"ventana abierta"
OBRAS DE
MISERICORDIA
Las obras de misericordia son
acciones caritativas mediante las cuales ayudamos a nuestro prójimo en sus
necesidades corporales y espirituales (cf Is 58, 6-7: Hb 13, 3). Las obras de
misericordia son 14 y se dividen en 7 Espirituales y 7 Corporales.
Las 7
Obras de Misericordia Espirituales
Instruir, aconsejar, consolar,
confortar, son obras de misericordia espirituales, como también lo son perdonar
y sufrir con paciencia. (Catecismo)
1.
Enseñar al que no sabe.
Es importante
que cooperemos con nuestros hermanos, pero es mas importante enseñarles a
realizar por ellos mismos aquello que no saben. Por ello, enseñémosle a orar, a
perdonar, a perdonarse, a compartir, etc.
2. Dar
buen consejo al que lo necesita.
Para dar buen consejo es necesario
que nosotros mismos hayamos sido aconsejados por un director espiritual, que
nos ayude a orar a Dios Padre, para que nos envíe su Santo Espíritu y nos
regale el don de consejo. Así, bajo la guía del Señor, tanto nuestras palabras
como nuestro actuar, será un constante aconsejar a los que lo necesitan.
3.
Corregir al que se equivoca.
Muchas veces nos enojamos o reímos
cuando vemos a algún hermano equivocarse, olvidándosenos que no somos perfectos
e inevitablemente nos equivocaremos también. Pensemos, ¿nos gustaría que se
rieran de nosotros?, definitivamente NO, así que, cuando alguien se equivoque
corrijámoslo con amor fraternal para que no lo vuelva a hacer.
4.
Perdonar al que nos ofende.
¡Qué difícil!, tanto que Jesús nos
dice que debemos perdonar 70 veces 7, es decir, SIEMPRE. Además en el Padre
Nuestro, nos pone la condición de PERDONAR NUESTROS OFENSAS, COMO NOSOTROS
PERDONAMOS A LOS QUE NOS OFENDEN. Así que, a perdonar, perdonar, perdonar....
5.
Consolar al triste.
Jesús nos ha dicho: "Dichosos
los que lloran porque serán consolados". El consuelo de Dios, por medio de
su Espíritu Santo, nos consuela. Pero, además, Dios se vale de nosotros para
consolar a los demás. No se trata de decir: no llore, sino de buscar en las
Escrituras, las palabras que mejor se adecúen a la situación. En los salmos
podremos encontrar esa palabra de consuelo que requerimos, por eso, es
conveniente recitarlos y meditarlos constantemente.
6.
Sufrir con paciencia los defectos del prójimo.
¡Qué fácil es ver la paja en el ojo
del prójimo y no vemos la viga en el nuestro!. Cuando seamos capaces de
disimular los defectos de nuestro hermano, estaremos colaborando en la
construcción del Reino del Señor. Tengamos paciencia con los ancianos, los niños,
el vecino, el compañero de trabajo y ellos la tendrán con nosotros, en nuestros
defectos.
7. Rogar
a Dios por los vivos y los difuntos.
Cuando escucho a mis hijos orar
pidiendo a Diosito por nosotros, por sus hermanos, por sus compañeros de escuela
y por sus abuelitos ya fallecidos, me siento agradecido de saber que muchos
elevan una oración al Creador por mi y por mis familiares o amigos que se me
adelantaron a la casa del Padre. Cada oración es una intercesión, y el Señor
nos pide que oremos unos por otros para mantenernos firmes en la fe, así como
El oró por Pedro para que una vez confirmado, le ayudara a sus hermanos.
7 Obras
de Misericordia Corporales
Las obras de misericordia corporales
consisten especialmente en dar de comer al hambriento, dar techo a quien no lo
tiene, vestir al desnudo, visitar a los enfermos y a los presos, enterrar a los
muertos (cf Mt 25, 31-46). Entre estas obras, la limosna hecha a los pobres (cf
Tb 4,5-11; Si 17, 22) es uno de los principales testimonies de la caridad
fraterna: es también una práctica de justicia que agrada a Dios (cf Mt 6, 2-4)
. (Catecismo)
1.
Visitar a los enfermos.
Nuestros hospitales están llenos de
enfermos olvidados por sus familiares, o bien, personas que por la lejanía con
el centro hospitalario, no reciben visita alguna. Es bueno dar dinero para los
necesitados, pero que bueno es darnos nosotros mismos. Compartamos de nuestro
tiempo con ellos y llevémosles una palabra de aliento, un rato de compañía a
esos cristos en su monte de los olivos.
2. Dar
de comer al hambriento.
Jesús nos ordena compartir con el
necesitado cunado nos dice, "El que tenga dos capas déle una al que no
tiene, y el que tenga alimento, comparta con el que no"(San Lucas, 3-11).
Al compartir nuestro alimento, no solo les llenamos el estómago a nuestros
hermanos necesitados, sino que les mostramos el amor de Dios que no los deja
desfallecer.
3. Dar
de beber al sediento.
Con cuántas ganas nos bebemos un vaso
de agua fresca luego de recorrer un largo trecho para calmar nuestra sed.
¿Cuántas veces pensamos en nuestros hermanos que no tienen un lugar donde
beberlo? Pensemos en aquellos que se enferman porque deben calmar su sed con
agua contaminada, aquellos que mueren de sed porque otros la desperdician,
incluso Jesús, en su trance de muerte, sintió sed y lo exclamó con tanta
vehemencia, que un soldado romano le acercó una esponja con hiel y vinagre para
que la calmara. ¿Somos nosotros peores que ese soldado romano como para negar
agua al sediento?
4. Dar
posada al peregrino.
Existen muchos inmigrantes que
esperan nuestra ayuda para poder vivir dignamente junto a su familia, ayuda que
debe hacerse presente en toda forma y a todo momento. Recordemos que esos
hermanos desposeídos son Sagrarios del Espíritu Santo que merecen al menos una
Tienda de Encuentro con el amor Divino.
5.
Vestir al desnudo.
A menudo nos
encontramos con hermanos que están vestidos con harapos o bien se encuentran
desnudos, viéndose disminuida su dignidad de hijos de Dios. Ayudémosles a
recobrarla brindándoles una vestidura limpia y respetable, que les permita
reencontrar al Señor en la bondad de los demás.
6.
Visitar a los encarcelados.
Cada mañana nos levantamos y corremos
a los centros de estudio o trabajo, y posiblemente pasemos frente a un centro
de reclusión en el que muchos de nuestros hermanos sufren la soledad y la indiferencia.
Nuestra Santa Madre Iglesia nos llama a llevarles, no solo cosas materiales,
sino el cariño de toda la comunidad a cada uno de ellos, para que se sientan
parte del rebaño del Único Pastor.
7.
Enterrar a los muertos.
Sepultarlos no significa olvidarlos,
por el contrario, esta obra de misericordia corporal nos lleva a la obra de
misericordia espiritual que nos invita a rezar por los vivos y los muertos. Al
enterrarlos no debemos olvidar que es nuestro deber mantener sus sepulturas en
buen estado, pues en ellas se contienen los restos mortales de aquellos que
fueron Templo del Espíritu Santo.
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