Hermanos:
La Nochevieja no es un invento de la Iglesia,
no es una fiesta litúrgica.
Pero es una fiesta del hombre
y es, por tanto, también una fiesta nuestra.
Es una fiesta agridulce,
donde el hombre expresa sin saberlo su afán de futuro,
su deseo de eternidad,
su esperanza secreta, inconfesada y vergonzante,
pero a la vez radical y profunda,
de resurrección.
No lo cree quizá, pero lo sueña;
no lo sabe, pero lo siente;
no se atreve, pero lo necesita.
¡Vida nueva!
¡Si fuera verdad...!
¡Nueva, siempre nueva!
¡Vida, siempre vida y siempre viva!
Esta fiesta,
este juego,
este sueño a la vez humilde y ambicioso
que el hombre eleva a Dios sin saberlo
es un grito que el Padre escucha
y que el cristiano entiende.
Si tiene usted más barriga, pero más corazón;
si tiene usted más arrugas, pero más amor;
si tiene usted más años, pero menos egoísmo...
Si ha luchado por el hombre y piensa seguir haciéndolo;
si levantó a los caídos en el camino;
si escuchó al que necesitaba explayarse con alguien;
si visitó al solitario;
si colaboró para mejorar injusticias;
si ensayó tenazmente, mil y mil veces,
de ser bueno y portarse como un hombre,
aunque en este momento compruebe que todavía es un calamidad;
si gastó trescientos sesenta y cinco días
en ayudar a su prójimo en lo que podía
sin olvidar que también Dios Padre es su prójimo,
Si mira el año próximo como algo inédito,
lleno de posibilidades irrepetidas e irrepetibles,
que nunca se han dado, como un paisaje que nunca ha cruzado,
como una tierra virgen aún no conquistada,
en la que cada día caerá un rayo nuevo de sol
que todavía no ha salido nunca de aquel astro,
sino que saldrá especialmente para usted y para ese momento;
si sabe andar con capacidad de sorpresa,
si comprende de verdad que el hombre nunca es lo mismo,
que el corazón no envejece si nosotros no lo entablillamos,
que cada segundo del futuro es un mensaje de Alguien que está más allá del tiempo
desde donde nos llama y hacia donde nos llama
aunque ya lo tenemos aquí cerca del corazón;
si siente que el amor y la alegría todavía están vivos
allá en algún rincón de su conciencia,
y que le gustaría caminar siempre por la vida haciendo felices a la gente
y así siendo usted feliz;
si cree que Dios es bueno y que nos ama,
o al menos le gustaría creerlo;
si cree que el hombre es bueno, en el fondo,
o al menos le gustaría creerlo...
¡Feliz Año Nuevo!
En realidad y a pesar de las apariencias,
¡está usted más joven, señor!
¡Está usted más joven, Señora!
Hermanos:
Cristo es nuestro tiempo.
Cristo es nuestro futuro.
Cristo no juega con nosotros
cuando nos dice con su mayor seriedad
a la vez que con enorme alegría:
¡Feliz Año Nuevo!
Feliz Año que no sólo no te aleja de la vida,
sino que te acerca incansablemente a ella...!
No hay comentarios:
Publicar un comentario