"Ventana abierta"
HOY EL
RETO DEL AMOR ES INTRODUCIR MENTALMENTE, JUNTO CON MARÍA, EL: “¡VEN ESPÍRITU
SANTO!”, MIENTRAS REZO EL ROSARIO
Buenos días, hoy Matilde nos lleva al Señor.
Qué pases un feliz día.
¡TODAS LAS FIESTAS, TIENEN
OCTAVA!
Hemos celebrado Pentecostés después de
cincuenta días de Pascua y de disfrutar, en la Palabra de Dios de las
apariciones de Jesús Resucitado a sus discípulos. Todo eran sorpresas en la
Palabra del Señor a los suyos y también en comer con él y estar mirándole y
escuchándole. Y, al fin, en desaparecer de su vista humana porque subía al
cielo a la vista de todos y, “una nube se lo quitó de la vista”.
Estos días gloriosos nos han fortalecido en la
fe y en el amor incondicional a Dios y a su Hijo Jesús que, se ha entregado
totalmente a nosotros. Pero, no nos ha dejado desamparados, su Espíritu Santo,
ahora, es nuestro Consolador y, Consejero, Nuestro Señor, Espíritu de Dios.
Como digo, el Espíritu Santo está con nosotros y dentro de nosotros, vela
también por la Iglesia de Jesús.
En el convento, vivimos esta fiesta de
Pentecostés con un indecible gozo. Pero ahora que, parece que la fiesta ha
terminado, nos toca a nosotros invocar al Espíritu desde lo profundo del
corazón. Y, esto, con la oración que Dios mismo nos ha dado en su Palabra:
“¡Ven Espíritu Santo, ven sobre mí!”. Es una breve invocación pero eficacísima
porque, “el Espíritu y nuestro espíritu, dan un testimonio concorde: que somos
hijos de Dios y herederos de su Gloria, el Cielo”.
Pues, me sucede en estos días que, al rezar el
rosario en comunidad, pronuncio Ave- Marías pero, mi voz interior clama
incesantemente: “¡Ven Espíritu Santo!”. Y, me parece que la Virgen, viene en mi
ayuda entre los Misterios de la vida de Jesús y me anima a esta plegaria que,
Ella misma pronunció en el Cenáculo, esperando con los discípulos esta promesa
del Padre.
Me di cuenta, por los efectos que me produce
esta súplica que, en verdad, es el mismo Espíritu que cubrió a María, viniendo
sobre Ella, para engendrar en sus entrañas al Hijo de Dios: Jesús, Dios y
Hombre verdadero. Así, también quiere hacer morada en nosotros, de una forma
permanente, en lo que permite nuestra debilidad pero, también nuestro deseo,
ayudado por la fuerza y la santidad del Espíritu de Dios.
Hoy el reto del amor es introducir mentalmente, junto con María, el: “¡Ven Espíritu Santo!”, mientras rezo el Rosario.
VIVE DE CRISTO
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