"Ventana abierta"
Los cinco minutos del Espíritu Santo
Mons. Víctor Manuel Fernández
"Riega nuestra aridez."
El Espíritu Santo también es como una lluvia, agua que penetra la tierra seca. Somos tierra que cruje y que llora, seca y agrietada. Pero cuando llueve la gracia, nuestro desierto reverdece y se llena de flores, rebosa de vida.
Nosotros hemos regalado nuestra vida a tantas cosas de este mundo, hemos desgastado nuestras energías en tantas tonterías que nos han dejado secos por dentro, sin vida, sin amor, sin hermosura.
Invoquemos al Espíritu Santo para que se derrame como lluvia fecunda, para que haga brotar las semillas buenas que él mismo puso en nosotros.
Él lo ha prometido: "Derramaré agua sobre el suelo sediento y torrentes sobre la tierra seca" (lsaías 44,3).
Pidámosle que riegue, que refresque, que renueve con sus gotas divinas, que nos devuelva la vitalidad y la energía, que resucite nuestros sueños y nuestra esperanza. Así se cumplirá la promesa del profeta Oseas:
"Seré como rocío para Israel. Él florecerá como el lirio, y hundirá sus raíces como el Líbano. Sus ramas se desplegarán y su esplendor será como el olivo. Estará perfumado como el Líbano, volverán a sentarse a su sombra, harán crecer el trigo, florecerán como la vid" (Oseas 14,6-8).
Oración inspirada en la reflexión de Los Cinco Minutos del Espíritu Santo del 25 de mayo
Ven como rocío suave, como aguacero fecundo, y toca mi corazón con tus gotas divinas. Que donde hay sequía nazcan flores, que donde hay ceniza vuelva a brotar la vida. Derrama tu frescura en mi interior, Espíritu de Dios, y despierta las semillas buenas que sembraste desde el inicio.
No permitas que se marchiten mis sueños ni que muera la esperanza. Riega mis pensamientos, mis decisiones, mis emociones, para que todo mi ser renazca bajo tu sombra amorosa.
Hazme florecer como el lirio, fuerte como el cedro, lleno de perfume y de
frutos que den vida a los demás. Renueva mi alma, Espíritu Santo, y haz de mi
sequía un jardín lleno de luz.
Amén".
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