"Ventana abierta"
El Papa recuerda a San Juan de Ávila, patrono del clero español.
Francisco: "María está al pie de la cruz por su instinto de madre que, sencillamente, sufre".
Menciona a la patrona de Argentina: "Mi corazón estuvo en Luján estos días".
El Papa intercambia el capelo en la audiencia
José Manuel Vidal, 10 de mayo de
2017
(José M. Vidal).- En la audiencia de los miércoles, el Papa Francisco centra su catequesis en María, la que
"simplemente estaba al pié de la cruz", por instinto natural de
madre. Como muchas madres "que acompañan en la pasión a sus hijos".
Como madre de esperanza. Recuerda a San Juan de Ávila, patrón del clero
español, a la patrona de Argentina, nuestra Señora de Luján e invita a rezar
por su próxima visita a Fátima, como "peregrino de esperanza y de
paz".
Evangelio según San Juan: "Estaban al lado de la cruz,
su madre...Jesús, entonces, viendo la madre y, a su lado, el discípulo que
amaba, le dice: 'Mujer, he aquí a tu hijo'. Y después, le dice al discípulo:
'He aquí a tu madre'. Y, desde entonces el discípulo la acogió en su
casa".
Algunas frases de la catequesis del Papa
"El sí de María es el primer pas de una
larga lista de obediencia"
"María aparece, en el Evangelio, como una
mujer silenciosa, que, a menudo, no entiende lo que está pasando a su
alrededor"
"María no es una mujer que se deprime
ante las incertidumbres de la vida... Ni una mujer que protesta con
violencia...Es, en cambio, una mujer que escucha".
"Siempre hay una gran relación entre la
esperanza y la escucha"
"María acoge la existencia tal y como nos
llega, con sus días felices, pero también con sus tragedias"
"María reaperece precisamente en el
momento crucial, cuando buena parte de sus amigos han desaparecido"
"Las madres no traicionan"
"Al pie de la cruz"
"La agonía de una madre que acompaña los
últimos instantes de la vida de su hijo"
"El Evangelio solo dice que 'ella estaba'
en aquel duro momento, y sufría con el hijo"
"María está allí, fielmente
presente"
"Está allí por fidelidad al plan de
Dios"
"Está allí también a causa de su instinto
de madre que, simplementem sufre"
"Siempre que hay un hijo que atraviesa
una pasión, allí están las madres"
"Mujeres fuertes que han llevado adelante
tanto sufriminto de sus hijos"
"Ella sencillamente estaba allí...como si
fuese algo natural"
"Todos nosotros la amamos como madre. No
estamos huérfanos. Tenemos una madre en el cielo"
"Que María pueda siempre sostener
nuestros pasos y decirnos al corazón: 'levántate, mira adelante, mira al
horizonte'. Porque ella es madre de esperanza".
Texto completo del saludo del Papa en español
Queridos hermanos:
En la catequesis de hoy contemplamos a María
como Madre de la esperanza. Ella pasó también por momentos muy difíciles. No
era fácil responder con un «sí» al anuncio del Ángel y acoger en su seno el
misterio de la Encarnación del Hijo de Dios. Después, en el momento crucial de
la vida de Jesús, cuando casi todos lo han abandonado, María permaneció junto a
la cruz de su Hijo por amor de madre y por fidelidad al plan de Dios.
Ella, a pesar de que no siempre comprendía
todo lo que estaba sucediendo, se nos muestra como una mujer valiente, que no
se detiene ante las dificultades. Una mujer que está atenta a la Palabra de
Dios y que sabe meditar todo en su corazón. (Il Papa ha aggiunto alcune parole
a braccio sulla festività della Madonna di Lujan, in Argentina)
Por último, también la vemos al comienzo de la Iglesia, junto a los discípulos
de su Hijo, acompañándolos y animándolos como madre de esperanza. Así nos
enseña que en los momentos de dificultad, cuando parece que nada tiene sentido,
siempre tenemos que esperar y confiar en Dios.
***
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. Hoy celebramos la
fiesta de san Juan de Ávila, patrono del clero español y maestro de vida
espiritual. Pidamos hermanos por todos los sacerdotes, para que sean siempre
una imagen transparente de Jesús, Buen Pastor, y la Virgen María los sostenga a
lo largo de su vida sacerdotal. Que el Señor os bendiga. Muchas gracias.
Saludo en portugués
«Aprovechemos este mes de mayo para encontrar
en la oración, más a menudo a María, nuestra Madre. Ella nos guía a su Hijo
Jesucristo y está cerca de nosotros con su protección materna. Los invito a
unirse en la oración por mi peregrinación a la Virgen de Fátima».
Texto completo de la catequesis del Papa Francisco
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
En nuestro itinerario de catequesis sobre la
esperanza cristiana, hoy miramos a María, Madre de la esperanza. María ha
atravesado más de una noche en su camino de madre. Desde la primera aparición
en la historia de los Evangelios, su figura emerge como si fuera el personaje
de un drama. No era simplemente responder con un "si" a la invitación
del ángel: sin embargo ella, mujer todavía en la flor de la juventud, responde
con valentía, no obstante no sabía nada del destino que le esperaba. María en
aquel instante se presenta como una de las tantas madres de nuestro mundo,
valerosa hasta el extremo cuando se trata de acoger en su propio vientre la
historia de un nuevo hombre que nace.
Aquel "si" es el primer paso de una
larga lista de obediencias - ¡larga lista de obediencias! - que acompañaran su
itinerario de madre. Así María aparece en los Evangelios como una mujer
silenciosa, que muchas veces no comprende todo aquello que sucede a su
alrededor, pero que medita cada palabra y cada suceso en su corazón.
En esta disposición hay fragmento bellísimo de
la psicología de María: no es una mujer que se deprime ante las incertidumbres
de la vida, especialmente cuando nada parece ir por el camino correcto. No es
mucho menos una mujer que protesta con violencia, que injuria contra el destino
de la vida que nos revela muchas veces un rostro hostil. Es en cambio una mujer
que escucha: no se olviden que hay siempre una gran relación entre la esperanza
y la escucha, y María es una mujer que escucha, que acoge la existencia así
como esa se presenta a nosotros, con sus días felices, pero también con sus
tragedias que jamás quisiéramos haber encontrado. Hasta la noche suprema de
María, cuando su Hijo es clavado en el madero de la cruz.
Hasta ese día, María había casi desaparecido
de la trama de los Evangelios: los escritores sagrados dejan entrever este
lento eclipsarse de su presencia, la suya permanece muda ante el misterio de un
Hijo que obedece al Padre. Pero María reaparece justamente en el momento
crucial: cuando buena parte de los amigos han desaparecido por motivo del
miedo. Las madres no traicionan, y en aquel instante, a los pies de la cruz,
ninguno de nosotros puede decir cual haya sido la pasión más cruel: si aquella
de un hombre inocente que muere en el patíbulo de la cruz, o la agonía de una
madre que acompaña los últimos instantes de la vida de su hijo.
Los Evangelios son lacónicos, y extremamente
discretos. Registran con un simple verbo la presencia de la Madre: ella
"estaba" (Jn 19,25). Ella estaba. No dicen nada de su reacción: si
lloraba, si no lloraba... nada; ni mucho menos una pincelada para describir su
dolor: sobre estos detalles se habrían luego lanzado la imaginación de los
poetas y de los pintores regalándonos imágenes que han entrado en la historia
del arte y de la literatura. Pero los Evangelios solo dicen: ella
"estaba". Estaba allí, en el momento más feo, en momento cruel, y
sufría con su hijo. "Estaba".
María "estaba", simplemente estaba
ahí. Estaba ahí nuevamente la joven mujer de Nazaret, ya con los cabellos
canosos por el pasar de los años, todavía luchando con un Dios que debe ser
sólo abrazado, y con una vida que ha llegado al umbral de la oscuridad más
densa. María "estaba" en la oscuridad más densa, pero
"estaba". No se había ido. María está ahí, fielmente presente, cada
vez que hay que tener una candela encendida en un lugar de neblina y tinieblas.
Ni siquiera ella conoce el destino de
resurrección que su Hijo estaba en aquel instante abriendo para todos nosotros
los hombres: está ahí por fidelidad al plan de Dios del cual se ha proclamada
sierva desde el primer día de su vocación, pero también a causa de su instinto
de madre que simplemente sufre, cada vez que hay un hijo que atraviesa una
pasión. Los sufrimientos de las madres... todos nosotros hemos conocido mujeres
fuertes, que han llevado adelante tantos sufrimientos de sus hijos...
La reencontraremos el primer día de la
Iglesia, ella, Madre de esperanza, en medio a aquella comunidad de discípulos
así tan frágiles: uno había negado, muchos habían huido, todos habían tenido
miedo (Cfr. Hech 1,14). Pero ella, simplemente estaba allí, en el más normal de
los modos, como si fuera del todo natural: en la primera Iglesia envuelta por
la luz de la Resurrección, pero también por las vacilaciones de los primeros
pasos que debía cumplir en el mundo.
Por esto todos nosotros la amamos como Madre.
No somos huérfanos: tenemos una Madre en el cielo: es la Santa Madre de Dios.
Porque nos enseña la virtud de la esperanza, incluso cuando parece que nada
tiene sentido: ella siempre confiando en el misterio de Dios, incluso cuando Él
parece eclipsarse por culpa del mal del mundo. En los momentos de dificultad,
María, la Madre que Jesús ha regalado a todos nosotros, pueda siempre sostener
nuestros pasos, pueda siempre decirnos al corazón: "Levántate. Mira
adelante. Mira el horizonte", porque Ella es Madre de esperanza. Gracias.
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