"ventana abierta"
1.
El sueño de Chispa
Érase una
vez un pueblecito llamado Arco Iris, era pequeñito, con sus casitas de piedra,
su río transparente y su precioso campo de girasoles que durante el verano
iluminaba la aldea.
En él vivían
muchos girasoles, pero, entre todos, había uno que destacaba por su sencillez y
su generosidad, y también por ser el más chiquitito, su nombre era Chispa y le encantaba leer y conversar con los demás.
Siempre
soñaba con poder viajar algún día y conocer todos aquellos lugares maravillosos
que aparecían en los libros de aventuras que leía cada noche antes de dormir.
Pero Chispa
sabía que conseguir eso era algo imposible para un girasol, que sus raíces se
lo impedían. Ser una preciosa planta como era ella tenía muchas cosas buenas,
pero ella no podía viajar, no sobreviviría si la arrancasen de la tierra donde
había nacido y de la que se alimentaba.
Sin embargo
ella sabía que todos tenemos algo mágico dentro, que se llama imaginación, así
es que a menudo cerraba los ojos, se concentraba y recorría cada rincón de la
Tierra.
Al día
siguiente comenzaba el verano y en el campo celebraban la Fiesta de las Flores.
Era el día más importante y divertido del año. Todos los girasoles se
recortaban sus pétalos para estar lindos y estrenaban algo porque decían que
traía buena suerte.
Pero Chispa
nunca se compraba nada nuevo, prefería guardar el dinero de su hucha para cosas
más importantes. Tampoco se cortaba los pétalos porque pensaba que así, si
algún día alguien se acercaba a ella buscando su sombra, podría ofrecérsela.
Además, aunque le encantaba la música, siempre bailaba con mucho cuidado y
cuando alguien le preguntaba por qué lo hacía así, Chispa les contestaba:
-Me da miedo
que se me caigan las pipas, puede que, en algún momento, sirvan para alimentar
a alguien.
- ¡Qué
generosa eres Chispa! Siempre estás pensando en ayudar a los demás. Le
decían todos.
2.
El sueño de Chispa
Cuando se
hizo de noche y la fiesta terminó, en medio de la oscuridad y del silencio, un
grupo de ocas sobrevolaron Arco Iris. Venían desde muy lejos.
En su país
había dejado de llover, las plantas estaban secas y no tenían nada que comer.
Entre las aves estaba Fito, que hacía el viaje por primera vez junto a su
hermano, su papá y su mamá.
Llevaban
muchas horas volando sin parar y Fito estaba muy cansado, tenía hambre y
también mucho sueño, tanto que sin darse cuenta se durmió mientras volaba, y
aunque siguió moviendo las alas, poco a poco fue cayendo. De pronto...
boooomm!!! Chocó contra las ramas de un árbol y fue a caer a los pies de
Chispa.
Menudo susto
se dio Chispa, enseguida se acercó a ayudar a Fito, que se despertó
sobresaltado y gritó:
-¡Ahhhh!
¿Quién eres? ¿Dónde estoy?¿Cómo he llegado hasta aquí?
-Tranquilo
pequeño, le dijo Chispa. ¿Estás bien?¿Te duele algo?
A Fito le
dolía mucho un ala, se la había roto al estrellarse, por lo que no podría
continuar su viaje. Pero él sólo pensaba en su familia:
-Ellos no
volverán hasta que acabe el verano ¿Qué voy a hacer? ¡Estarán muy preocupados
por mí!, ¿Dónde me quedaré?
-No te
preocupes, les mandaremos un mensaje con el siguiente grupo de ocas que pasen
por aquí diciéndoles que estás bien. Te quedarás en mi casa, nosotros te
cuidaremos, le dijo Chispa.
El sueño de Chispa
Fito pasó en
Arco Iris dos meses inolvidables, rió, jugó, compartió,y aunque, a veces se
acordaba mucho de su familia, se sentía feliz en ese pueblito.
Pero el
verano estaba terminando y había llegado el momento de regresar a casa, pronto
volvería a ver a su familia, a sus amigos, pero también había llegado la hora
de abandonar aquel lugar y a aquellas personas que tanto le habían querido.
Entonces se le ocurrió una ¡gran idea! Pero pensó que sería mejor esperar para contársela
a Chispa. Era una sorpresa para ella.
Al día
siguiente, un montón de ocas inundaron el cielo de Arco Iris, todos en el
pueblo miraban asombrados hacia arriba.
El papá y la mamá de Fito vieron a su
hijito desde la altura. Estaban deseando darle un abrazo.
¡Por fin
llegó el momento! Estaban felices de estar juntos de nuevo.
La familia
de Fito no sabía cómo agradecer a Chispa tanta generosidad, su pequeño había
sido feliz con ellos y eso nunca lo olvidarían.
- ¡Ha sido
el verano más divertido de mi vida! Dijo Fito.
Chispa
estaba muy contenta porque Fito volvía a ver a su familia pero también muy
triste porque llegaba la hora de la despedida, tenían que separarse...
4.
El sueño de Chispa
Entonces
Fito se acercó y le dijo:
-Chispa, no
estés triste, viajarás conmigo y conocerás todos esos lugares que siempre
soñaste conocer.
Chispa abrió
tanto los ojos y la boca por la sorpresa que casi no pudo volver a cerrarlos,
¡no podía creer lo que estaba oyendo! ¡Viajar!
-Pero...
Fito, yo no puedo moverme de aquí, ya lo sabes, soy un girasol y las plantas no
tenemos piernas, tenemos raíces.
-Pero hay
muchas maneras de viajar Chispa y tú lo sabes, dijo Fito. Tú tienes algo que forma parte de
ti y que me ha alimentado durante todo este tiempo, ¡tus pipas!
-¿Mis pipas?
¿Y qué harás con ellas Fito?, dijo Chispa.
-Me las
llevaré conmigo y las iré soltando en todos esos lugares maravillosos por los
que voy a pasar durante mi viaje, así podrás conocerlos. En todos ellos nacerán
preciosos girasoles y una parte de ti permanecerá para siempre en cada uno. Así
tu sueño se habrá cumplido.
Fito inició
su vuelo y ahí comenzó también la aventura de Chispa.
Ella había
sido generosa, ofreció su ayuda a quién lo necesitó y siempre pensó en los
demás antes que en ella, por eso llegó el día en que su sueño se cumplió.
Educación en valores.
Manos Unidas
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