"Ventana abierta"
ÁNGELUS
CUANDO NACE UN NIÑO
El valor de las buenas obras que cumplimos constituye un gran tesoro espiritual. La perfecta devoción a María, enseñada por san Luis de Montfort, nos invita a ofrecer íntegramente a la Virgen María el valor de todas nuestras buenas obras (méritos) pasadas, presentes y futuras.
San Luis nos invita a mirar a María como si fuera nuestra tesorera, nuestra administradora, a quien confiamos con cariño y confianza todos nuestros bienes espirituales teniendo la certeza que ella los cuidará y hará un buen uso de ellos, mejor que yo.
¿Quién más del Señor conoce las necesidades de los corazones y de las almas? ¿Quién más de María conoce la voluntad del Señor?
Cada vez que nace un niño es que Dios sigue confiando en el hombre, porque entregarnos un niño es delegar mucho de Él en nosotros. Es hacernos padres y cuna del mundo. Tendríamos que aprender de Dios a tratarles como se merecen, como necesitan.
El niño es una imagen nueva de Dios, debemos acostumbrarnos a ver a Dios en la frágil transparencia del niño, es decir, ver a Jesús en el niño.
Dios ve en cada niño al Señor, a su Hijo Jesús, y en verdad, podríamos llamar Jesús a todos los niños.
Con María quedamos confiados y agradecidos a este Dios que vela por nosotros, que está cercano en los momentos duros, también en las situaciones difíciles no nos deja de su mano.
- Que los caminos se abran a nuestro encuentro.
- Que el sol brille templado sobre nuestros rostros.
- Que la lluvia caiga suave sobre nuestros campos y que Dios nos sostenga a todos en la palma de sus manos, manos benditas de padre.
- Que guardemos en nuestro corazón con gratitud, el recuerdo precioso de las cosas buenas de la vida.
- Que todo don de Dios crezca en nosotros y nos ayude a llevar alegría a los corazones de cuantos amamos.
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