"Ventana abierta"
Mes de Mayo. Mes de María
Comparte y vive la experiencia de estar 31 días
con nuestra Madre amada María, reflexionando y creciendo en el amor de Dios…
Estamos en el mes de mayo, el mes más bonito
del año para dedicárselo a nuestra amada y bienaventurada Madre y Reina de todo
el universo: la Virgen María. Ella es todo amor, toda pureza y nos conduce
siempre, con su ternura de madre virginal, a los brazos de misericordia de
nuestro Señor Jesús.
1.- Háblale
primero a Jesús sobre María
Jesús mío, me gusta orar a María, tu Santa
Madre, ella me enseña con su manera de vivir, a ser dócil a tu Palabra, a
tomarla en serio, y a dejarse guiar por ella; pero también María se presenta
como una servidora, como una que sale a ayudar a su prima Isabel, cuando esta
la necesita. Así quiero ser yo, mi Señor y mi Dios, quiero ser uno que es dócil
a tu Palabra y que sale de sí a servir a los hermanos que tanto necesitan de
Ti. Gracias por darme la oportunidad de ver a María y de aprender de ella,
gracias por su amor de Madre y por todas las bendiciones que a través
de ella, nos has dado a nosotros que la amamos y la descubrimos como modelo de
discípulo que Tú nos has llamado a seguir. Confío en tu compañía y en tu
Bendición Señor, gracias por todo lo bueno que me das por ayudarme a ser cada
día un mejor ser humano. Cómo mi madre María, me uno a sus eternas palabras de
entrega que hacen y harán eco en nuestra historia de salvación: Hágase en mí
según tu Palabra
Santa María, ¡Madre de Dios y Madre mía! Eres
más madre que todas las madres juntas: cuídame como Tú sabes. Grábame, por
favor, estas tres cosas que dijiste:
“No tienen vino”: presenta siempre a tu Hijo mis
necesidades y las de todos tus hijos.
“Hagan lo que Él les diga”: dame luz para saber lo que Jesús me dice,
y amor grande para hacerlo fielmente.
“He aquí la esclava del Señor”: que yo no tenga otra respuesta ante todo
lo que Él me insinúe.
Amado Jesús, al igual que María, tu Santa
Madre, quiero estar abierto siempre a la acción del Espíritu Santo,
configurarme completamente a tu amor y tu misericordia.
Como ella, acepto también ser tu esclavo, tu
siervo, atento siempre a escuchar tu Palabra y hacerla una acción de vida.
Deseo responderte siempre con generosidad y
sencillez, como lo hizo María, quien supo escucharte y obedecerte desde
siempre.
Y a ti, Oh María, amada universal del Verbo, la
nueva Eva escogida, auxilio de los pecadores y de los que buscan tu
intercesión, acógeme siempre bajo tu manto protector, soy también tu hijo y sé
que te preocupas por mí.
Te ruego que poses tu mano sobre mis hombros y
me guíes por el camino de tu hijo Jesús. Como tú, quiero poder decir y sentir
con toda la pasión de mi alma:
“Mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi
Salvador”. Amén.
Dulcísima Virgen María, estamos junto a ti para
ofrecerte el humilde obsequio de nuestros corazones.
Todos los años en Mayo, tu Mes bendito, nos reunimos
en torno a ti, llenos de confianza en tu bondadoso corazón. Con gozo te hemos
elevado un altar para tenerte más presente en este tu Mes. Dirige esos tus ojos
misericordiosos hacia los que hoy rodeamos este altar; haz que nuestros
corazones palpiten de amor hacia Jesús; y que nuestra vida sea un acto
ininterrumpido de alabanza, de acción de gracias, de propiciación y de súplica,
a fin de que merezcamos contemplar en la Eternidad al Dios Único Vivo y
Verdadero: el Padre +, el Hijo + y el Espíritu Santo +. Amén.
La Iglesia ha dedicado el mes de mayo a María,
a la dulce Reina de nuestras vidas, es por eso que comenzando con una simple
oración le regalamos nuestro corazón:
Oh María, oh dulcísima, oh dueña mía! Vengo a
entregarte lo poco que poseo yo, pues sólo tuyo soy para que lo pongas en
oblación ante el Trono de nuestro Señor. Te doy mi voluntad, para que no exista
más y sea siempre la Voluntad del Padre Celestial.
Cada día del mes de mayo tiene que ser una flor
para María. Por eso le regalaremos en cada jornada de su mes una meditación,
una oración, una decena del Santo Rosario y una florecilla. De este modo iremos
formando un ramo de flores para nuestra Reina del Cielo que nuestros ángeles
custodios le llevarán en actitud de veneración.
Durante siglos la Iglesia Católica ha dedicado
todo el mes de mayo para honrar a la Virgen María, la Madre de Dios. Aquí te
explicamos por qué.
La costumbre nació en la antigua Grecia. El mes
mayo era dedicado a Artemisa, la diosa de la fecundidad. Algo similar sucedía
en la antigua Roma pues mayo era dedicado a Flora, la diosa de la vegetación.
En aquella época celebraban los ludi florals o los juegos florales a finales de
abril y pedían su intercesión.
En la época medieval abundaron costumbres
similares, todo centrado en la llegada del buen tiempo y el alejamiento del
invierno. El 1 de mayo era considerado como el apogeo de la primavera.
Durante este período, antes del siglo XII
(doce), entró en vigor la tradición de Tricesimum o "La devoción de
treinta días a María". Estas celebraciones se llevaban a cabo del 15 de
agosto al 14 de septiembre y todavía puede observarse en algunas áreas.
La idea de un mes dedicado específicamente a
María se remonta a los tiempos barrocos - siglo XVII (diecisiete)-. A pesar de
que no siempre se llevó a cabo en mayo, el mes de María incluía treinta
ejercicios espirituales diarios en honor a la Madre de Dios.
Fue en esta época que el mes de mayo y de María
se combinaron, haciendo que esta celebración cuente con devociones especiales
organizadas cada día durante todo el mes. Esta costumbre se extendió sobre todo
durante el siglo XIX (diecinueve) y se practica hasta hoy.
Las formas en que María es honrada en mayo son
tan variadas como las personas que la honran.
Es común que las parroquias tengan en mayo un
rezo diario del Rosario y muchas erijan un altar especial con una estatua o
imagen de María. Además, se trata de una larga tradición el coronar su estatua,
una costumbre conocida como Coronación de Mayo.
A menudo, la corona está hecha de hermosas
flores que representan la belleza y la virtud de María, y también es un
recordatorio a los fieles para esforzarse en imitar sus virtudes. Esta
coronación es en algunas áreas una gran celebración, y por lo general, se lleva
a cabo fuera de la Misa.
Sin embargo, los altares y coronaciones en este
mes no son sólo cosas "de la parroquia". Podemos y debemos hacer lo
mismo en nuestros hogares para participar más plenamente en la vida de la
Iglesia.
Debemos darle un lugar especial a María no
porque sea una tradición de larga data en la Iglesia o por las gracias
especiales que se pueden obtener, sino porque María es nuestra Madre, la madre
de todo el mundo y porque se preocupa por todos nosotros, intercediendo incluso
en los asuntos más pequeños.
Por eso se merece todo un mes en su honor.
Cuando se aproxima el mes de mayo, muchas
propagandas empiezan a circularse en muchos canales de televisiones para
recordarle a la gente la importancia de dicho mes. En numerosos países, mayo es
tradicionalmente conocido como el mes dentro del cual se celebra el día de la
madre. Por tal razón, es considerado como el mes más bello y más
esperanzador. Para los cristianos católicos, es el mes más bello como María es
la mujer más bella que ha existido en el planeta.
El Santo Pablo VI en la carta Encíclica “Mense
Maio”, atribuye de manera impresionante lo bello de este mes a la virgen María.
Según él, “el mes de mayo es el mes en el que los templos y en las casas
particulares sube a María desde el corazón de los cristianos el más ferviente y
afectuoso homenaje de su oración y de su veneración. Y es también el mes en el
que desde su trono descienden hasta nosotros los dones más generosos y
abundantes de la divina misericordia.” [1] No se puede afirmar que los
cristianos católicos muestran su sentido de veneración a la Virgen María
únicamente en el mes de mayo, sino que lo especial de este mes es que, toda la
Iglesia pone su atención a la contemplación del papel de la madre de Dios en la
historia de nuestra salvación. Para ello, el mes de mayo es tiempo de
intensificar nuestras oraciones a Dios a través de María por las necesidades
propias y las del mundo entero. Es tiempo en el que la Iglesia invita a todos
los fieles a interiorizar e imitar las virtudes de María tanto a nivel personal
como comunitario. Así que, el rezo del rosario se vuelve muy importante durante
este mes. A través de la contemplación de diferentes misterios del rosario,
María nos trae a Jesús a nuestras vidas como lo trajo al mundo durante la
Encarnación.
Es importante tener en cuenta que, desde la
edad media se consagró el mes de las flores a la madre de Dios con el fin de
rendirle culto a las virtudes y belleza de la santísima virgen María. Sin
embargo, vale precisar que el mes de mayo es también una sustitución cristiana
de las solemnidades paganas del mes en honor de la flora. De hecho, todo el mes
de mayo estaba consagrado a la diosa romana de las flores llamada “maia”, madre
de vegetación y florecimiento, de cuyo nombre deriva el mes que universalmente llamamos
mayo.
Ahora bien, ¿por qué María es tan especial para
los cristianos católicos en el mes de mayo? Lo especial de Ella se halla en su
trascendentalidad en la Iglesia y en la historia de nuestra salvación tal como
se muestra a continuación:
María es camino seguro que
conduce a Cristo.
Fuera del amor que los cristianos católicos le
tienen a la madre de Dios, ella es considerada siempre como camino seguro y
corto que nos lleva a Jesús. De hecho, muchos cristianos católicos popularmente
certifican esta certeza con este refrán: “A Jesús por María.” Quiere decir,
para llegar a Jesús de manera segura, es importante pasar por su Madre.
El papa
Pablo VI en su carta Encíclica Mense Maio claramente atestigua esta realidad al
afirmar que “todo encuentro con Ella no puede menos de terminar en un encuentro
con Cristo mismo. ¿Y qué otra cosa significa el continuo recurso a María si no
un buscar entre sus brazos, en Ella, por Ella y con Ella, a Cristo nuestro
Salvador, a quien los hombres en los desalientos y peligros de aquí abajo
tienen el deber y experimentar sin cesar la necesidad de dirigirse como a
puerto de salvación y fuente trascendente de vida?” [2]
María es un camino intermediario a través del
cual el Salvador del mundo nos llega y nos concede favores todos los que
acudamos a Él por medio de su Madre. Es preciso recordar la intervención de
María durante las bodas de Caná con sus palabras intercesoras: “Hagan lo que Él
les diga.” (Jn 2:5). Ella dirigió esas palabras consoladoras y esperanzadoras a
los sirvientes de la boda en el momento tan difícil, tan estresante, y tan
dilemático por la carencia del vino, bebida que alegraba la vida en cualquier
boda judía. Esas palabras de contienen todo el anhelo, la vivencia y la misión
de María, es decir, conducirnos a la identificación con Jesucristo.
María es el camino por excelencia hacia
Jesucristo. El camino por el que Cristo llegó al hombre debe también ser el
camino por el que nosotros llegamos a Cristo. Cristo vino a nosotros a través
de la virgen María. Por eso, le damos a María un lugar privilegiado en nuestra
vida y confiamos a Ella nuestra entrega y donación en el seguimiento de Jesucristo.
Si la amamos, también amamos al Salvador del mundo porque Jesús y María son
inseparables. Los santos aprueban con su vida la importancia de pasar por María
para llegar a Jesús. Pues han sido hombres y mujeres con gran devoción a Ella y
muchos se han consagrado a Ella para que su Hijo les condujera a la santidad.
La santísima virgen María es educadora del
pueblo cristiano en la oración y en el encuentro con Dios. Ella oraba sin
desfallecer y la oración era la vida de su alma y toda su vida era oración (Lc
2, 19-51). En el cenáculo ejerciendo su función maternal, se reunía con los apóstoles
y discípulos de su Hijo, perseverando con ellos en la oración ensenándoles a
disponer sus corazones para acoger el Espíritu Santo, Don prometido de
Jesucristo (Hech 1, 14). En este sentido, María es Maestra de oración y ejemplo
de cercanía a Dios.
Así que, no hay lugar a dudas que el mes de
mayo es tiempo de intensa y confiada oración a Dios de parte de nosotros por
medio de María. La oración no es otra cosa que la relación personal de los
hijos de Dios con su Padre infinitamente bueno, con su Hijo Jesucristo y con el
Espíritu Santo, que habita en sus corazones [3]. Normalmente es el dialogo
entre Dios misericordioso y el ser humano que reconoce a Él como su creador. En
resumen, la oración tiene que ver con caminar en la presencia de Dios,
escuchar y obedecer su voz que suena en la consciencia del ser humano.
En este mes, los cristianos católicos acuden
frecuentemente a Dios a través de María por medio del Rosario. La virgen María
siempre juega el papel de mediadora, aunque este rol no quita nada ni agrega
algo a la eficacia de Cristo, único mediador entre Dios y los hombres (LG
62; 1Tm 2:5). Acerca de esto, el Concilio Vaticano II precisa que, la santísima
virgen María “(…) continua alcanzándonos por su múltiple intercesión los dones
de la salvación eterna. Con amor maternal cuida de los hermanos de su Hijo que
peregrina, se debaten entre peligros y angustias y luchan contra el pecado
hasta que sean llevados a la patria feliz. Eso explica el por qué la
Bienaventurada virgen María es invocada en la Iglesia con los títulos de
Abogada, Auxiliadora, Socorro, Mediadora” (LG 62).
Al tener en cuenta que la santísima virgen
María es camino corto y seguro hacia Jesús, los fieles católicos acuden a Ella
con frecuencia con el motivo de conseguir favores del Salvador del mundo. Ella
es intercesora por antonomasia por la Iglesia y por todo el pueblo de Dios
salvado por su Hijo. Se acude a Ella, entre otras cosas, para poder combatir el
pecado, superar los dilemas que se presentan en el diario vivir de la
existencia humana, mantener la fidelidad a su Hijo y obtener la conversión.
Todo ello, hace que el mes de mayo sea especial para la Iglesia que peregrina
aquí en la tierra.
María, paradigma de fe
María es ejemplo de los que escuchan la Palabra
de Dios con un corazón generoso y dan fruto con perseverancia (Lc
8, 15). Se ubica la fe de María en el marco de la escucha de la Palabra de
Dios. Ella puso su confianza en Dios y colocó su porvenir en las manos del
Todopoderoso para que en Ella se cumpliera su voluntad. Podemos decir que la fe
impulsó a María a vivir la Palabra de Dios al pie de la letra.
En la Encíclica
Lumen Fidei, el papa Francisco hace hincapié en la fe inquebrantable de la
madre de Dios al explicar que “en la plenitud de los tiempos, la Palabra de
Dios fue dirigida a María y ella la acogió con todo su ser, en su corazón, para
que tomase carne en Ella y naciese como luz para los hombres. [4]”
En la actitud de fe de la Santísima Virgen, se
ha concentrado toda la esperanza del Antiguo Testamento en la llegada del
Salvador. Vale decir que “en María (…) se cumple la larga historia de fe del
Antiguo Testamento, que incluye la historia de tantas mujeres fieles,
comenzando por Sara, mujeres que, junto a los patriarcas, fueron testigos del
cumplimiento de las promesas de Dios y del surgimiento de la vida nueva. [5]”
Al igual que Abraham que dejó su tierra confiado en la promesa de Dios, María
se abandona con total confianza en la palabra que le anuncia el Ángel,
convirtiéndose así en modelo de todos los creyentes y salvados por su Hijo.
No hay duda de que, por la fe la santísima
virgen María acogió la palabra del Ángel y creyó en el anuncio de que sería la
Madre de Dios (cfr. Lc 1, 38). En la visita a santa Isabel entonó el canto de
alabanza al Omnipotente por las maravillas que hace en quienes se encomiendan a
Él (cfr. Lc 1, 46-55). Junto con san José, llevó a Jesús a Egipto para salvarlo
de la persecución de Herodes (cfr. Mt 2, 13-15). Con la misma fe siguió al
Señor en su predicación y permaneció con él hasta el Calvario (cfr. Jn 19,
25-27). Esos episodios muestran que la Virgen es la mejor maestra de la fe,
pues siempre se mantuvo en una actitud de confianza y de visión sobrenatural.
Ella guardaba todas estas cosas ponderándolas en su corazón (Lc 2, 19). Su
camino de fe, aunque en modo diverso, es parecido al de cada uno de nosotros:
hay momentos de luz, pero también momentos de cierta incertidumbre respecto a
la Voluntad divina: cuando encontraron a Jesús en el Templo, María y José no
comprendieron lo que les dijo (Lc 2, 50).
Ahora bien, ¿Cómo responder siempre con una fe
tan firme como María, sin perder la confianza en Dios? La respuesta es sencilla:
imitar sus virtudes. La imitación de las virtudes de María es tratar de que, en
la vida de cada creyente esté presente esa actitud suya de fondo ante la
cercanía de Dios.
Al igual que Ella, procuremos reunir en nuestro corazón todos
los acontecimientos que nos suceden, reconociendo que todo proviene de la
Voluntad de Dios. María mira en profundidad y así entiende los diferentes
acontecimientos desde la comprensión que sólo la fe puede dar y solucionar los
dilemas de nuestra vida. Imitar a María implica contemplar su vida con el
ejemplo de una vida coherente que muestra la autenticidad y veracidad de
nuestra vocación de seguidores de Jesucristo y de hijos de Dios.
Ejercicio del mes de las flores a la Santísima Virgen
¡Oh Virgen Santísima, Madre y Señora nuestra!,
a tus plantas vengo en este mes a ofrecerte las flores de virtud que al calor
de tu devoción han brotado en el jardín de mi alma.
Bien quisiera que fueran flores bellas, sin
manchas y sin espinas, pero no ignoras, Madre querida, cuánta es mi pobreza y
miseria. Mírame, pues, con ojos de lástima y compasión y riega y cuida Tú misma
este jardín que todo entero te lo entrego a Ti, para que con tus cuidados
produzca las flores y frutos que Tú deseas y que tienes derecho a esperar de mi
alma. Amén.
(A hora hágase o léase algunas de las
meditaciones precedentes.)
Deprecaciones a la Santísima Virgen
Madre mía querida: ya que Tú eres mi Madre, haz que yo sea siempre tu hijo.
(Ave María…)
Amor y amor verdadero te pido, porque es lo que necesita mi alma para
amarte a Ti, después de Dios, sobre todas las cosas. (A ve María…)
Reina y Soberana Señora de nuestros corazones, demuestra tu poder en
ayudarme a vencer siempre al demonio, mi enemigo, y tenerle, como Tú, a mis
pies. (Ave María…)
Imitarte quiero, Virgen bendita, en la variedad y hermosura.de tus virtudes,
con las que llegaste a enamorar al mismo Dios. (Ave María…)
Alabanzas te sean dadas siempre por mi alma y por fa creación entera como a
Dueña y Señora que eres de ella. (Ave María…)
Oración final
Antes de terminar este día quiero, Virgen
Inmaculada, ofrecerte el obsequio o flor espiritual que ayer te dediqué. Es
cierto que muy pobre y pequeño es este obsequio en comparación de lo que Tú mereces
y también de lo que yo quiero darte. -Recíbelo, sin embargo, como una prueba de
mi fidelidad a tu amor. Juntamente con esa flor quiero entregarte todo mi ser
con todas mis palabras, obras y pensamientos, para que siempre, pero
especialmente en los días de este mes, sea un florido homenaje a tu purísimo
Corazón.
-Dame tu bendición para que con ella pueda cumplir mejor, lo que hoy
para mañana te prometo y así pueda ofrendarte una flor más bella y más hermosa
que la de hoy.
-Ayúdame, Madre querida, para que mi alma sea más generosa en el
sacrificio y aumente así cada día más y más en el amor que te quiero profesar.
Amén.
Cuando el ejercicio se hace por la mañana, esta
oración se cambiará en la siguiente forma:
Oración final
Al dar comienzo a este día quiero, Virgen.
Inmaculada, ofrecerte el obsequio o flor espiritual que Tú misma me inspires (aquí
se pensará y se concretará cuál es el obsequio que durante este día se va a
hacer).
Es cierto que muy pobre y pequeño en
comparación de lo que Tú mereces y también de lo que yo quiero darte. -Recíbelo, sin embargo, ya desde ahora, como una prueba de mi fidelidad a tu
amor juntamente con esa flor quiero entregarte todo mi ser, con todas mis
palabras, obras y pensamientos para que siempre, pero especialmente en este
día. sea un florido homenaje a tu Purísimo Corazón.
Dame tu bendición para que
con ella cumpla mejor lo que te prometo y así pueda hoy ofrendarte una flor más
bella y hermosa que la de ayer.
Ayúdame, Madre querida, para que mi alma sea
más generosa en el sacrificio y aumente así cada día más y más en el amor que
te quiero profesar. Amén.
Meditación preparatoria al mes de mayo
1º Venid y vamos todos. -Recuerda
este hermoso cántico que es una invitación a este mes. ¿Cuántas, veces ha
sonado en tus oídos? -Piensa en los meses de mayo que han pasado en años
anteriores.
-¿Han sido fervorosos, tiernos, delicados?… Recuerda algún mes de
mayo que especialmente se grabara en tu corazón.
-¿Fue en tu niñez, quizá?… Y
después, ¿cómo sentías aquellas emociones…, cómo hacías aquellos obsequios que
con tanto cariño infantil ofreciste algún día a tu Madre?
-Recuérdalo todo… y
avergüénzate.
Si cada mayo hubieras quitado alguna… espina,
una mala yerba…., si hubieras dado un pasito más en tu santificación, ¿te
encontrarías ahora donde te encuentras en el camino de la santidad?
No hay duda… muchos meses de mayo han pasado
casi o sin casi ningún provecho…, meses de mayo perdidos. -¡Qué pena tan
grande…! Por eso, hoy debes recoger esa invitación que se te hace. Es la
Iglesia la que invita a todos, en este mes, a honrar a María. -Siempre se
la puede honrar, pero en este mes se la debe honrar.
-La Iglesia dedica este mes entero a eso. -EI pueblo cristiano así lo entiende
y lo canta: «Venid y vamos todos» – -todos -sin excluir a nadie -. Luego tú
también debes ir, pero, ¿cómo?…
2º Con flores a porfía…, así,
a porfía, esto es, no dejándote ganar por nadie. -Es una porfía santa, es una
emulación divina. -Es de cobardes quedarse atrás. -Tú no debes consentir que en
este camino del amor a María, nadie te adelante.
Mira el desfile de las almas buenas ante el
altar de María. -Cuántas son y cómo -corren y se esfuerzan… Piensa hasta en las
almas más frías y menos devotas, cómo en este mes quieren también hacer algo
por la Virgen. -Pues tú, ¿qué has de hacer? -¿En qué grupo quieres figurar? No
se puede ni dudar de esto; eso no sería amor. Promete ser el primero. -Si en otras cosas no
te gusta que nadie te gane…, nadie lo haga mejor que tú… menos en esta. -Que la
Virgen te vea llegar diariamente, en este mes, el primero ante sus
plantas para obsequiarla. -Prométeselo así.
3º Con flores a María. -Y en
esta carrera a porfía, no hay que llevar las manos vacías. -Hay que ir con
flores. -Piensa en las flores que gustan a María. -No son las flores
materiales. -Éstas son para adornar su imagen. -Pero para la realidad que está
dentro de tu corazón, ¿qué flores llevarás?…
Unas negativas. -Sí, flores negativas, que son las más
indispensables. -Consisten en quitar, arrancar, extirpar aquello que en tu
corazón no agrada a María. -Ella quiere gozarse en el jardín de tu alma, pero…
si hay allí algo desagradable…, algo que María no puede mirar con gusto…,
debes, generosamente, arrancarlo.
Pero aún más. -Todo no lo podrás quitar. -Es
mucha la maleza que hay en este jardín. -Pero María es tan buena, que se
contenta con que quites una sola cosa. -Una sola yerba mala. -Examínate y mira cuál sea esa sola cosa que María te pide, y
en este mes arráncala en su honor…
Otras positivas.
-Son los obsequios diarios, tiernos,
delicados pero prácticos que sirven para ejercitar alguna virtud.
-También
piensa cuál es la virtud que más necesitas. -¿Él fervor…, la constancia…, la
fidelidad…, la esclavitud…. la humildad? Elige las flores que más gustan a
María, no las que te gustan a ti más…, no las que no te cuesten…, sino las que
suponen mayor sacrificio. Es el mes de María. -Por tanto, no hagas un mes de
Mayo tuyo y para ti…, sino de María y para María… Medita mucho en esto, para
no ilusionarte y engañarte.
4º Que Madre nuestra es. -Es la
razón dulcísima de todo… La Madre de Dios es tu Madre. Esto debiera bastarte.
-Esto encierra dos razones: una de cariño y amor.
-Es la principal. ¿Quién no
querrá demostrar su amor a su Madre?
-Y ¡a tal Madre!… Nada más dulce, ni más
natural para un hijo… Luego, sino lo haces como debes, no eres digno hijo de María.
Segunda razón, es la del santo egoísmo. -Nunca
la ganarás en generosidad… Si la das flores…, si la haces obsequios… si la das
amor…, ¿Ella, que te dará?… ¿Cuántas caricias y mimos maternales hará Ella a
los que, en este mes, la amen de veras? -¿Qué cariño guardará para ellos en su
Corazón? -¿Por qué no trabajar tú con este dulcísimo pensamiento de llegar a
merecer las caricias y el cariño de esta Madre?
Hoy estás muy a tiempo. -Empieza el mes…,
empiézalo con generosidad, continúalo así… y promete así acabarlo. -Pide a
Jesús que te ayude en esta amorosa empresa. -Él también es Hijo de María. -ÉI
también la honrará en este mes. -¿Cómo la obsequiará Él? -Pídele que te lo
enseñe. -Los dos juntos…, como dos buenos hermanos…, a honrar, en este mes, a
nuestra Madre común la Santísima Virgen.
Meditación para el día último del mes de mayo
1º Ha sido el mes de las flores. -¿De
veras lo ha sido para ti? -Hoy es el día de pensarlo y examinarlo bien. -La
Iglesia dedica este mes, el más hermoso del año, a la Santísima Virgen. -Es
Ella la flor de las flores. -Ninguna la gana en belleza, en aroma, en perfume
celestial y divino. Justo es que el mes de las flores fuera para la Reina de
todas ellas. -Y como a Reina de las flores, ¿cuántas no la habrán ofrecido las
almas durante este mes?… Flores naturales para su altar… ¿Quién podrá contar
las que han colocado estos días, manos devotas y amorosas, a las plantas de María?
Pero, sobre todo, flores espirituales del
corazón. -¡Qué encantador es pensar que durante este mes todos los corazones
han amado más a la Virgen! -Pero tú, ¿qué has hecho?… ¿Cómo has correspondido a
aquella invitación del primer día? ¿A aquel venid y vamos todos? Y,
sobre todo, ¿cómo has cumplido aquello de con flores a porfía? ¿Es
verdad que no has dejado que nadie te ganara en esta porfía encantadora?
Si la Virgen quisiera premiar a los que en este
mes se han distinguido más en trabajar por obsequiarla, ¿serías tú de los
premiados? Y ¿qué premio merecerías?… ¿De los primeros o de los postreros?… No
trates de engañarte con optimismos, ni en este punto te contentes con poco. –
-Sé sincero contigo mismo y respóndete: ¿Has dado a María todo lo que te ha pedido,
sin negarla nada?… ¿Está francamente, de este mes de Mayo, satisfecho tu
corazón?… ¿Sientes que también lo está, de ti la Santísima Virgen?…
No corras en hacer este examen que es para ti
tan importante, pues te dará el grado de tu amor y devoción a María. -En el
número y calidad de esas flores que las almas han ofrecido a María, se conocen
los quilates de su amor. -Detente a contemplar los tuyos. -Recuerda, una por
una, las que has hecho. -Míralas bien y di francamente si son vulgares o
hermosas si muchas o pocas…, si duraderas o pasajeras…
2º Es el mes de las espinas. -Donde hay
flores, hay espinas. -¡Qué pena que así sea! -Pero así es y si esto es cierto
en las flores de la naturaleza también lo es en las del alma…, en las flores
del orden espiritual… ¡Cuánto también se habrá ofendido a la Santísima Virgen
en este mes! ¡Cuántas cosas la habrán disgustado en las mismas que iban a
ofrecerla flores!…
También debes examinarte en este punto y
preguntar a la Virgen si tú también la has llevado espinas…, si han sido
muchas…, si fueron tan dudas que la punzaron muy amargamente… De esto último no
lo dudes. -Si las tienes, tus espinas tienen que herir mucho el Corazón de la
Virgen… Que otras almas la ofrezcan espinas, tiene que dolerla mucho, pero… que
tú también lo hagas…, tiene que dolerla muchísimo más. -No olvides nunca este
pensamiento: «Mis espinas son las que más laceran el corazón de mi Madre.»
-Porque suponen más ingratitud, en quien tanto de Ella ha recibido…
No te desanimes, sin embargo, de esto; porque
¿qué haces tú cuando al coger una hermosa flor te pinchas con sus espinas?
-¿Arrojar la flor?… ¿O más bien, quitar con cuidado las espinas y quedarle con
la flor?… Díselo así con gran confianza: «Madre mía, no arrojes las flores
porque tengan espinas o insectos en su interior…, no arrojes y desdeñes las
mías, que en este mes te he ofrecido… y si tienen insectos y espinas, límpialas
tú misma, Madre mía, para que con tu contacto, purificadas y hermoseadas…, sean
más dignas de formar la guirnalda que hoy te ofrezco»…
3º El mes de los frutos. -A la flor sigue, naturalmente, el fruto. -No
puedes quedar contento de este mes si no han cuajado esas flores en algún
fruto. -Mira si habrá sido esa la razón que en el primer día de mayo meditabas,
de la inutilidad práctica: de tantos Mayos como ya llevas pasando en la tierra.
-Hoy estás a tiempo. -Hoy es el día. -Determina y concreta bien el fruto de
este mes en algo sólido…, algo, aunque pequeño, que sea permanente… La
permanencia, la constancia es la característica del fruto. -Las flores se
marchitan…, se ajan…, caen…, pero el fruto queda…, se saborea y agrada mucho
más.
María, como la Esposa de los Cantares, hoy te
dice: «Coronadme de flores y rodeadme de frutos; que desfallezco de aman… No
rechaza las flores, pero… pero busca más que nada los frutos duraderos. -¡Qué
lástima que Mayo termine! -Un mes así de hermoso no debía terminar nunca. En tu
mano está el vivir en un Mayo perpetuo. ¿Por qué no ha de ser así?… Esto mismo
te lo facilitará ese fruto constante y permanente que desde hoy has de cuidar,
para regalar con él a María. -Elígele bien y… con generosidad, aunque te cueste
mucho… Por último, piensa que si María es la flor de las flores, Jesús es el
fruto de esa pura y blanca flor. -Si has honrado a la Flor en este Mayo, no es
justo abandonar el fruto en el mes dedicado a honrarle. -Promete hoy hacer todo
lo que hiciste en Mayo por María, durante el de Junio, por el Corazón
Sacratísimo de Jesús.
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