"Ventana abierta"
De la mano de María
Héctor L. Márquez (Conferencista católico)
Hoy es el primer día
del año calendario y el último día de Octava de Navidad, que es la prolongación
de la Solemnidad de la Natividad del Señor. Y la Iglesia lo celebra honrando a
María bajo su mayor título, con la Solemnidad de Santa María, madre de Dios.
Y aunque esta advocación mariana es tal vez la más antigua que se conoce
en la Iglesia occidental, su celebración parece remontarse al siglo sexto, con
la dedicación, un 1º de enero, del templo “Santa María Antigua” en el Foro
Romano, uno de los primeros templos marianos de Roma.
En 1931, luego de que el calendario litúrgico hubiese instituido la
celebración de la circuncisión del Niño Jesús para esa misma fecha, el papa Pío
XI introdujo en el calendario litúrgico universal la Fiesta de María madre de
Dios para el 11 de octubre, en conmemoración del décimo quinto centenario del
Concilio de Éfeso, que decretó solemnemente el dogma de la Maternidad divina de
María.
Te invitamos a ver nuestro vídeo sobre este dogma en nuestro canal de YouTuve, De la mano de María TV.
Luego, en el proemio del capítulo 8 de la
Constitución Lumen Gentium (LG 52), el Concilio Vaticano II, al reflexionar
sobre el misterio de la encarnación, nos invita a venerar la memoria “en primer
lugar, de la gloriosa siempre Virgen María, Madre de nuestro Dios y Señor
Jesucristo”.
En atención a ello, con la reforma del calendario litúrgico posterior al
Concilio Vaticano II, la Iglesia restituyó la celebración para el 1ro de enero
con categoría de Solemnidad y precepto, bajo el título de Santa María, Madre de
Dios.
¿Y qué mejor manera de culminar la octava de la Natividad del Señor, y
celebrar el comienzo del año calendario, que acogiéndonos al amparo y
protección de la Santísima Virgen María?
Siempre que comenzamos un nuevo año calendario, hablamos de las famosas
“resoluciones de año nuevo”. Te invito a hacer la mejor resolución de año
nuevo: esforzarte para recorrer el camino a la santidad a la que todos somos
llamados. Si te has caído, levántate; si te has apartado, date vuelta y regresa
al camino.
Para ello, te invito a fijar tu mirada en la Madre de Nuestro Señor y
madre nuestra. En ella, que además de madre es amor, servicio, fidelidad,
alegría, santidad y pureza, encontramos el camino más seguro que nos conduce
hacia su Hijo, y nos introduce en su vida, ayudándonos a conformarnos
plenamente con Él escuchando su Palabra y poniéndola por obra, de modo que
algún día podamos decir con el apóstol: “y no vivo yo, sino que es Cristo quien
vive en mí” (Gál 2,20).
Santa María, madre de Dios, muéstranos el camino a la santidad.
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