"Ventana abierta"
Web católico de Javier
Caroline Aigle hubiera cumplido 33 años de edad el 12 de
septiembre de 2007. La primera mujer piloto de caza de la Armada Francesa y
futura astronauta murió el 21 de agosto víctima de un cáncer fulminante. Su
país aún la llora y no deja de conmoverse por su valiente sacrificio: estaba
embarazada de cinco meses cuando supo que padecía la enfermedad terminal y optó
por postergar su tratamiento para que su hijo pudiera nacer.
A mediados de julio de 2007, Caroline recibió la devastadora
noticia. Lejos de derrumbarse, la mujer se enfrentó a la adversidad y no hizo
caso a los médicos que le aconsejaron abortar para tratar de extender su vida.
Junto a su esposo, el también piloto Christophe Deketelaere,
decidió darle una oportunidad al nuevo miembro de su familia. Su segundo hijo
nació a inicios de agosto con solo cinco meses y medio de gestación, lo llamó
Gabriel. Nació muy pequeño pero sigue luchando por su vida y tiene muchas
posibilidades de salir adelante.
"No podía detener la vida de un ser que había llevado
consigo por cinco meses. Me dijo: 'Él tiene el derecho de tener posibilidades
como yo'", declaró Christophe.
Para su esposo, este embarazo fue "su último combate y
lo ganó". Antes de morir, pudo ver a su hijo varias veces y cargarlo en
sus brazos. "Fue heroica hasta el final", aseguró.
Caroline Aigle (que significa "águila") nació en
Montauban (Francia) en 1974. A los 14 años de edad ingresó en la escuela
militar de Saint-Cyr. En mayo de 1999 se convirtió en piloto de caza y estuvo a
cargo de un Mirage 2000-5 del Escuadrón de Caza Cote d'Or en Dijon. En 2005 se
convirtió en comandante de escuadrilla y desde 2006 desempeñaba funciones de
seguridad en vuelo en el centro de mando de Metz.
Su funeral fue presidido por el sacerdote Pierre Demoures, un
ex piloto de combate. En su homilía, el Padre Demoures recordó a Caroline como
una persona que condujo a la gente a Cristo con "sus cualidades,
amabilidad, disponibilidad, pasión" y por sus "opciones" al
considerar "a su hijo como una vida que excedía la simple visión humana de
la vida" y por la cual "retrasó un tratamiento que era urgente".
El sacerdote recordó que cuando Caroline y Christophe lo
buscaron para preparar su matrimonio, le pidieron un texto que no hablara del
amor del uno por el otro "sino que tratara del amor que nos abre y lleva a
amar a los demás".
"La gran lección que nos dio Caroline es la urgencia de amar. No una urgencia de temer, sino la urgencia vital de saber que solo el amor trae vida. El hombre está hecho para la vida. Esta urgencia puede hacer que el amor sea más fuerte y dar vida a un tesoro en medio de los eventos más trágicos", aseguró el sacerdote.
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