Una
amiga mía, casada y madre de familia -comenta el sacerdote dominico Fco. J.
Rodríguez Fassio- se pone literalmente frenética cuando se beatifica o se
canoniza a una religiosa, porque dice que ellas tienen una vida tan resguardada
en sus conventos, que verdaderamente no tiene tanto mérito como sería
beatificar o canonizar a una madre de familia en la vida normal; sobre todo si
además está comprometida en la vida civil, en la vida política, en la vida
económica.
No
es que tenga mucha razón: la vida religiosa no es fácil en ningún sentido, como
no lo es ninguna vida cristiana vivida hasta el fondo.
Pero
sí es cierto que a veces nos gustaría pensar qué hubiera sucedido de esta
persona, hombre o mujer religioso, si tuviera que haberse debatido entre las
luchas, entre las dificultades, entre los compromisos de la vida cotidiana
normal y diaria.
Pues
bien, hoy tenemos un ejemplo de este caso, Hildegard Burjan.
Nació
Hildegard en una familia judía, no creyente, en Prusia en 1883, una mujer de
una enorme inteligencia. Fue a Zurch en Suiza, donde se doctoró en Filosofía, y
allí conoció al que sería su marido, Alejandro Burjan, y juntos estudiaron, en
esa ciudad suiza de Zurich, también Economía y Ciencias Políticas.
Se
casan en 1909, y en ese momento contrae ella una grave enfermedad renal que la
hace temer por su vida, de tal manera que tiene que ingresar desahuciada en un
hospital.
Allí,
el trato con las religiosas católicas que había, le abre nuevas perspectivas y
se convierte al catolicismo recibiendo el Bautismo.
Queda
embarazada de su hija, y resulta que por esa enfermedad que tenía, le dicen, le
aconsejan que sería mejor abortar para no poner en peligro su vida.
Ella
sin embargo se niega, y da a luz a una hija sana, Lisa.
Se
instala el matrimonio en Viena, en la capital de Austria, recién proclamada la
República, después de la 1ª Guerra Mundial, y allí Gildegard comienza, motivada
por su fe y por sus intereses, ideales, políticos y económicos, a intervenir
decididamente en Política. Es Concejal del Ayuntamiento de Viena. Crea una
Asociación para obreras a domicilio que estaban en una situación calamitosa, y
después es elegida también miembro del Parlamento de la República austriaca.
Su
valor, sus planteamientos, su lucha por la ley de protección a las
trabajadoras, la lucha contra el trabajo infantil, la lucha por la promoción de
los más desfavorecidos, la lucha -como ella decía- no simplemente para dar
dinero, sino para devolver a la gente la confianza de que puede salir de sus
propios problemas y de devolverles su dignidad, hace que se la titulase como,
"la conciencia del Parlamento".
Por
desgracia, una mujer tan libre, tan comprometida, no siempre entra a formar
parte de esos grupos organizados partidistas, y por lo tanto, solamente está en
una legislatura.
Sin embargo, ella sigue trabajando, y
crea en 1919 una Organización llamada "Cáritas Socialis", una especie
como de congregación religiosa que se dedica precisamente a agencia de empleos,
a hogares para personas convalecientes, a hospitales para enfermos y dementes,
fundar hogares para madres solteras, para mujeres sin hogar, es decir, una
sensibilidad de estar cerca de la gente, viendo algo más que gente y sabiendo
que el compromiso político y social forma parte también del compromiso
cristiano, que la caridad bien entendida tiene que llevar a cabo la labor de la
justicia y la labor de la paz, que la caridad no puede ser como la suplencia de
la injusticia y las migajas de la injusticia, sino el fundamento precisamente
para que la Organización Política, Económica y Social sea de todos los
ciudadanos, empezando por los más marginados y desfavorecidos.
Hildegard
Burjan muere en 1933 con sólo 50 años, si hubiera durado más, quizás hubiera
muerto en un campo de concentración por ser judía. Ya empieza a haber
antisemitismo y la ascensión de los nazis al poder.
Murió
joven, pero su obra sigue, y su inspiración todavía más.
Fue,
ha sido beatificada el 29 de Enero de 2012 en la Catedral de San Esteban de
Viena.
Y
era impresionante ver en aquel marco gótico y barroco, de pronto surgir,
cubriendo el Altar Mayor, la fotografía de una mujer, una fotografía en blanco
y negro, de una mujer de nuestra época, una mujer que te miraba fijamente y que
te obligaba a reponder algunas preguntas fundamentales.
*Para
ti, ser cristiano ¿en qué consiste y cómo se puede plasmar en el compromiso
político, social, económico y cultural?
*¿Es
para ti tu fe un recurso para evadirte, o una instancia para
comprometerte?
O en
definitiva nos hacía que nos planteásemos lo que fue el lema de su vida y que
ella repetía con mucha frecuencia:
"Hay
que vivir entregada completamente a Dios, y entregada completamente a la humanidad".
Esta
es Hidegard Burjan.
*Una
mujer seglar.
*La
primera política beatificada.
*Una
mujer que nos enseña y nos debía enseñar cada vez más a ser nosotros mejores
aquí y ahora, y más coherentes.
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