"Ventana abierta"
Los cinco minutos del Espíritu Santo
Mons. Víctor Manuel Fernández
"Ven
Espíritu Santo, entra en mi pequeño corazón para que pueda reconocer la
grandeza del Padre Dios, y no le dé tanta importancia a mi imagen. Regálame una
gran sencillez, para que reconozca claramente que yo no soy, ni puedo ser, el
centro del universo. Entonces, los demás no tienen la obligación de estar
pendientes de mí, girando a mi alrededor.
Prefiero
girar alrededor del Padre Dios, para adorarlo, y alrededor de los demás, para
servirlos. Dame la gracia de ser más sencillo para vivir feliz cada momento sin
estar pendiente de mí mismo y de la mirada ajena.
Toma,
Espíritu Santo, todos mis orgullos y vanidades, y quema todo eso con tu fuego
divino. Dame la sencillez de los santos, la alegría humilde de Francisco de Asís,
la generosidad desinteresada de Teresa de Calcuta.
Ven
Espíritu Santo, y regálame esa profunda sabiduría de la sencillez interior.
Amén".
Oración de meditación inspirada en la reflexión del 26 de marzo
“Espíritu Santo, ven a mi corazón y enséñame a reconocer la grandeza de Dios Padre. Que no me deje atrapar por la preocupación de mi imagen, ni busque ser el centro de todo. Dame la sencillez de alma que me haga comprender que mi felicidad no está en que los demás giren a mi alrededor, sino en amar, servir y adorar.
Te entrego mi orgullo y mis vanidades, quémalas con tu fuego divino. Dame la humildad de los santos, la alegría de quien se ha olvidado de sí mismo para entregarse a los demás. Que mi vida esté centrada en Dios y en el amor sincero a mis hermanos, para que en cada acto refleje tu luz y tu paz.
Ven, Espíritu Santo, y regálame la sabiduría de la sencillez, esa que hace el alma ligera y libre, esa que permite vivir con alegría sin preocuparse por la mirada ajena.
Amén”.
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