería como uno de los doce apóstoles sobre
los que Jesús instituyó su Iglesia, cuyos nombres están inscritos en los doce
basamentos de la Nueva Jerusalén que Juan describe en la visión que nos narra
en la primera lectura de hoy, tomada del libro del Apocalipsis (21,9b-14). Como
tal, saldría a predicar, a “hacer discípulos”.
Aunque es uno de los apóstoles de quien menos se sabe, la tradición lo
coloca evangelizando en Armenia y en la India, siendo objeto de especial
veneración en este último país.
Jesús nos ha llamado a todos de diversas maneras. Y si vamos a ser verdaderos seguidores de Jesús acataremos su mandato: “Vayan y hagan discípulos”. ¿Aceptas el reto?
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