"Ventana abierta"
Jueves santo
3 momentos emblemáticos para comprender el Lavatorio de los Pies…
En el lavatorio de los pies
contemplamos la manifestación del Amor Trinitario en Jesús que se humilla…
El gesto de Jesús de lavarle los pies a sus
discípulos (Juan 13,1-15) contiene una catequesis bautismal y al mismo tiempo
una enseñanza sobre la humildad, una ilustración eficaz del mandamiento del
amor fraterno a la manera de Jesús: el amor que acepta morir para ser fecundo.
El signo del lavatorio de los pies de los
discípulos encierra profundamente el mismo significado: la vida que se entrega
en sacrificio redentor. Tres momentos son notorios en la escena: cada
uno de ellos tiene un profundo significado eucarístico:
1.- El lavatorio de los pies
Según se indica en el versículo 1, el lavatorio
de los pies es la manifestación de amor más grande del Maestro hacia sus
discípulos. Pero ello ocurre cuando Él, el Cordero de Dios debe pasar de este
mundo al Padre (v.1), Por ello Cristo realiza el lavatorio de los pies como
«servicio supremo», como gesto de amor supremo simbolizado en el quitarse la
túnica y servir como un esclavo.
Notemos en el versículo 4 los movimientos de
Jesús. Para demostrar su amor:
Se levanta de la mesa,
Se quita los vestidos (el manto),
Se amarra una toalla alrededor de la cintura,
Echa agua en un recipiente,
Le lava los pies a los discípulos y
Se los seca con la toalla que lleva ceñida en
la cintura.
El lavatorio de los pies está enmarcado por el
«quitarse» y «volver a ponerse» los vestidos. Este movimiento nos reenvía al
gesto del Buen Pastor de las ovejas, quien se despoja de su propia vida para
dársela a sus ovejas. De hecho, se puede notar que los verbos que se usan en el
texto son los mismos verbos que se utilizan en el capítulo del Buen Pastor,
cuando se dice que “ofrece su propia vida” y “la retoma” (ver Juan 10,18)
El despojo del manto y del amarrarse la toalla
es, por lo tanto, una evocación del misterio de la Pasión y de la Resurrección,
que el lavatorio de los pies hace presente de manera simbólica. Jesús se
comporta como un servidor (a la manera de un esclavo) de la mesa ya que su
muerte es precisamente eso: un acto de servicio por la humanidad.
En el lavatorio de los pies contemplamos la
manifestación del Amor Trinitario en Jesús que se humilla, que se pone al
alcance y a disposición de todo hombre, revelándonos así que Dios es humilde y
manifiesta su omnipotencia y su suprema libertad en la aparente debilidad.
2.- El diálogo con Pedro
La resistencia de Simón Pedro a dejarse lavar
los pies interesa especialmente a los discípulos de Cristo.
Pedro representa al discípulo que tiene
dificultad para entender la lógica de amor de su Maestro y para dejarse
conducir con docilidad por la voluntad de su Señor. En un primer momento, Jesús
no intenta explicarle a su discípulo un gesto tan sorprendente (“lo entenderás
luego” en v. 7b)
En la cultura antigua los pies representan el
extremo de la impureza, por eso lavar los pies era una acción que solo podían
realizar los esclavos. Pedro se escandaliza de lo que Jesús está haciendo y
dicho escándalo pone en evidencia la distancia entre su modo de ver las cosas y
el modo como Jesús las ve.
Ante la segunda negativa de Pedro, Cristo
señala la necesidad de tener parte con Él es decir, de participar en su
Misterio Pascual (v.8). Pedro acepta y pide un baño general, y Jesús declara
que “ya hay una limpieza” en él y en otros discípulos: es la limpieza de
la fe que crece en sus corazones.
3.- El mandato nuevo de Cristo
Los versículos 12 al 15 hacen la aplicación del
lavatorio de los pies a la vida de los discípulos, para sugerir el estilo de la
comunidad de los verdaderos discípulos: cómo debemos comportarnos los unos con
los otros. Dicho mandamiento nuevo se refiere a la misma actitud amorosa del
Señor. Recordando su condición de Señor y Maestro, Él instituye el mandamiento
nuevo cuyo cumplimiento consiste en imitar al Señor en su amor «como yo los he
amado»
El Señor y el Maestro se ha hecho siervo por
nosotros y por tanto la comunidad de los discípulos está llamada a continuar
este ejemplo de humillación en los servicios, a veces despreciables a los ojos
del mundo, para dar vida en abundancia a los humillados de la tierra.
Este estilo de vida estará marcado por la
reciprocidad, irá siempre en doble dirección, ya que se trata de estar
disponibles para hacerse siervos de los hermanos por amor, pero también para
saber acoger con sencillez, gratitud y alegría los servicios que otros hacen
por nosotros.
Juan subraya que tal servicio será un «lavarse
los pies unos a otros» (13,14); en otras palabras consistirá en aceptar los
límites, los defectos, las ofensas del hermano, al mismo tiempo que se
reconocen los propios límites y las ofensas a los hermanos.
Comprender la lección
Sólo del reconocimiento del gran amor con el
cual hemos sido amados podremos madurar nuevas actitudes de perdón y de
servicio con todos los que nos rodean. Por lo tanto, dejémonos aferrar por el
amor de Cristo para que nazca de nuestro corazón una caridad y una alabanza
sincera.
Jesús pide que lo imitemos para que a través de
los servicios humildes de amor a los hermanos podamos transformar el mundo y
ofrecerlo al Padre en unión con su ofrenda en la Cruz. Ésa es la raíz de la
sacerdotalidad.
PíldorasdeFe.net
Con información de iglesia.cl e
iglesiacatolica.org.gt
No hay comentarios:
Publicar un comentario