"Ventana abierta"
Esta mañana en la eucaristía, una vez más, hemos leído la parábola del hijo pródigo (Lucas 15, 11-32)
Es impresionante. Nunca acaba uno de oírla sin
emocionarse y aprender. Todos los autores y los santos coinciden en que es la
parábola síntesis de todo el evangelio, de toda la Buena
Noticia de Jesús y que responde a preguntas fundamentales
1. ¿Cómo es Dios? Esa gran incógnita desconcertante que de vez en cuando se acerca y otras se aleja. Ese alguien (o algo) maravilloso o terrible. “Eso” que nos atrae o nos escandaliza. Oculto o presente. Vengativo en las malas experiencias que vivimos ahora o en el pasado de la vida o que “pasa” olímpicamente de nosotros y nuestros problemas, Y no digamos los del mundo… para echarse a llorar. O este “alguien” nos da argumentos para ser ateos consecuentes. Pero… sigue siendo algo irresistible, irremediablemente presente.
2. ¿Tenemos remedio? Nuestra experiencia es que somos hijo pródigo: inconsecuentes a veces, desagradecidos, adoradores del “yo” y mis intereses. Fríos, calculadores, sólo nos interesan mis cosas, no pensamos en “derechos” de los demás… ¿Para qué seguir? Y es que deteniéndose en esa emblemática figura presentada por Jesús, nos vemos reflejados como individuos, como ciudadanos, como cristianos…Y si nos fijamos en la personas del hijo mayor…es para echarse a llorar… Fríos, calculadores, envidiosos, ciegos encerrados en el yo bajo apariencias de justicia…Ahí también nos vemos retratados…siempre tu, deja a los demás tranquilos y métete en tu vida personal. Avanzamos; ¿qué pensaban los criados del padre cuando vieron aparecer al “elemento” y al padre perdonándoles? ¡Vete tú a saber…! Un último personaje en la parábola: Tú.
3. Pero Jesús pone
delante de los ojos al Padre.
Bueno, compasivo, misericordioso; dolido sí, pero con amor. ¿Acaso no tenía
sentimientos? No lo buscó , le dejó -con dolor – que fuera libre su
hijo… sabiendo que era un tarambana… como tú, como yo. ¡No debía dejarle irse…!
4. Tuvo
que venir una experiencia mala ,
(que el mismo chico se buscó o encontró, aunque no era esa su perspectiva) para
que recapacitara.
¿Motivaciones egoístas, decimos nosotros? Vale. Nosotros pensamos que este
chico no tenía amor a su padre. Nosotros no le hubiéramos aceptado
esa vuelta, le hubiéramos puesto condiciones y, por supuesto, un periodo de
reflexión. Nada de eso. Necesidad pura… nítida, no sincera.
5. Y sin embargo, a
Dios le basta: ¡has vuelto, hijo mío!
6. Así
es Dios. Padre bueno. Lo dice Jesús
7. Y
ahora acabamos diciendo: merece la pena volver. Y agradecidos. Y por tanto,
comprometidos. El Papa Francisco dice: “no
hay santo sin pasado ni pecador sin futuro”.
8. Así es Dios, Carga con los pecados del mundo, los sufre… y acoge a los humildes que vuelven. Padre bueno. Hijo arrepentido.
9. Esta parábola me toca mi inteligencia, mi corazón y mi voluntad.
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