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Invitación y bienvenida

Hola amig@s, bienvenid@s a este lugar, "Seguir la Senda.Ventana abierta", un blog que da comienzo e inicia su andadura el 6 de Diciembre de 2010, y con el que sólo busco compartir con ustedes algo de mi inventiva, artículos que tengo recogidos desde hace años, y también todo aquello bonito e instructivo que encuentro en Google o que llega a mí desde la red, y sin ánimo de lucro.

Si alguno de ustedes comprueba que es suyo y quiere que diga su procedencia, o por el contrario quiere que sea retirado de inmediato, por favor, comuníquenmelo y lo haré en seguida y sin demora.

Doy las gracias a tod@s mis amig@s blogueros que me visitan desde todas partes del mundo y de los cuales siempre aprendo algo nuevo. ¡¡¡Gracias de todo corazón y Bienvenid@s !!!!

Si lo desean, bajo la cabecera de "Seguir la Senda", se encuentran unos títulos que pulsando o haciendo clic sobre cada uno de ellos pueden acceder directamente a la sección que les interese. De igual manera, haciendo lo mismo en cada una de las imágenes de la línea vertical al lado izquierdo del blog a partir de "Ventana abierta", pasando por todos, hasta "Galería de imágenes", les conduce también al objetivo escogido.

Espero que todos los artículos que publique en mi blog -y también el de ustedes si así lo desean- les sirva de ayuda, y si les apetece comenten qué les parece...

Mi ventana y mi puerta siempre estarán abiertas para tod@s aquell@s que quieran visitarme. Dios les bendiga continuamente y en gran manera.

Aquí les recibo a ustedes como se merecen, alrededor de la mesa y junto a esta agradable meriendita virtual.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.
No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad. Les saluda atentamente: Mª Ángeles Grueso (Angelita)

jueves, 19 de abril de 2018

Carta semanal del cardenal arzobispo de Madrid. De la duda a la confianza. Jueves. 19 - Abril - 2018

"Ventana abierta"


Carta semanal del cardenal arzobispo de Madrid.


De la duda a la confianza

Multitud de personas en nuestros días viven marcadas por dudas, inquietudes, inseguridades, oscuridades, desorientaciones y el sinsentido... ¿Cómo pasar a la confianza? La confianza vuelve cuando Jesús se hace presente en sus vidas.


En la tarea educativa, siempre se han de dar dos actitudes que están orientadas a la vida: que haya vida y que la vida sea buena. Esto es lo que hace que el ser humano madure. ¿Por qué estas dos actitudes? Porque cuando alguien percibe que se hacen cargo de su vida, el otro descansa, confía, camina con más fuerza, madura. Cuando alguien experimenta que lo cuidan y que lo cuidan bien, que no lo asfixian al cuidarlo, se siente persona y crece en libertad. Los grandes educadores cristianos vieron y nos dijeron que la educación es una obra de amor y que es muy importante que los educadores sean testigos de ese amor. No basta una buena teoría o una doctrina y saber sin más qué comunicar. Es necesario algo mucho más grande y humano: la cercanía vivida día a día, que es propia del amor de Dios y que tiene su espacio más propicio en la comunidad familiar, pero también en esa institución educativa a la que los padres confían la educación de sus hijos. En la educación es fundamental y necesaria la figura del testigo, que nunca remite a sí mismo, sino a algo o, como los cristianos decimos, a Alguien más grande que él, a quien ha encontrado. 


Os invito a todos, padres, educadores, jóvenes y niños, a tener ese modelo insuperable que es Jesucristo. Un itinerario educativo válido. En tres aspectos deseo detenerme para invitaros a hacer un itinerario educativo, válido para este momento histórico que vivimos:

1. Sed conscientes de la ignorancia en la que vive el ser humano mientras no llegue a su vida Jesucristo.
La relación educativa implica la libertad del otro, siempre se le impulsa a tomar decisiones, pero nadie puede sustituir la libertad del niño, del joven. Pero os digo a todos los que defendéis la libertad que la propuesta cristiana interpela a fondo la libertad, pues llama al arrepentimiento y a la conversión. Matar a quien es imagen de Dios, al hombre, no es lícito, nadie puede aceptarlo. Pero hemos de saber y decir con toda claridad que se mata y se quita la vida cuando, por intereses diferentes, se esconden o ignoran dimensiones esenciales de la existencia humana, entre las que se encuentra la dimensión trascendente. La tarea educativa no es cuestión técnica o profesional solamente, ha de comprender todos los aspectos de la persona, de su faceta social y de su anhelo de trascendencia. No dejemos de defender en la tarea educativa la cuestión del amor, del amor a Dios y al prójimo, de ese amor que sale al encuentro de las necesidades reales de los hombres. A todos invito a reflexionar sobre la escuela. El futuro y el presente de un pueblo se juega ahí. ¿Es lugar de acogida cordial? ¿Es casa y mano abierta para todos? ¿Es espacio de hospitalidad, ternura, afecto y profesionalidad? No matemos al autor de la Vida. Los sueños se están quemando en la hoguera de la violencia, la enemistad, el sálvese quien pueda; no hagamos sólo una cultura de los negocios, propongamos ideales, proyectos, creamos en el futuro, demos certezas básicas, no entremos en la discontinuidad y en el desarraigo existencial (vivir sin proyectos) y espiritual (matar los símbolos de la trascendencia).


 2. Escuchad y guardad como un tesoro la Palabra que viene de Dios y que hace el acto educativo nuevo.
Es necesario y urge educar en el sentido de la vida. No basta con transmitir habilidades o capacidades, no bastan consumos o gratificaciones efímeras. Hemos de entregar valores que den fundamento a la vida. Hemos de ser valientes. Mentimos cuando dejamos de lado la finalidad esencial de la educación, como es la formación de la persona, capacitándola para vivir con plenitud y aportar su contribución al bien de la comunidad. Los niños y los jóvenes son la primera riqueza de un pueblo y es necesario que tengan conocimientos científicos y técnicos, pero también y con urgencia aún mayor necesitamos hombres y mujeres responsables de su familia y de todos los sectores de la sociedad. Jesucristo invita a luchar contra la desesperación que se alberga en el corazón de muchos jóvenes, que muchas veces se traduce en actos de violencia contra sí mismos y contra los demás. No tengamos miedo de ver a jóvenes que digan: «Yo me conozco, porque conozco a Jesucristo y amo a los demás con su amor», pues estos cambian el mundo y no les sobra ningún ser humano.


3. Dejad que el Señor nos pregunte y que nos dé sus respuestas: «¿Por qué os alarmáis? ¿Por qué surgen dudas en vuestro interior? ¿Tenéis algo que comer?».

 Caed en la cuenta de la enorme multitud de personas en nuestros días que viven marcadas por dudas, inquietudes, inseguridades, oscuridades, desorientaciones y el sinsentido... Hablemos con la gente, escuchemos a las personas, entremos en el corazón de nuestra gente no como el que lleva algo que repartir, sino como quien se acerca y escucha sin más. Vivimos en el miedo, la duda, agitados y nerviosos, condicionados por las inseguridades. ¿La gente hoy se fía? ¿Os dais cuenta de que hoy todo pasa por el cedazo de la sospecha? Urge pasar de la duda a la confianza. ¿Cómo pasar a la confianza? La confianza vuelve cuando la persona entera de Jesús se hace presente en sus vidas. Dios no es un estorbo. Al contrario, viene a dar Luz, viene para que veamos con más claridad. Hagamos de este mundo, de todos los lugares donde se educa: familia, barrio, pueblo, ciudad, aula, un lugar de acogida cordial, casa y mano abierta para todos los hombres, mujeres, jóvenes y niños. Dejemos que Jesús nos haga las mismas preguntas que a los apóstoles: «¿Por qué os alarmáis? ¿Por qué surgen dudas en vuestro interior? Soy yo». Y se nos abrirá el entendimiento cuando nos diga: «¿Tenéis algo de comer?». 


Les pide algo de comer para hacerles ver que no es un fantasma, los fantasmas no comen, quiere hacerles ver su humanidad y su amistad; es la referencia a la misma Eucaristía, Él se queda con nosotros y nos alimenta de Él. Ahí lo reconocemos, pues cambia nuestra vida: de lo que comemos tenemos que dar. Si nos alimentamos de Cristo, hemos de dar a Cristo con nuestras palabras y obras.

+Carlos Card. Osoro Arzobispo de Madrid

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