"Ventana abierta"
EL TAPIZ MARAVILLOSO
Web católico de Javier Olivares
Un buen hombre
recibió una carta de un amigo. Le comunicaba que le iba a regalar un hermoso
tapiz. Era precioso, le decía, y hacía los mayores elogios del tapiz precioso
que iba a recibir todo él bordado en oro, representaba primorosamente unas
escenas bellísimas de cacería, los colores estaban perfectamente conseguidos.
Su valor, en una palabra, era incalculable.
A los pocos días llamaron a su puerta para entregarle el
tapiz.
Lo desembaló a toda prisa, y al verlo, no pudo menos de
sentirse defraudado. Aquello no era sino un montón de hilos mal distribuidos
sin formar dibujo alguno inteligible. Aquí y allá se veían nudos empalmados de
cualquier manera. Por ningún sitio veía aquellas maravillosas escenas de
cacería de que le había hablado. ¿No será fruto de la imaginación de mi amigo?,
llegó a pensar. ¡Tantos elogios para tan poca cosa!
De repente, y casi sin advertirlo, dio la vuelta al regalo y
respiró aliviado. Desgraciadamente, lo había estado mirando del revés. Ahora sí
pudo admirar los riquísimos matices de los colores, las bellas escenas
representadas... En fin, le pareció que su amigo se había quedado corto en las alabanzas.
Así nos ocurre a nosotros con el dolor. Depende de por dónde lo miremos. Mirado de un lado nos parece un sinsentido, un absurdo. Visto desde los ojos de Dios puede convertirse en una ocasión maravillosa para encontrarnos con lo mejor de nosotros mismos, con los demás y con el mismo Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario