6 -Junio- 1996.
María fue directamente una persona normal, con sus problemas, sus dificultades, sus necesidades.
Muchas veces se acelera nuestra vida también buscando resolver nuestras propias necesidades, y hoy en esta sociedad que nos toca vivir, yo diría que más todavía.
Nuestro mundo, nuestro país, no podrán ver días mejores si no hacemos un esfuerzo colectivo grande, ¡muy grande!, para escuchar el clamor de los que sufren, de los que tienen cualquier necesidad, de todas esas personas que buscan dar una respuesta a su vida. Y María supo también, en su momento, estar con los necesitados.
Recordemos aquel pasaje evangélico en las bodas de Caná. Ella intercede por los festejados para decir a Jesús precisamente, "no tienen vino".
" - No tienen pan -podemos decir también hoy.
- No tienen trabajo.
- No hay quizás tampoco mucha justicia.
- No tienen libertad.
- No tienen diálogo y amor.
- No tienen donde pasar las noches frías.
- No tienen casa.
- No tienen esperanza.
- No hay proyecto en su vida, porque sólo el proyecto que tienen es el personal, el de ganas de vivir; pero como realización social, como realización de un proyecto comunitario no hay, por tantos y tantos egoísmos de los hombres de este mundo".
Por eso María, en ese mundo social que supo también tener y encontrar sus dificultades, supo dar una respuesta siempre humana de solidaridad, de compromiso, supo en una palabra, crear esperanza.
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