"Ventana abierta"
La definición de los Dogmas de Fe, siempre ha surtido el efecto de
acogida en la religiosidad y el fervor populares.
Hoy celebramos la
Dedicación de la Basílica de Santa María, que es una consecuencia derivada de
Éfeso. Tras el Concilio celebrado en esta ciudad el año 431, en que se proclamó
el Dogma de Santa María, Madre de Dios -en griego Theotokos-, el Papa Sixto
III, levantó en el Monte Esquilino una Basílica en honor de la Virgen.
Con el tiempo, esta Iglesia, que es el Templo Mariano más grande en
Occidente, se llamaría Santa María La Mayor. Cuenta precisamente la historia
que, en tiempos del Papa Liberio, había una familia muy rica en la Ciudad
Eterna, al tiempo que caritativa, por lo que nunca faltaba ayuda de su parte, a
los necesitados. El hecho es que estos esposos nobles y cristianos no tenían
hijos.
Por ello en un supremo gesto de amor a la Virgen le pidieron cuál sería la mejor forma de emplear ese dinero, que ellos consideraban Don de Dios. Y como señala el Antiguo Testamento “mucho puede conseguir la oración del justo”. Por eso pronto encontraron la respuesta al tener por separado una visión donde la Reina de los Cielos les pedía que construyesen una Iglesia donde Ella les indicase.
Algo similar vio el propio Pontífice. Sin demorar la petición de la Reina de los Cielos, el Papa organiza y lleva a cabo una Procesión hacia el lugar indicado por la Señora, encontrándole nevado en pleno mes de agosto, en que por estación climatológica, era imposible este fenómeno. Por ello, este hecho milagroso hace que le pongan Nuestra Señora de las Nieves. En este Recinto Sacro de Roma, se conserva también un trozo de la Cuna de Belén.
Su oración es la siguiente:
Virgen Santísima de las Nieves, Patrona y Madre Nuestra; postramos ante este trono que nuestro filial amor te ha dedicado entre las bellezas y alturas de nuestras montañas nevadas, te suplicamos que derrames tu bendición sobre todos nosotros, sobre nuestros familiares, sobre los turistas y los alpinistas y que intercedas ante tu Divino Hijo para que nos conceda la gracia de pasar santamente el día de hoy y todos los de nuestra vida y que nos apartes siempre de todo peligro espiritual y corporal.
Ante este altar que tiene por alfombra la nieve y por bóveda el cielo, bajo tu mirada dulce y bajo tu manto protector queremos que se deslicen estas horas de sano esparcimiento y que, al terminar la jornada, descendamos de estas cumbres con el alma más pura y el cuerpo más fortalecido para poder cumplir todos nuestros deberes.
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