"Ventana abierta"
ÁNGELUS
VIDA DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA MADRE DE DIOS
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MUERTE DE JOAQUÍN. -MUERTE DE ANA. -ENTIERROS ENTRE LOS JUDÍOS. -ORFANDAD DE MARÍA. -EL CASAMIENTO ENTRE LOS JUDÍOS. -CASAMIENTO DE MARÍA Y EL PATRIARCA SAN JOSÉ. -EDAD DE AMBOS ESPOSOS.
XII
Pasados algunos meses de la promesa de matrimonio, el día designado para la celebración de aquél, un día, después de salido el sol, dirigíanse una porción de mujeres, rica y ostentosamente engalanadas, a la casa de la esposa, llevando en sus manos ramas de abeto oloroso encendidas los esclavos o criados de las mismas. Como resto de costumbres persas, el uso de los afeites del tocador, llevaban pintadas las cejas y pestañas lo propio que las puntas de los dedos de rojo, simulando los botones del rosal silvestre. Penetraban en la cámara de la desposada, en la cual, rodeada de matronas de su familia, esperaba el momento de la ceremonia y bendecían todas a Jehová que le daba esposo y protector. La novia, engalanada con ricas preseas y la túnica roja de púrpura de Tiro constituía su traje; ricos medallones, pendientes, esclavas y collares de perlas, diamantes, embellecían a la esposa, según la posición del esposo, causa de aquellos aderezos hijos de sus obsequios. En la cabeza llevaban una corona de oro en forma de almenas en las clases ricas, y en las humildes una corona de mirto y rosas: un velo sencillo o rico, liso o bordado en oro y plata, cubría por completo la figura de la novia.
Fuera de la casa, en la puerta, esperaba a la desposada un palio de rica tela, estofado o sencillo, sostenido por cuatro jóvenes. Cobijada por aquél, marchaban la novia y las matronas, sus compañeras, a las que seguían los arpistas, tamboriles y flautas y el resto del séquito nupcial agitando palmas y ramas de mirto. El esposo, que había acudido a la casa de la prometida, sin entrar en ella, llevaba la cabeza ceñida por una corona de una materia parecida al cristal, y peculiar del pueblo judío, abría la marcha acompañado de sus amigos, que cantaban y danzaban para significar su alegría lanzando extraños gritos prolongados parecidos al grito de alegría del caballo y que todavía hoy resuenan en los pueblos de las huertas de Valencia, entre los mozos, que los lanzan al pasar por delante de las casas de sus novias.
Las mujeres que se agrupaban al paso de la comitiva derramaban esencia de la preciada rosa de Judea sobre la novia. Llegado el cortejo a la casa nupcial, gritaban los amigos y las amigas: bendito que viene! y penetrando en ella, cubiertos por el palio se sentaban juntos los esposos, y nuevamente él ponía el anillo en el dedo de la posa, pronunciando estas palabras:
-Tú eres mi mujer, según el rito de Moisés y de Israel.
Levantábase el marido y quitándose el taled, especie de capa, cubría con él a su mujer, como recuerdo del acto del matrimonio de Ruth con Booz, diciendo ella las palabras de Ruth:
-Extiende el lienzo de tu taled sobre tu sirvienta.
Entonces un pariente cercano ponía vino en una copa, y gustándolo, pasaba la copa al matrimonio, le bebían bendiciendo a Jehová por haber criado al hombre y a la mujer y establecido el matrimonio. Hecho esto arrojaban un puñado de trigo, como símbolo de la abundancia, y un niño tomando la copa la rompía. La reunión que con antorchas encendidas rodeaba a los novios, bendecía igualmente a Dios, y pasaban a la sala del festín. Las fiestas duraban siete días como en tiempo de los Patriarcas, y pasada la semana de festines terminaban las bodas.
Creemos que José el pobre carpintero y la modestísima María, celebrarían sus bodas con tal aparato? No; creemos sí que los ritos de la ley se cumplirían, pero que ni el fausto ni esplendor de que tan enemigos eran los Santos Esposos tendría lugar, dado su modestísimo carácter y pobre posición material de José.
Y al llegar a este punto, es tanto lo que se ha dicho respecto de la edad del Esposo de María, de tan diversas edades le hemos visto y le vemos representado, ya como un hombre rayano en la vejez, ya anciano de blanca barba y calva cabeza, tanto más viejo que el padre de María, se le ha representado, que creemos deber decir cuatro palabras apoyadas en el parecer de dignísimos y católicos escritores, para asentar sobre una base más fija esta diversa representación del Padre putativo de Jesús y Esposo de la Inmaculada María. Nada diremos por nuestra parte, y dejaremos la palabra a un sesudo historiador de la Vida de María, ya diferentes veces citado en esta obra. Dice Don Vicente Lafuente:
Créese que la Virgen María tenía catorce años cuando se casó. Si nació en el año 734 de la fundación de Roma, según la opinión de Tillemont, que es la más seguida y aceptada, el casamiento debió hacerse en el 748 de la fundación de aquella ciudad.
Por lo que hace a su Esposo, créese que tuviera alguna edad más, pero que también fuese joven todavía y en edad lozana. Su matrimonio había de ser el modelo de las familias y de los matrimonios cristianos, y no es probable, por tanto, ni que San José fuese viejo, dando idea de casarse viejos con jóvenes, ni mucho menos que fuese viudo, cuando la Iglesia consiente las segundas nupcias, pero está muy lejos de aplaudirlas.
Feliz día para todos.
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