"Ventana abierta"
TRINIDAD
José Luis Sicre Díaz
FIESTA DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD. CICLO B
Esta fiesta surge bastante tarde, en 1334,
y fue el Papa Juan XII quien la instituyó. Quizá pretendía (como ocurrió con la
del Corpus) contrarrestar a grupos heréticos que negaban la divinidad de Jesús
o la del Espíritu Santo. Cambiando el orden de las lecturas subrayo la relación
especial de cada una de ellas con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
Dios Padre (Deuteronomio 4, 32-34. 39-40)
Como es lógico, un texto del Deuteronomio,
escrito varios siglos antes de Jesús, no puede hablar de la Trinidad, se
limita a hablar de Dios. Su autor pretende inculcar en los israelitas tres
actitudes:
1) Admiración ante lo que el
Señor ha hecho por ellos, revelándose en el Sinaí y liberándolos previamente de
la esclavitud egipcia.
2) Reconocimiento de que Yahvé es el
único Dios, no hay otro; cosa que parece normal en un mundo como el
nuestro, con tres grandes religiones monoteístas, pero que suponía una
gran novedad en aquel tiempo. Este mensaje sigue siendo de enorme
actualidad, ya que todos corremos el peligro de crearnos falsos dioses (poder,
dinero, etc.).
3) Fidelidad a sus preceptos, que no
son una carga insoportable, sino el único modo de conseguir la felicidad.
Dios Hijo (Mateo 28, 16-20)
El texto del evangelio, el más claro de
todo el Nuevo Testamento en la formulación de la Trinidad, pero al mismo tiempo
pone de especial relieve la importancia de Jesús.
A lo largo de su evangelio, Mateo ha
presentado a Jesús como el nuevo Moisés, muy superior a él. El contraste
más fuerte se advierte comparando el final de Moisés y el de Jesús. Moisés
muere solo, en lo alto del monte, y el autor del Deuteronomio entona su elogio
fúnebre: no ha habido otro profeta como Moisés, «con quien el Señor trataba
cara a cara, ni semejante a él en los signos y prodigios…». Pero ha
muerto, y lo único que pueden hacer los israelitas es llorarlo durante treinta
días.
Jesús, en cambio, precisamente después de
su muerte es cuando adquiere pleno poder en cielo y tierra, y puede garantizar
a los discípulos que estará con ellos hasta el fin del mundo. A diferencia
de los israelitas, los discípulos no tienen que llorar a Jesús sino lanzarse a
la misión para hacer nuevos discípulos de todo el mundo. ¿Cómo se lleva a cabo
esta tarea? Bautizando y enseñando. Bautizar en el nombre del Padre, del
Hijo y del Espíritu Santo equivale a consagrar a esa persona a la
Trinidad. Igual que al poner nuestro nombre en un libro indicamos que es
nuestro, al bautizar en el nombre de la Trinidad indicamos que esa persona le
pertenece por completo.
En la primera lectura, Dios exigía a los
israelitas: «guarda los preceptos y mandamientos que yo te prescribo»; en el
evangelio, Jesús subraya la importancia de «guardar todo lo que os he mandado».
Dios Espíritu Santo (Romanos 8, 14-17)
La formulación no es tan clara como en el
evangelio, pero Pablo menciona expresamente al Espíritu de Dios, al Padre,
y a Cristo. No lo hace de forma abstracta, como la teología posterior, sino
poniendo de relieve la relación de cada una de las tres personas con
nosotros.
Lo que se subraya del Padre no es que sea
Padre de Jesús, sino Padre de cada uno de nosotros, porque nos adopta como
hijos.
Lo que se dice del Espíritu Santo no es
que «procede del Padre y del Hijo por generación intelectual», sino que nos
libra del miedo a Dios, de sentirnos ante él como esclavos, y nos hace gritarle
con entusiasmo: «Abba» (papá).
Y del Hijo no se exalta su relación con el
Padre y el Espíritu, sino su relación con nosotros: «coherederos con Cristo, ya
que sufrimos con él para ser también con él glorificados».
Reflexión final
La fiesta de la Trinidad provoca en muchos
cristianos la sensación de enfrentarse a un misterio insoluble, no es la que
más atrae del calendario litúrgico. Sin embargo, cuando se escuchan estas tres
lecturas la perspectiva cambia.
El Deuteronomio nos invita a recordar los
beneficios de Dios, empezando por el más grande de todos: su revelación como
único Dios. (Esto no debemos interpretarlo como una condena o
infravaloración de otras religiones).
El evangelio nos recuerda el bautismo, por
el que pasamos a pertenecer a Dios.
La carta a los Romanos nos ofrece una
visión mucho más personal y humana de la Trinidad.
Finalmente, las tres
lecturas insisten en el compromiso personal con estas verdades. La
Trinidad no es solo un misterio que se estudia en el catecismo o la Facultad de
Teología. Implica observar lo que Jesús nos ha enseñado, y unirnos a él en el
sufrimiento y la gloria.
P. Leonardo
1. Me acerco al Evangelio. ¿De quién habla
continuamente Jesús? = Del Padre.
2. ¿En quién pone todas su complacencias? = En el Hijo,
Jesús.
3. ¿A quién tenemos que oír? (Trasfiguración).
4. Son la misma cosa.
5. ¿Qué nos deja Jesús después de su aventura
modélica? = Su Espíritu
6. Habla en términos de familia: padre, hijo, espíritu de
padre, espíritu de hijo… espíritu de amor.
7. Se nos bautiza en el nombre del Padre, del… Nos
persignamos
8. No hay mejor envoltura, ni modelo ni esperanza.
Maravilloso trío
9. Y al morir nos sentimos arropados por Dios Padre,
Jesús y el Espíritu
10. No hay
mejor misterio, ni que llene mejor nuestro modo de vivir.
Canto: CANTA Y ALABA AL SEÑOR
1.- Canta y alaba al Señor/ El nos ha
dicho su Nombre/ Padre y Señor para el hombre/ vida,
esperanza y amor.
2.- Canta y alaba al Señor/ Hijo del Padre
hecho hombre, Cristo y Señor para el hombre, /Vida esperanza y amor.
3.- Canta y alaba al Señor/ Divino don
para el hombre, / Espíritu es su nombre, /Vida esperanza y amor.
4.-Canta y alaba al Señor / Él es
fiel y nos llama,
El nos espera y nos ama, / Vida esperanza y amor.
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