"Ventana abierta"
RINCÓN PARA ORAR
SOR MATILDE
ME ACOGE A MÍ, QUIEN ACOGE A UN NIÑO EN MI NOMBRE
30 Y saliendo
de allí, iban caminando por Galilea; él no quería que se supiera,
31 porque iba enseñando a sus discípulos. Les decía: «El Hijo del hombre será entregado en manos de los hombres; le matarán y a los tres días de haber muerto resucitará.»
32 Pero ellos no entendían lo que les decía
y temían preguntarle.
33 Llegaron a Cafarnaúm, y una vez en casa,
les preguntaba: «¿De qué discutíais por el camino?»
34 Ellos callaron, pues por el camino habían
discutido entre sí quién era el mayor.
35 Entonces se sentó, llamó a los Doce, y
les dijo: «Si uno quiere ser el primero, sea el último de todos y el servidor
de todos.»
36 Y tomando un niño, le puso en medio de
ellos, le estrechó entre sus brazos y les dijo:
37 « El que reciba a un niño como éste en mi
nombre, a mí me recibe; y el que me reciba a mí, no me recibe a mí sino a Aquel
que me ha enviado. »(Mc. 9, 30-37)
Un gran Misterio anuncia Jesús a
sus Apóstoles. Se lo dice, pero no se lo
desvela, porque “todavía no pueden cargar con ello por ahora”. Sólo, cuando
llegue la hora del Espíritu Santo, entonces comprenderán y todo se hará luz en
lo que actualmente no entienden. Pero, Jesús, ante
sus Misterios, nos manda: “velad y orad para no caer en la
tentación”. Pues, cuando el hombre no es capaz de estar en lo incomprensible
con fe, se dedica a vagar con sus deseos en cosas de la tierra pues, ellos
satisfacen su ego: “¿Quién es el primero entre ellos para entrar en
el cielo?” Éstos son los pensamientos mundanos que albergan sus
corazones.
Jesús no se escandaliza de
sus Apóstoles. Sabe bien a quien se ha escogido. Y, sabe que, sin
el Espíritu Santo, estos pobres hombres no podrán salir de sus modos
estrechos de entender a Jesús. Y con grandísima paciencia les explica
que, “Él no ha venido a ser servido sino a servir y dar su vida en
rescate por muchos”. Ser el primero en la lógica del Evangelio es ser el último
en los honores hasta llegar a ser un esclavo, a quien todos pueden
mandar. Y, lo propio de un discípulo es seguir en todo a
su Maestro, que, por amor, dará al mundo hasta
su Sangre preciosa.
Pero, como no les bastan
sus Palabras, realiza una acción simbólica: "tomó a un niño, lo
abrazó y les dijo: “acoged a un niño en mi Nombre
porque, amarle es amarle a Él y amar igualmente a Quién lo ha
enviado”. Un niño, en la cultura judía del tiempo de Jesús, no
contaba para nada, en nada, no tenía derecho ni capacidad para nada,
era un desecho. Así, se entiende bien que Jesús abrace a un niño
y les diga: “¡éste soy Yo!”.
¡Oh Jesús, cuántas veces en mi vivir entre mis
hermanos, guardo un secreto deseo de ser tenido en cuenta, de preferirme ante
los demás y constato que en tu Palabra dices: "tened por superiores a
los demás, no busquéis vuestros propios intereses sino el de los
demás". ¡Y, esto, está en mi corazón a años luz!...
¡Sé que no puedo salir de
este “encerramiento” a menos que tu gracia me cambie en otro
hombre! ¡Que a fuerza de contemplarte, asuma todos tus amores: la
pobreza, la humildad, la abyección y el desprecio: esto es lo que tomaste en tu
condición humana y no hiciste asco a tan humillante proyecto de vida porque, ¡“elegiste”
este programa para que te entendieran los más despreciados de
la tierra! Los pobres se sienten identificados contigo en
la hora de la Cruz y la ignominia. Por esto, Jesús, eres “el
varón de dolores ".
¡Quítame, Señor, del corazón tantos amores que no eres Tú; tantos apegos que no son compatibles con tu seguimiento! ¡Qué no me repugne lo que con tanto amor asumiste, porque el fruto de todo esto es la salvación de todo hombre, el perdón de sus pecados y la vida eterna junto al Padre y contigo Jesús! ¡Creo Señor, pero hazme fuerte en la fe, la que puede iluminar mis oscuridades y vida! ¡Qué así sea mi Dios! ¡Amén! ¡Amén!
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