"Ventana abierta"
Los cinco minutos del Espíritu Santo
Mons. Víctor Manuel Fernández
El autor nos conduce en estos cinco minutos diarios para abrirnos al Espíritu de Dios y percibir la fuerza de su consuelo.
A veces nos sentimos poca cosa, no nos valoramos a nosotros mismos, y queremos hacernos grandes sólo con nuestras fuerzas. Pero lo importante es buscar la luz del Espíritu Santo para descubrir qué quiere hacer él en nuestras vidas, y luego cooperar con nuestra oración y nuestra entrega para que él pueda hacernos crecer.
Para
darnos cuenta de eso, es importante contemplar la vida del santo que hoy
celebramos. El Cura de Ars es un reflejo de Jesús como buen pastor de su
pueblo. Él sentía admiración por los sacerdotes que ejercían con heroísmo su
ministerio en una época de persecución, y quiso ser cura. Después de muchos
problemas, logró ingresar al seminario a los veinte años, y a pesar de sus
dificultades intelectuales finalmente recibió la ordenación. Poco valorado, lo
designaron párroco de una pequeña (250 habitantes) y pobre población. Era el
pueblo de Ars, donde vivió hasta su muerte. Se entregó por entero a renovar la
vida de ese pueblo. De noche estudiaba y se preparaba. De día visitaba hogares
y ayudaba a los pobres. Poco a poco el pueblo fue tomando conciencia de que
estaba albergando a un gran santo, y los corazones se fueron ablandando.
Su
predicación simple, clara, pero ardiente y profunda al mismo tiempo, atraía a
personas de toda Europa que acudían a Ars para escucharlo y consultarlo. Se
calcula que lo buscaban unas 300 personas por día, por lo cual dedicaba unas 16
horas diarias a confesar. Tenía un don de consejo muy particular, y estaba
dotado de notables carismas que le permitían descubrir los males de los
corazones para dirigirles la exhortación más adecuada. Con su palabra y su
ejemplo reformó en poco tiempo las costumbres de su pueblo.
Pero recordemos que el santo Cura de Ars tuvo problemas cuando se estaba formando, porque le costaba mucho dar buenos exámenes, y los demás lo hacían sentir poca cosa. Sin embargo, fue un gran sacerdote, y grandes personajes de la época iban a su parroquia a escuchar su sabiduría. Esto sucedió porque él se dejó llevar y transformar por el Espíritu Santo, que siempre hace maravillas.
#CincoMinutos #EspírituSanto #VíctorManuelFernández #EditorialClaretianaAmén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario