"Ventana abierta"
RINCÓN PARA ORAR
SOR MATILDE
ESTO OS MANDO, AMAOS UNOS A OTROS
9 Como el Padre me
amó, yo también os he amado a vosotros; permaneced en mi amor.
10 Si guardáis mis
mandamientos, permaneceréis en mi amor, como yo he guardado los mandamientos de
mi Padre, y permanezco en su amor.
11 Os he dicho esto,
para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea colmado.
12 Este es el
mandamiento mío: que os améis los unos a los otros como yo os he amado.
13 Nadie tiene mayor
amor que el que da su vida por sus amigos.
14 Vosotros sois mis
amigos, si hacéis lo que yo os mando.
15 No os llamo ya
siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; a vosotros os he llamado
amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer.
16 No me habéis
elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros, y os he destinado
para que vayáis y deis fruto, y que vuestro fruto permanezca; de modo que todo
lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo conceda.
17 Lo que os mando es
que os améis los unos a los otros.» (Jn.
15, 9-17)
En la Antigua Ley, Dios
promulgó mandatos de vida con el primer mandamiento de: “amarás
al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con
toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas y amarás
a tu prójimo como a ti mismo”. Estos dos Mandamientos eran
uno sólo para todo judío fiel. Pero con la Ley Nueva que
nos ha traído Jesucristo de junto al Padre, hay una variante en
el Mandamiento de Dios. Para amar al hermano, ya no
hay punto de referencia en “como a uno mismo” sino, “como Cristo nos
ha amado”. Y ¿cómo nos ha amado Cristo? Pues “hasta
dar la vida por sus amigos”.
El amor cristiano no se reserva
nada, pues ¿qué hay mayor que dar la vida?. Y, por
muchos, porque todos no oirán la voz de Jesús. Y ÉI mismo añade
que da la vida por sus amigos. Y estos amigos son los que ÉI mismo se
ha elegido para ser suyos y esto no sólo en el
tiempo, sino en toda la eternidad. Amigo, en el lenguaje
de Jesús, es también el que sigue los Mandamientos
del Padre. La fidelidad de Cristo al Padre es nuestra
misma fidelidad. Y el amor de Cristo al Padre es el mismo que
nos tiene Jesús, el que nosotros le tenemos a ÉI. Y todo por un
don divino a nuestros pobres corazones.
En este desahogo del Señor a sus
discípulos salta de una Palabra a otra para que nosotros las
vayamos engarzando como las cuentas de un rosario. Y ahora les habla de la
alegría que siente al abrirles su Corazón para que entren
en Él, como se pasea un amigo por el corazón de
su amigo. Quiere Jesús que sus amigos, sus elegidos, sus
discípulos sientan la misma alegría que reina en la Trinidad. Porque es
el Amor el que provoca este gozo que no tiene comparación con ningún
gozo de la tierra. Y es que, el gozo es el fruto precioso
del Espíritu Santo que siempre está presente donde se da el Amor
divino, el que Jesús nos ha impreso en nuestras
almas: “que mi alegría esté en vosotros y vuestra alegría
llegue a plenitud”. Y esta alegría es la que provoca el fruto y este fruto es
el Amor: “amaos unos a otros, os lo mando”. Pero es una orden
que nos llena de entusiasmo, porque es Él el que
nos regala el Amor para poder hacerlo, a la manera de cómo
Él lo hizo en su vida mortal. Y es que, en este momento, ya
vemos que “ya no vivo yo en mí, sino que es Cristo quien
vive” y, por tanto, es dejarse llevar por su misma presencia.
¡Ojalá que este Evangelio nos adentre de lleno en Dios que se nos ha manifestado! Queremos, Señor, ¡vivir de tu Palabra que es lo que da vida eterna y gozo en el Espíritu Santo! ¡Desvélanos tu Rostro amable y misericordioso, porque Tú eres todo Amor! ¡Sin Ti, Jesús, no podemos vivir y ni siquiera existir! ¡Qué amemos como Tú a todos los hombres! ¡Qué así sea! ¡Amén! ¡Amén!
No hay comentarios:
Publicar un comentario