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Sean bienvenidos

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Invitación y bienvenida

Hola amig@s, bienvenid@s a este lugar, "Seguir la Senda.Ventana abierta", un blog que da comienzo e inicia su andadura el 6 de Diciembre de 2010, y con el que sólo busco compartir con ustedes algo de mi inventiva, artículos que tengo recogidos desde hace años, y también todo aquello bonito e instructivo que encuentro en Google o que llega a mí desde la red, y sin ánimo de lucro.

Si alguno de ustedes comprueba que es suyo y quiere que diga su procedencia, o por el contrario quiere que sea retirado de inmediato, por favor, comuníquenmelo y lo haré en seguida y sin demora.

Doy las gracias a tod@s mis amig@s blogueros que me visitan desde todas partes del mundo y de los cuales siempre aprendo algo nuevo. ¡¡¡Gracias de todo corazón y Bienvenid@s !!!!

Si lo desean, bajo la cabecera de "Seguir la Senda", se encuentran unos títulos que pulsando o haciendo clic sobre cada uno de ellos pueden acceder directamente a la sección que les interese. De igual manera, haciendo lo mismo en cada una de las imágenes de la línea vertical al lado izquierdo del blog a partir de "Ventana abierta", pasando por todos, hasta "Galería de imágenes", les conduce también al objetivo escogido.

Espero que todos los artículos que publique en mi blog -y también el de ustedes si así lo desean- les sirva de ayuda, y si les apetece comenten qué les parece...

Mi ventana y mi puerta siempre estarán abiertas para tod@s aquell@s que quieran visitarme. Dios les bendiga continuamente y en gran manera.

Aquí les recibo a ustedes como se merecen, alrededor de la mesa y junto a esta agradable meriendita virtual.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.
No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad. Les saluda atentamente: Mª Ángeles Grueso (Angelita)

lunes, 26 de marzo de 2012

Sor Leticia: «Ahora la espada la tiene un ángel»

"Ventana abierta"


Sor Leticia: «Ahora la espada la tiene un ángel»


De campeona de España de esgrima a monja de clausura en Lerma


LUIS GÓMEZ
Lunes, 26 marzo 2012
Leticia González-Solís Pampliega es desde hace 16 años sor María Leticia de Cristo Crucificado, aunque todo el mundo le llama Leti, advierte. Campeona de esgrima de España, cambió el florete por el hábito y con 19 años ingresó en el monasterio de clausura de las Dominicas de Lerma (Burgos), donde comparte vida con su hermana pequeña, Aroa. 


El viernes intervino, mediante videoconferencia, en las jornadas católicas del Palacio Euskalduna de Bilbao. «Nuestro Facebook es el locutorio».

¿Qué le llevó a abandonar su prometedora carrera deportiva y convertirse en monja de clausura?
Creo que ni piensas en abandonar ni en ser monja, simplemente experimentas que has sido alcanzada por un amor nuevo que deslumbra y va haciendo que encajen las piezas de tu vida. Vas poniendo orden en los valores que tenías hasta ese momento.
¿Nunca había recibido hasta entonces la llamada de Dios?
Dios estaba ahí... en el fondo del alma. Inquietaba, pero en un momento sale a flote con toda su fuerza... ¡Irresistible!
Tenía el éxito en las manos, con su presencia en los Juegos Olímpicos de Atlanta de 1996. ¿Le costó mucho tomar esa decisión?
En realidad, lo que me propusieron era empezar con los Europeos y formar parte de la selección española. No quiero sentirme heroica por lo que dejé. Tampoco sé hasta dónde habría llegado. Hallé algo mejor que no alcancé con mis entrenamientos. Él me alcanzó a mí.
«La gente me hacía creer que era Dios, y no lo era». ¿Tan vacía se encontraba?
Al principio, al hacerlo por diversión, es una gozada, pero cuando entra la competitividad todo cambia. Al descubrir que no tiene consistencia, tiemblas. Cuando dejas a Dios ser Dios, Él te alcanza y te alza... ¡con fundamento!
Son pocas las personas que se deciden a dar este paso.
Depende del amor irresistible que hayas experimentado. No me siento heroína, sino atraída por un amor al que no podía poner resistencia.
Disfrutaba como cualquier joven de su edad.
¡Y me lo pasaba en grande! Me encantaba bailar hasta la madrugada, salir con chicos y disfrutar de todo lo que se ponía por delante. Incluso hice puenting.
Se unió a una pandilla de rockabillies y vistió de cuero y cazadoras de tachuelas. Sinceramente, cuesta imaginársela ahora así.
¡Suelta la imaginación!
Aseguraba que «era una vida de peleas, drogas y alcohol».
Sí y no. Tú sales para divertirte, la noche te envuelve y por menos de nada te encuentras con las peleas, la droga y el alcohol.
¿No le costó dejar atrás a los amigos y familiares?
Puede entenderse al principio como un dejar, pero luego compruebas que nunca me he sentido más cerca de ellos ni les he querido más.
¿Su primera visita al convento de las Dominicas le marcó?
¡Me sorprendió!
«Más allá de la reja»
¿Qué valores tienen los votos de pobreza, castidad y obediencia?
Desde luego, no son renuncia. No me ha llamado el Señor a renunciar, sino a experimentar su amor. Vivir la pobreza me conduce a experimentar que Cristo es mi bien, todo mi bien; vivir la castidad me lleva a potenciar la capacidad de amar... amar a Cristo con todo mi ser, a vivir de su amor y también a amar a todos... ¡a todos!, sin que nadie se me cuelgue. La castidad me concede la libertad de amar y la obediencia me lleva a identificarme con Cristo. Le entrego mi libertad para que Él lo sea todo. Que también los que entregan su amor a otra persona le entregan su libertad.
¿Cómo se vive en clausura?
La clausura la ven más los que están fuera. Las que vivimos dentro sabemos que estamos en un recinto pequeño. Nuestro mundo material es reducido. Pero, a la vez que experimentas la pequeñez de tu entorno, crece hasta el infinito el amor por todos los que están fuera, crece el corazón... ¡sin límites! Es limitado nuestro entorno, pero tenemos lo esencial para vivir nuestra consagración: el coro, nuestras hermanas, nuestro trabajo, nuestra huerta para pasear.
¿Mereció la pena cambiar el florete por el hábito?
Claro. El florete, aunque lo usara muchas horas, no me arropaba. El hábito me recuerda que soy de Cristo y que es Él quien me arropa, me cubre, me protege... Es mucho más que un trozo de tela.
En una sociedad en la que cada vez es más difícil vivir aislado, ¿los conventos son una muralla impenetrable?
No, en absoluto. Tenga en cuenta que nuestra vocación es dominica. Está destinada a la evangelización, a dar testimonio de Jesucristo. Aunque no utilicemos las redes sociales, nuestro Facebook y Twitter es el locutorio, es poder mirar a la cara a quien viene a vernos y decirles que tenemos algo grande que decirles. Jesucristo te ama y quiere que seas feliz.
«No vivo de recuerdos»
¿Cómo se ve el mundo desde dentro?
Seguro que con más optimismo que como se ve fuera. Vivir de Cristo tiene la ventaja de ver muchas de las realidades que nos envuelven. La mirada de Jesús es entrañable, cariñosa, positiva... ¡estimulante! Vemos a nuestra gente con hambre de conocer a Dios y, desde nuestra pequeñez, intentamos dar la luz de nuestro testimonio de vida.
¿Echa de menos el exterior?
No, la clausura ayuda a tener la vida centrada y la Iglesia siempre ha cuidado que nuestra vida sea equilibrada. No vivimos de recuerdos. El presente nos llena de sobra.
¿Enseña a las novicias los movimientos y técnicas con la espada?
A veces pasamos ratos de recreo con esto, pero no dejamos de verlo como una diversión.
¿Qué encontró en la esgrima?
Me forjó una personalidad fuerte y constante y me enseñó a luchar y a no rendirme nunca. Disfruté de momentos de felicidad, pero la felicidad continua sólo la he encontrado cuando conocí a Cristo y empecé a vivir de Él. Cuando la persona sabe competir, la esgrima es muy elegante y digno de ver. Los toques son muy artísticos. El único problema es que es uno contra uno y el compañerismo a veces...
Conserva traje, espada y careta. ¿Regresará algún día a la esgrima?
No. Conservo el equipo, pero ahora la espada la tiene un ángel a la entrada del Oratorio. Soy feliz con Cristo, por eso no le cambiaría nunca por la espada.

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