"Ventana abierta"
Rincón para orar
Sor Matilde
PEDIR EN NOMBRE DE JESÚS
23b En verdad, en verdad os digo: lo que
pidáis al Padre os lo dará en mi nombre.
24 Hasta ahora nada le
habéis pedido en mi nombre. Pedid y recibiréis, para que vuestro gozo sea
colmado.
25 Os he dicho todo esto en
parábolas. Se acerca la hora en que ya no os hablaré en parábolas, sino que con
toda claridad os hablaré acerca del Padre.
26 Aquel día pediréis en mi
nombre y no os digo que yo rogaré al Padre por vosotros,
27 pues el Padre mismo os
quiere, porque me queréis a mí y creéis que salí de Dios.
28 Salí del Padre y he
venido al mundo. Ahora dejo otra vez el mundo y voy al Padre. » (Jn.
16,23b-28)
Los hombres del Antiguo Testamento pedían a
Dios-Yahvé lo que les era necesario para la vida: alimento, seguridad, verse
libres de los enemigos, fidelidad y amor a este Dios… Pero ha llegado la hora
en que el Padre ha entregado al Hijo, a Jesús, el poder de salvar y de dar la
vida a los que creen en Él y lo aman, porque saben que: “el Padre ha puesto
todo en sus manos”.
Pedir al Padre con fe, en Nombre de Jesús,
es conseguir lo que pedimos, para dar gloria a Dios.
Y nos asegura Jesús que, si pedimos en su
Nombre, recibiremos y “nuestra alegría será completa”. Y ¿Por qué tendremos una
alegría “completa”?... Porque Jesús nos asegura que el Padre nos ama, porque
hemos amado a Jesús y creído en su Palabra y sobre todo, creemos que Jesús ha
salido del Padre para llegar hasta nosotros con su humanidad llena de la
divinidad.
La fe en Jesús es fuente de inmensa alegría:
nos alegramos de que Dios sea Dios y nosotros sus pequeñas criaturas, muy
amadas de su Corazón…, pero también muy grandes porque somos depositarias de un
gran tesoro que los justos y profetas del Antiguo Testamento desearon ver y
creer: Todo el plan amoroso de Redención y Salvación que el Padre tenía escondido
desde siglos eternos y que ahora se nos ha revelado en Jesús, su Amado Hijo… Él
es enviado por el Padre para salvar a todos los hombres que lo acepten en su
corazón y amen y adoren esta voluntad del Padre, tan inconmensurable como
amorosa…
Nuestro Dios, en su voluntad y designio, nos
es incomprensible a nuestra pequeña mente humana… Pero Dios no quiere de
nosotros nuestra comprensión, sino nuestra voluntad rendida ante su Divinidad y
una adoración muy sentida y humilde…
Pruebas nos ha dado Jesús, en su Palabra y
en sus milagros de que Él es de arriba y nosotros de abajo… Y ha salido del
Padre y ha venido al mundo, para volver de nuevo al Padre… Pero ya no vuelve
solo, como descendió hasta nosotros, sino que ahora lleva tras Sí, una multitud
de fieles creyentes que sólo desean, al salir de este mundo, estar con Él y con
el Padre y gozar de la Excelsa Trinidad…
¡No es una quimera esto que deseamos, porque
el mismo Espíritu Santo ha puesto este ansia es nuestro corazón y no puede
engañarse, porque es Dios!… ¡Y menos engañarnos, porque nos ama con el mismo
Amor con que ama al Padre! …
¡Señor, danos repetidamente este ansia de ir
al Cielo!… ¡Ábrenos, en tu Amor, las puertas del Paraíso!… Amén, Amén…
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