"Ventana abierta"
Viernes Santo
A Jesús le han matado después de ser detenido de noche y a traición.
Después de ser juzgado sumariamente con acusaciones de testigos falsos. Se ha visto abandonado, injustamente tratado Él que a todos trató tan bien, porque pasó toda su vida haciendo el bien.
Ahora yace en el regazo de una Madre llena de dolor y acoge los sufrimientos y dolores de todas las madres del mundo.
Ante este Jesús crucificado, ante esta Madre serena y confiada ante el dolor inmenso, ¿quién no tiembla?, ¿quién puede quedar impasible y sin entrañas, o distraido?
Jesús nos convence con su muerte, porque sabemos que es una muerte por amor, Él vence al mal con el amor y lo logra con su Cruz y su Resurrección. Es porque ama mucho, porque ama al Padre, y ama a todos los hombres, que Jesús se ha entregado a la muerte y a una muerte de cruz; pues sólo el amor es digno de fe, y sólo una vida entregada por amor merece ser seguida e imitada, merece que creamos en Cristo y confiemos en Él.
Hoy Viernes Santo, y en medio de tantas tinieblas y pequeñeces, sufrimientos y dolor, cada uno se lo conoce, el nuestro, y sobre todo el de tantos inocentes, emerge un rostro, el rostro humillado y ensangrentado del Señor Jesús.
¡Este sí que es el Hijo de Dios!
En el rostro de Jesús, resplandece el rostro infinito y todopoderoso en el Amor del mismo Dios.
Desde hoy, sabemos que Dios sufre, que quiere sufrir con nosotros y por nosotros, que nuestras vidas le importa, que no está lejos ni de ti, ni de mí, ni de cada uno de nosotros, ni de los que sufren, porque continúa sufriendo en nosotros y nos redime.
Su vida vale mucho para todos. Él carga con todo lo nuestro.
En la liturgia de este Viernes Santo que nos disponemos a celebrar, descubrimos la grandeza de la Cruz del Señor, se nos revela que Él es el Siervo sufriente que carga con nuestros pecados, que podemos presentarle a Él todas nuestras peticiones y de forma universal por todos, pues Él murió por todos para que tuviésemos vida y vida en abundancia.
Esta tarde, adoraremos la Cruz, aunque sea de lejos, la Cruz que nos acompaña desde nuestro Bautismo y que será nuestra salvación.
Del Viernes Santo surge una nueva manera de vivir: con fe, con confianza, con perdón para todos, con amor hasta el fin, más allá de todo cálculo e interés.
¡Amemos como el Señor nos revela en su Cruz!
¡Feliz Pascua!
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