"Ventana abierta"
Rincón para orar
Sor Matilde
EL QUE CREE EN EL HIJO,
TIENE VIDA ETERNA
31 El que viene de arriba está por encima de
todos: el que es de la tierra, es de la tierra y habla de la tierra. El que
viene del cielo,
32 da testimonio de lo que
ha visto y oído, y su testimonio nadie lo acepta.
33 El que acepta su
testimonio certifica que Dios es veraz.
34 Porque aquel a quien
Dios ha enviado habla las palabras de Dios, porque da el Espíritu sin medida.
35 El Padre ama al Hijo y
ha puesto todo en su mano.
34 Porque aquel a quien
Dios ha enviado habla las palabras de Dios, porque da el Espíritu sin medida.
35 El Padre ama al Hijo y
ha puesto todo en su mano.
36 El que cree en el Hijo
tiene vida eterna; el que rehúsa creer en el Hijo, no verá la vida, sino que la
cólera de Dios permanece sobre él. » (Jn. 3,31-36)
Aquí nos está hablando San Juan de esa
corriente de amor que existe entre el Padre y el Hijo. Y esta realidad revelada
por Jesús a sus íntimos, a Juan, le tiene absorto… De forma que éste es el
Misterio de la Trinidad puesto ante nuestros ojos para que lo contemplemos, lo
amemos y lo adoremos.
Jesús viene de arriba y habla cosas que
nosotros no sabemos, porque somos de la tierra. Y su testimonio no se nos ha
dado para escrutarlo, sino para creerlo, adhiriéndonos a él… No cabe otra
postura en nosotros más que la humildad y el asentimiento agradecido y gozoso…
Todos, por instinto, desearíamos levantar un codo más sobre nuestras
posibilidades y estatura de todo nuestro ser. Y Jesús colma ésta, nuestra ansia
de “más”: Nos trae los bienes de arriba y nos los da para que los gocemos en
una esperanza segura de poseerlos en plenitud, después de esta breve vida…
“Pero nadie acepta mi testimonio, que habla
Palabra de Dios”, dice Jesús… ¡Qué insensatez la del hombre que quiere
levantarse por encima de sí mismo, apoyándose en su propia fragilidad!... ¡Esto
es como construir castillos en la arena!… En cambio, el Hijo, nos ofrece una
roca segura, a cuyo amparo, el cielo ha bajado a la tierra y se nos ha
regalado. Jesús, el Hijo Amado del Padre, que como “tiene el Espíritu sin
medida”, la prodiga sin medida a los que creen en Él…
Y ¿por qué nos cuesta tanto dar el paso a la
fe en Jesús?… La fe, primeramente, es Don de Dios que sólo Él sabe quién se la
arranca, en su primer movimiento. Después, es asentimiento gozoso a la Palabra
Revelada por Jesús. Y en nuestro corazón pesa más ésta que todos nuestros
pensamientos, aunque sean muy contrarios a Ella. ¿Quién merece todos estos
movimientos y seguridades, que exceden nuestro ser de creatura? Es tan sólo el
Amor de Dios y su misericordia, que se conmueve por este ser tan pequeño y
frágil que Él se ha creado…
¡Seamos pues, muy agradecidos y reconocidos
a nuestro Padre Dios que así nos protege y cuida y sólo desea que gocemos de su
amor y benevolencia!...
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