"Ventana abierta"
RINCÓN PARA ORAR
SOR MATILDE
EL QUE CREE EN EL HIJO, TIENE VIDA ETERNA
35 Les dijo Jesús: «Yo
soy el pan de la vida. El que venga a mí, no tendrá hambre, y el que crea en
mí, no tendrá nunca sed.
36 Pero ya os lo he
dicho: Me habéis visto y no creéis.
37 Todo lo que me dé
el Padre vendrá a mí, y al que venga a mí no lo echaré fuera;
38 porque he bajado del cielo,
no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado.
39 Y esta es la
voluntad del que me ha enviado; que no pierda nada de lo que él me ha dado,
sino que lo resucite el último día.
40 Porque esta es la voluntad de mi Padre: que todo el que vea al Hijo y crea en él, tenga vida eterna y que yo le resucite el último día.» (Jn. 6, 35-40)
Muchos judíos vieron a Jesús, muchos
estuvieron codo a codo con Él. Muchos oyeron sus parábolas y
las Palabras de vida y muchos se preguntaron: ¿quién es este
que los vientos y los mares le obedecen? Y muchos le oyeron decir: “Yo
soy el Camino”.
Todo esto no habría tenido respuesta si no se
les hubiera ofrecido el Camino para ir
con Él, hacia Él y en ÉI. Ver y oír es de todos, pero
dar un salto creyendo en ÉI, Jesús sabía que era de muchos, pero
no de todos. Porque, es verdad que el Padre atrae a todos a
su Corazón, pero muchos desoyen esta invitación
a olvidarse de sí y a acogerlo
a ÉI como lo más importante en sus vidas.
Sólo cuando damos el brinco de la
invitación del Padre a creer en su Hijo Jesús, entonces
y sólo entonces, nos damos cuenta que vivir y estar en nosotros
y, creer y vivir de Cristo son dos cosas separadas por
un abismo. En nosotros, siempre, siempre, sedientos,
y en Cristo: “el que cree en Mí, no tendrá
sed jamás”; en nosotros, siempre hambrientos,
y en Cristo, comiendo el Pan vivo que baja del cielo y éste
es su Cuerpo mismo; en nosotros, apoyándonos en
nuestras míseras fuerzas que siempre fallan y acaban en derrota
y desolación y, en Cristo, entrando en ÉI que es
una Roca de refugio y sintiendo que “en mi debilidad, habita
toda la fuerza de Dios”...
Y esto es así porque Dios es Dios,
el Creador de todo y el Todo Sabiduría. Y yo no soy
más que una minúscula criatura que, si vuelve con su vida a
su Creador, ÉI lo colma y plenifica siendo hijo de Dios y
heredero de su Gloria.
Santa Catalina de Siena lo formuló
divinamente inspirada: “yo soy la que no soy y Tú eres el
que eres. Si sabes esto, serás feliz”. Esto es estar en
la Verdad de uno mismo y en la Verdad de Dios. Y esta Verdad
acaba en vida eterna con la misma Resurrección de Cristo en cada
uno de los que creen en ÉI y lo aman sobre todas las cosas.
¡Qué grandiosa ha de ser nuestra resurrección
con Cristo, cuando Dios nos lo dio como el final de nuestro itinerario en esta vida! Porque, la Resurrección de Cristo,
es ya ahora nuestra resurrección. Y, resurrección, es vida
eterna, es vivir en el Cielo con Cristo, es “lo que ni el
ojo vio, ni el oído oyó, ni nadie pudo pensar lo
que Dios ha preparado para los que lo aman. Y Dios, (no nos
ha dejado ciegos para tanto bien) nos lo ha revelado por
el Espíritu, porque el Espíritu lo sondea todo hasta lo
profundo de Dios”. Así, “en la Gloria veremos
a Dios tal cual es”...
Y todo, Señor, a cambio de creer
en Ti y seguir tu Palabra, porque “los sufrimientos de
ahora, (las esperas de Dios, nuestras añoranzas, las ansias
de amor y de Gloria, el ver a Dios) no pesan lo que
la Gloria que un día se nos descubriera”.
¡Vivamos de fe y amor a Dios, demos nuestra vida por los hermanos para que nuestra fe sea verdadera! ¡Ellos son el espejo de mi amor a Dios! Así lo dijo Jesús: “quien no ama al hermano a quién ve, no puede amar a Dios a quien no ve”. ¡Qué así sea! ¡Amén! ¡Amén!
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