"Ventana abierta"
Dominicas Lerma
Comentarios a la Palabra de Dios
DOMINGO DE
PENTECOSTÉS
CICLO
A
-
LA VENIDA DEL ESPÍRITU SANTO -
Act. 2, 1-11
1 Al llegar el día
de Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar 2 De repente vino del
cielo un ruido como el de una ráfaga de viento impetuoso, que llenó toda la
casa en la que se encontraban. 3 Se les aparecieron unas lenguas como de fuego
que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos; 4 quedaron todos
llenos del Espíritu Santo y se pusieron a hablar en otras lenguas, según el
Espíritu les concedía expresarse. 5 Había en Jerusalén hombres piadosos, que
allí residían, venidos de todas las naciones que hay bajo el cielo. 6 Al
producirse aquel ruido la gente se congregó y se llenó de estupor al oírles
hablar cada uno en su propia lengua. 7 Estupefactos y admirados decían: « ¿Es
que no son galileos todos estos que están hablando? 8 Pues ¿cómo cada uno de
nosotros les oímos en nuestra propia lengua nativa? 9 Partos, medos y elamitas;
habitantes de Mesopotamia, Judea, Capadocia, el Ponto, Asia, 10 Frigia,
Panfilia, Egipto, la parte de Libia fronteriza con Cirene, forasteros romanos,
11 judíos y prosélitos, cretenses y árabes, todos les oímos hablar en nuestra
lengua las maravillas de Dios. »
(v.
1) - He aquí la
tensión expectante de la nueva comunidad. “El bautismo en el Espíritu” que dentro de no muchos días
habían de recibir, irrumpe el día de Pentecostés o de Quincuagésima después
de Pascua, es decir, una de las tres grandes fiestas de peregrinos en el pueblo
judío: La Pascua, los Tabernáculos y Pentecostés que
en un principio, en el culto judío, era una fiesta de la cosecha (Dt. 16, 9-12;
Lev. 23, 15-21). Más tarde en esta fiesta recordaba el pueblo judío las
revelaciones del Monte Sinaí y la legislación allí dada a Moisés.
(v.
2-3) - En el Antiguo Testamento el
viento y el fuego son símbolos de la divinidad (Ex. 3, 2; I Re 19, 11-12). Las
palabras “espíritu” (en
hebreo, en griego y en latín) designan 1º) fenómenos naturales del viento
que sopla (aliento, exhalación) y también 2º) el mundo
misterioso de la divinidad. Dios se revela en acontecimientos alegóricos y
se explica en el relato por medio de comparaciones: “como el viento”, “como de fuego” es la
acción indescriptible del Espíritu Santo.
-
Y de ese fuego descienden lenguas luminosas como revelación de
que todos reciben el único Espíritu Santo, como lo explica más tarde San Pablo
en (I Cor. 12, 4s.)
(v.
4) - Pero este
Espíritu Santo les capacita a los discípulos a hablar en otras lenguas: Glosolalia (del
griego), que les eran desconocidas. Siendo un lenguaje ininteligible, el
Espíritu en Pentecostés pudo al mismo tiempo mover el alma dispuesta de
los oyentes a que por un milagro de audición entendieran en su propia lengua
nativa el mensaje de salvación que los discípulos anunciaban “en lenguas”.
(v.
5-13) - “Judíos devotos”, es decir, judíos peregrinos venidos a Jerusalén para la
fiesta de Pentecostés. El pueblo judío tenía entonces una dispersión universal
y así nos da una lista de países, que sin ser exhaustiva deja adivinar el gran
campo de trabajo de la Iglesia y también nos muestra gráficamente la
diversidad de los testigos en el milagro de Pentecostés: milagro lingüístico y
auditivo. “Peregrinos
romanos” los cita
expresamente Lucas, porque los peregrinos romanos de Pentecostés llevaron el
mensaje a Roma, por ello la comunidad allí formada constaba de judeocristianos
y de etnocristianos. Las “grandezas de Dios” es el tema de que se habló en
Pentecostés. He aquí la orden de Jesús de “dar testimonio” de la obra salvífica de Dios en Cristo-Jesús (1, 8)
y de su fuerza. El mensaje es jubiloso, feliz, alegre, pero unos
asociaron este sonido que no entendían a la embriaguez, no eran almas
dispuestas para recibir el Espíritu Santo (Jn. 1, 5), es el misterio de la
gracia.
Segunda
Lectura: I Cor. 12, 3b-7; 12-13
Nadie, hablando con
el Espíritu de Dios, puede decir: « ¡Anatema es Jesús! »; y nadie puede decir:
« ¡Jesús es Señor! » sino con el Espíritu Santo.
4 Hay diversidad de
carismas, pero el Espíritu es el mismo;
5 diversidad de ministerios,
pero el Señor es el mismo;
6 diversidad de
operaciones, pero es el mismo Dios que obra en todos.
7 A cada cual se le
otorga la manifestación del Espíritu para provecho común,
12 Pues del mismo
modo que el cuerpo es uno, aunque tiene muchos miembros, y todos los miembros
del cuerpo, no obstante su pluralidad, no forman más que un solo cuerpo, así
también Cristo.
13 Porque en un solo
Espíritu hemos sido todos bautizados, para no formar más que un cuerpo, judíos
y griegos, esclavos y libres. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu.
(v.
3b) - La fórmula “Jesús es el
Señor” constituye
la primitiva confesión fundamental de cristianismo: KYRIOS
JESÚS afirma la vinculación total a Él y como es solo posible
vincularse a Dios pues éste nos le ha dado para ser eso: Señor (Fp.
2, 5s.). Así le proclamamos en nuestra liturgia sin mermar nada a Dios y hacer
ésto, de ver en Jesús, tanto al Jesús ambulante en Galilea, como al Crucificado
por Pilato, verle como Señor es obra de un milagro de
iluminación del Espíritu Santo.
(v.
4-6) - Y ahora pasa S. Pablo a lo
concreto de la vida de la comunidad de Corinto, con una multiplicidad de dones.
La vida divina había irrumpido en la Comunidad de Corinto y el resultado es
esta floración primaveral de dones. Pero una sola es la fuente de
la que toda plenitud fluye. Para dar expresión a esta plenitud formula tres
veces la afirmación en versos paralelos, que presentan una progresión no tanto
al designar los efectos del Espíritu Santo sino como - dones (carismas), ministerios (diakonía)
y operaciones (energemata) - determinación de su fuente:
el Espíritu Santo. el Señor, Dios (fuente
trinitaria) = “Dios lo produce
todo en todos”. No es casual que el ministerio esté vinculado al Señor Jesucristo. La
actividad “ad extra”, en el orden de
la gracia, es siempre común a las Tres Personas.
(v.
7) - Pero todos
estos fenómenos pneumáticos tienden sin excepción al bien espiritual de
la comunidad. Este es el punto que le interesa para aplicarlo a los
Corintios, que en los dones sólo habían buscado su provecho o su solaz o su
gloria.
(v.
12) - Pablo recurre ahora a una
imagen para expresar la necesidad y también la plenitud de la unidad en la
diversidad: la unidad del cuerpo. Esta comparación aparece ya en la
literatura antigua (Jenofonte, Tito Livio, Cicerón, Marco Aurelio, Epicurio),.
pero éstos lo aplican a la organización de un Estado y Pablo al orden
de la gracia. Es la Iglesia la magnitud en la que
convergen todas las funciones en la unidad (la Iglesia no la nombra hasta 12,
28) y la Iglesia es el Cuerpo de Cristo, es Cristo mismo.
(v.
13) - Pablo fundamenta la
unidad de esta Iglesia, del cuerpo, en la unidad del Espíritu que
a su vez se recibe por la iniciación sacramental. Este es el origen
de la Iglesia, no viceversa cuando se reúnen, sino que los creyentes en Cristo
se hacen miembros de Cristo porque al recibir al único Espíritu, se hacen un
solo cuerpo. Primero es el Espíritu Santo en cada fiel.
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